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Sobre este blog

Ayuda en Acción es una Organización No Gubernamental de Desarrollo independiente, aconfesional y apartidista  que trabaja en América, África y Asia con programas de desarrollo integral a largo plazo en diferentes ámbitos para mejorar las condiciones de vida de los niños y niñas, así como el de las familias y comunidades a través de proyectos autosostenibles y actividades de sensibilización.

Hay que mojarse

Foto: Cristina Maruri / Ayuda en Acción

Cristina Álvarez

Coordinadora CME España —

Primicia: los partidos políticos de nuestro país parecen dispuestos a llegar a un acuerdo. No es broma. Es más, no sólo tienen la voluntad de hacer las concesiones necesarias en pro del bien común, sino que están decididos a impulsar un pacto político, social y territorial de largo alcance. Entiendo el escepticismo, pero lo cierto es que el tema lo merece: está por encima de la situación económica, la coyuntura política y los intereses partidistas. Invita a la grandeza y la altura de miras.

A estas alturas el lector se estará preguntando, entre impaciente e incrédulo, si existe un ámbito que logre suscitar un consenso semejante entre nuestra clase política. Parece que sí. Al menos así lo manifestaron nuestros representantes el pasado martes 23 de mayo en Madrid, en el marco de las jornadas sobre 'La educación como pilar de un pacto por la infancia'La educación como pilar de un pacto por la infancia' organizadas por UNICEF. Además de constituir un espacio de debate imprescindible de cara al futuro Pacto de Estado por la Educación en el que ya trabajan sus señorías, este encuentro se convirtió en un reflejo bastante exacto de lo que debería ser el futuro Pacto –un diálogo en el que estén presentes y representados la totalidad de los agentes implicados en la educación: comunidades educativas (familias, docentes, alumnado), administraciones públicas, partidos políticos, expertos, agentes sociales y movimientos ciudadanos–.

La negociación de un Pacto educativo es un proceso que debe incluir a todos, y el resultado debe ser de todos. Ningún pacto o ley educativa tendrá verdadera repercusión o apropiación a largo plazo si no logra cambiar lo que sucede en las aulas, y no lo hará si no cuenta con un verdadero compromiso por parte de todos los actores implicados (que en definitiva somos todos y todas).

Evidentemente, no todo es de color de rosa. Es imposible obviar que existen (grandes) discrepancias, temas “altamente inflamables” que amenazan con dinamitar un acuerdo amplio. Divergencias recurrentes (y fundamentales) que ya antes se han interpuesto en el camino del consenso. Sin embargo, tampoco debemos olvidar que un Pacto de Estado es un “acuerdo marco”, un suelo a partir del cual podrán construirse las políticas públicas necesarias para, en este caso, hacer efectivo el derecho a una educación de calidad para todas las personas. Por eso lo fundamental es que busquemos los puntos de acuerdo, que son muchos más de los que podría parecer.

La educación que queremos

La Coalición Española de la Campaña Mundial por la Educación (CME) tuvo la oportunidad de estar presente en el encuentro celebrado el martes y de compartir con los asistentes cuáles creemos que deben ser los pilares básicos del futuro Pacto Educativo y que, a tenor de los debates, comparten (al menos en su mayoría) gran parte de los actores representados.

En línea con los compromisos internacionales suscritos por nuestro país (los Objetivos de Desarrollo Sostenible –ODS–, y en concreto el ODS4), defendemos una educación gratuitainclusiva –esto es, que responda a la diversidad de necesidades de aprendizaje de todas las personas–; equitativa –que garantice la igualdad de oportunidades sin que exista discriminación por motivos socioeconómicos, de género, origen étnico, discapacidad, religiosos…–; y de calidad –que consiga que todas las personas, cada niño y niña, alcancemos nuestro máximo desarrollo personal adquiriendo las capacidades necesarias para llevar una vida digna–.

Nos parece urgente abordar la creciente dificultad en el acceso a la educación y el mayor abandono escolar de los niños, niñas y adolescentes pertenecientes a los colectivos más vulnerables, que han sido los principales afectados por los recortes de la inversión pública en educación. Consideramos que debemos sentar las bases y avanzar hacia un modelo educativo inclusivo, que valore la diversidad como una oportunidad para el enriquecimiento y no como un problema. Tenemos que construir un sistema que valore la profesión docente y que disponga de un profesorado suficiente, con una formación adecuada y permanente y que cuente con medios, apoyo y estabilidad laboral.  

Pero si hay algo que como CME no podemos olvidar es que la educación va mucho más allá de la transmisión de conocimientos. Formamos a personas, no a robots. Como bien decía el educador y filósofo Paulo Freire “si se respeta la naturaleza del ser humano, la enseñanza de los contenidos no puede darse alejada de la formación moral del educando. Educar es, sustantivamente, formar”. Por eso, es esencial que el sistema educativo que resulte del futuro pacto educativo dote al alumnado de herramientas como el respeto y la capacidad crítica; que fomente valores éticos y una convivencia pacífica y que, en definitiva, forme a ciudadanos y ciudadanas conscientes de sus derechos y deberes, capaces de construir una ciudadanía global basada en el respeto a los derechos humanos, la empatía, la equidad y la sostenibilidad del planeta.

El camino será largo. Los diputados que forman parte de la Subcomisión para el Pacto Educativo tienen previstas más de 80 comparecencias (que ya se han iniciado) de distintos actores y expertos del ámbito educativo, cuyas contribuciones servirán para que la Subcomisión elabore un informe en el que a su vez se basará el futuro Pacto de Estado por la Educación, que necesariamente debe trascender el ámbito político.

La educación no es un gasto, sino una inversión

Como ya se ha señalado, el acuerdo debe ser fruto de un consenso político y social amplio, que permita que los cimientos de nuestra educación sobrevivan a (esperemos) varias legislaturas. Y, por supuesto, debe ir acompañado de un serio compromiso de financiación, ya que en caso contrario quedará reducido a una promesa hueca. Hasta ahora, España no sólo ha sido uno de los países de la UE que más ha recortado su presupuesto educativo durante la crisis (un 12% entre 2010 y 2012, frente al 3% de media de la UE), sino que históricamente hemos invertido en educación menos –un 4,3% del PIB en 2013– que nuestros homólogos de la UE (4,9% de media) y de la OCDE (5,2% de media).

Por eso, quienes tienen la responsabilidad de asignar esos presupuestos, deben tomar verdadera conciencia de que la educación no es un gasto, sino una inversión que redunda en el bienestar, la prosperidad y la cohesión del conjunto de la sociedad, tanto en el presente como en el futuro.

El Pacto de Estado de Educación es una demanda ciudadana clara y urgente, y nuestros representantes políticos tienen que mojarse y demostrar que están verdaderamente dispuestos a garantizar –política y económicamente– una educación gratuita, inclusiva, equitativa y de calidad para todas las personas. Esperemos que no nos defrauden.

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