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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

'Arte' a costa del sufrimiento animal

Imagen de las ovejas expuestas. Foto: Dani Cabezas

Dani Cabezas

  • La asociación Justicia Animal ha interpuesto denuncia por una presunta infracción grave de la ley relativa al cuidado de los animales en su explotación.

Un fuerte olor impregna la céntrica calle Doctor Fourquet, en el popular barrio madrileño de Lavapiés. Procede de la entreabierta puerta de la galería Theredoom, en el número 1, donde este jueves se inauguró una exposición que permanecerá hasta este mismo sábado.

La imagen es dantesca: 15 ovejas se hacinan en un minúsculo recinto vallado en el que también hay un urinario, ante el asombro y la incredulidad de los viandantes. Se dan cabezazos unas a otras. Pugnan, sin éxito, por conseguir un poco más de espacio vital que sencillamente no existe. A su alrededor, una trabajadora de la galería barre, impasible. “Pasa, pasa. Estamos abiertos. Es que acaban de comer, por eso estoy limpiando”.

La exposición pretende rendir homenaje al centenario de una de las más célebres obras atribuidas a Marcel Duchamp: La Fuente, de 1917. El dadaísta francés trató de exponer un urinario en una muestra organizada por la Sociedad de Artistas Independientes de Nueva York. Y aunque la obra fue retirada, se convirtió en un hito del arte del siglo XX. O mejor dicho, del llamado anti-arte. Un ready-made controvertido que invitaba a la reflexión del espectador sobre la naturaleza, los límites y el sentido del arte.

En palabras que el comisario de arte Miguel Cereceda ha publicado en sus redes, el artista “ha querido también conmemorar y celebrar este centenario con una polémica intervención en la que se presenta un urinario duchampiano, pero rodeado de borregos. Marcel Duchamp, rodeado de sus admiradores”. El artista escribe en su proclama que estamos “adorando a un nuevo becerro de oro”. Y que “es falso, es totalmente falso que el urinario de Duchamp sea arte”.

Artistas, críticos y comisarios, avergonzados

En el propio gremio, algunos artistas alzan su voz contra la exposición. Para Santiago Talavera, “es una muestra más de un artificio, que no arte, construido a espaldas de la naturaleza humana y no-humana, y que nace con la intención de generar bulla en un contexto social que, cada vez más, rechaza estas prácticas. Una metáfora muy ramplona sobre el cerril seguimiento del arte del siglo XX a su 'becerro de oro' que podría haberse resuelto de mejor manera sin necesidad de instrumentalizar vidas de animales sintientes, causándoles estrés y separación de su hábitat. El artista y el comisario deberían revisar su idea de humanismo”, apostilla Talavera.

Rafael Doctor, gestor cultural, crítico e historiador del arte, e impulsor de Capital Animal, muestra su “vergüenza y tristeza infinita” por la obra. “Atenta contra la dignidad de los animales. Considero que es un delito y, como tal, ya está siendo denunciado. Se anuncia como una obra provocadora, pero no lo es. El arte tendría que ofrecer alternativas para avanzar hacia un mundo mejor, y con exposiciones como esta se convierte en este triste circo amoral e incluso perverso. No vale todo y, sobre todo, no valen todos los medios”, añade.

Respecto al delito al que alude Doctor, la abogada Arancha Sanz recuerda que “en el caso de estas ovejas, desgraciadamente, al haberse excluido estos animales de la Ley de Protección Animal, sólo se les puede aplicar la Ley 32/2007, relativa al cuidado de los animales en su explotación. Se trata de una legislación muy pobre y que ofrece muy poca protección, pero que aun así recoge lo referente a este tipo de espectáculos”.

Tal y como explica Sanz, para que esta exposición se considerase una infracción muy grave y se impusiera una multa máxima de 100.000 euros tendría que producirse la muerte de alguno de los animales, como sucedió en el rodaje de la película Blancanieves. Eso sí, en opinión de la abogada, la exposición está incurriendo claramente en lo que la ley considera una infracción grave, que acarrea una sanción que va de 600 a 6.000 euros, dado que no cuenta con el permiso administrativo correspondiente. “Ese local no es un núcleo zoológico: los animales no pueden estar en cualquier sitio, por lo que están incumpliendo la ley”, aclara Sanz, que lamenta que todo este episodio pueda acabar en “una multa administrativa ridícula”.

Cerdos abiertos en canal, vacas despiezadas...

El uso de animales ha sido una constante en el arte a lo largo del siglo XX. Artistas como Hermann Nitsch, enmarcados en el Accionismo vienés de los años 70, hacían performances abriendo cerdos en canal y jugando con sus tripas. Jannis Kounellis, representante del arte povera o Arte pobre, llegó a introducir hasta 12 caballos vivos en una instalación. El cineasta y pintor David Lynch utilizaba hormigas en sus cuadros. Y el británico Damien Hirst es conocido por despiezar vacas, tiburones y ovejas en sus piezas escultóricas. La lista es casi infinita.

Hoy, en pleno siglo XXI, la proliferación de exposiciones como la que nos ocupa indigna y llena de impotencia a los que nos consideramos defensores de los derechos de los animales. Pero el hecho de que sigan teniendo un hueco en los museos y galerías de nuestras ciudades no es solo culpa de un artista mediocre con nula capacidad de empatía. Tampoco del comisario o de la galería o museo en cuestión, aunque estos tres sean los principales actores de una obra tan absurda y sonrojante como innecesaria. La responsabilidad última recae en todos aquellos visitantes que, cómplices, disfrutaron de la inauguración, copa en mano, este jueves. Y de todos aquellos que, movidos por la curiosidad o el morbo, acudan estos días a verla y se retraten, impávidos, ante el espectáculo cruel que se muestra ante sus ojos.

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