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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Para los que defienden la libertad y van por la vida arrastrando jaulas

Leona en una jaula del Circo Americano. Foto: Libera!

Alejandra García, co-Coordinadora de la campaña CLAC (Catalunya LLiure d'Animals en Circs)

En un ejercicio pedagógico y democrático, el Parlament de Catalunya ha escuchado el pasado octubre a los comparecientes que defendieron la abolición del uso de animales en circos en territorio catalán. Pedagógico, porque se han aportado los criterios científicos, éticos, jurídicos y sociales en los que se sustenta el hecho de justicia que significa no usar animales en espectáculos. Democrático, porque se hizo tras haber escuchado a representantes del mundo de circo que, dos semanas antes, defendieron una regulación en detrimento de una prohibición total.

Los expertos que han participado en la sesión fueron Marta Tafalla, doctora en Filosofía y profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona; Jaume Fatjó, doctor en Veterinaria y especialista europeo en medicina del comportamiento animal; Luis Flores, veterinario del Zoo Botánico de Jerez y de Veterinarios para la Fauna Silvestre (Wildvets); Carmen Maté, doctora en Ciencias Biológicas especializada en etología de primates; Santi Vidal, educador canino y entrenador de perros especialistas; Jordi Casamitjana, etólogo y consultor sobre protección y bienestar animal; Jordi Portabella, biólogo; Ramón García, escritor con estudios de Primatología; Anna Mulà, abogada especializada en derecho animal y ambiental, y miembro de la Comisión de Protección de los Derechos de los Animales del Colegio de Abogados de Barcelona; y Leonardo Anselmi, activista animalista y director de la Fundación Franz Weber para el Sur de Europa y Latinoamérica.

Con respecto a los animales silvestres, si bien parece haber un consenso generalizado entre los partidos políticos para su abolición, las comparecencias sirvieron para profundizar y dotar de argumentaciones científicas a los diputados, pero también sirvieron como andamiaje que sostiene el porqué es necesario incluir en esta abolición a los animales domésticos. Todos los expertos animalistas han defendido y argumentado que la proposición de ley debe aprobarse en su totalidad, dejando claro que no existe ninguna diferencia ni científica ni moral entre el sufrimiento de los animales salvajes y el de los domésticos.

Los conceptos vertidos son todos tan claros que dejan abierta una gran esperanza a que el texto de la ley se respete en su totalidad, incluyendo en la abolición a todas las especies animales. Las preguntas de los diputados de la Comisión iban en muchos sentidos diferentes: ¿Es posible una regulación? ¿Los animales salvajes nacidos en cautividad ya están acostumbrados a la vida del circo y por lo tanto no sufren tanto? ¿Los perros, llamas, caballos y otros animales domésticos no sufren en los circos? ¿Es posible hacer una regulación y no una abolición para garantizar el bienestar de los animales?

Y quedaban por despejar las dudas acerca de una posible regulación para que los circos pudieran seguir usando a los animales dentro de un “marco jurídico” similar al de Francia, tal como lo proponen desde el mismo sector circense. Recordemos que, en una sesión anterior de la Comisión, los representantes de esta actividad ponían como ejemplo a la ley francesa que, según explicaron, no prohíbe pero sí establece en el texto cómo se debe tratar a los animales en los circos.

Regulación: imposible desde la ciencia, la ley y la ética

Una idea tentadora para algunos partidos políticos y lanzada por el sector del circo aboga por la regulación. ¿Qué quiere decir “regular”? Desde nuestro punto de vista, sería administrar el sufrimiento de los animales en el circo, amparados en que hay una ley que así lo permite, cuando hay una sociedad que lo condena. Y los argumentos científicos, jurídicos y éticos brindados en las excelentes comparecencias de Carmen Maté, Anna Mulá y Marta Tafalla así lo reafirman.

Maté, desde la ciencia, aportó estudios científicos que revelan que sólo entre un 1% y un 9% del tiempo los animales están fuera de sus carromatos/jaulas; que tanto tigres como caballos sufren una pérdida de peso considerable tras los traslados, aunque pensemos que de tanto itinerar estuvieran acostumbrados a este trajín; que los circos, en síntesis, no tienen ninguna posibilidad de conseguir bienestar para los animales ya que, además de todo esto, el estar rodeados de público, con luces de espectáculo y música fuerte, es una fuente de un fuerte estrés, por lo que aconsejó descartar una regulación por inaplicable.

Si a esto le añadimos el análisis jurídico de Anna Mulá, entenderemos exactamente de qué hablan los circos cuando defienden la regulación de Francia o Inglaterra: lo que esas leyes dicen es cómo y con qué se debe encadenar a los animales, cómo y con qué se los debe golpear e incluso en qué zonas del cuerpo por las ser las más sensibles… Incluso hablan de unos escasos metros cuadrados para su alojamiento.

Para redondearlo, Marta Tafalla desgranó en su comparecencia los argumentos filosóficos y éticos que claman por una ley donde realmente los animales queden protegidos, algo que se logra solamente con la abolición. La frase que da título a esta columna no está elegida al azar: en pocas palabras, resume una respuesta a todos aquellos y aquellas que defienden la explotación de los animales en espectáculos amparándose –cómo no- en que se quiere coartar su libertad.

“Su” libertad, no una libertad igualitaria sino la suya propia, sin importar los demás. Decíamos que el título no era fruto del azar, sino que nace de la comparecencia de Marta Tafalla, quien dejó para la posteridad una frase (entre otras muchas en una intervención brillante): “No se puede defender la libertad e ir por el mundo arrastrando jaulas”. Asimismo, Tafalla añadió: “Hay que entender que cuando hablamos de maltrato a los animales de circo no se trata simplemente de que se les den golpes y se les causen heridas, o que no se les de la comida suficiente ni buena atención veterinaria. No es sólo que se los tenga encerrados en jaulas diminutas. No se trata de un maltrato contingente, accidental, casual, que se podría corregir con reglamentos y medidas de control, con jaulas un poco más grandes. No es eso. El maltrato es esencial al hecho mismo de introducir al animal en el circo, porque el espectáculo de circo consiste en obligar al animal a renunciar a su propia identidad y, por tanto, a quebrarlo psicológicamente. Los espectáculos circenses con animales se basan en una estética del dominio”.

Animales domésticos: también sufren

Otro de los puntos importantes a tratar en estas comparecencias se basó en las dudas que algunos grupos políticos manifestaron sobre si se debe abolir también el uso de animales domésticos en los circos. Tampoco quedaron dudas al respecto. Jordi Casamitjana, etólogo radicado en Inglaterra, donde desarrolla su trabajo en IFAW, expresó que no cree que desde un punto de vista etológico “podamos decir que los animales domésticos son menos propensos a sufrir en circos que los animales salvajes”. Y explicó los resultados de un análisis que él mismo realizó sobre el comportamiento de los caballos en los circos, analizando sus actuaciones y revelando sus resultados. Entre ellos: en la mayoría de las actuaciones se utilizan dispositivos adversos (barras y látigos) y los caballos llevan a cabo “conductas antinaturales que podían causarles lesiones, como pararse en dos patas”. Asimismo, explicó que cuando un caballo corre o cuando se pone en dos patas son respuestas naturales a peligros ante la presencia de depredadores.

Casamitjana explicó que “los caballos, como muchos herbívoros que viven en manada, usan como defensa principal el hecho de huir a alta velocidad (…) En el escenario del circo, el hecho de galopar en círculos en la pista es un equivalente del mismo mecanismo defensivo. ¿Y dónde está el depredador? El depredador es el domador en medio de la pista, y sus dientes son el látigo. ¿Y qué pasa cuando los caballos no pueden escapar de un depredador que los persigue? Entonces, el último recurso es intentar expulsarlo con las patas. (…) Por tanto, se puede argumentar que el acto clásico de los caballos en un circo puede ser una ritualización de defensa contra un ataque de un depredador, que es algo de lo que el caballo no disfruta”.

¿Y qué pasa con los perros? Este tema fue abordado magistralmente por Jaume Fatjó y Jaime Vidal. En primer término, Vidal aconsejó que la ley prohibiera también el uso de perros en circos, ya que en estos lugares se ven impedidos de socializar y sufren estrés, dado el tipo de conductas para las que se los entrena. Al respecto, aclaró que “no es lo mismo enseñar a un perro a sentarse que a caminar cinco minutos en dos patas. Creo que estamos todos de acuerdo, la exigencia es distinta. La exigencia provoca estrés.”

Fatjó, por su parte, subrayó al final de su intervención la cuestión sobre las supuestas diferencias entre especies animales como una diferencia que emana del hombre (no de la ciencia), expresando que “esta es una diferencia humana, es decir, desde un punto de vista de bienestar animal, no hay ninguna diferencia entre una cebra y un caballo”, añadiendo sobre la domesticación que “es simplemente un proceso de selección genética en el cual la selección natural pasa a ser hecha por el hombre, y lo que conseguimos con este proceso de selección genética es modificar hasta un cierto punto algunos aspectos de la anatomía, la fisiología y el comportamiento del animal. Pero no es solamente eso. La domesticación no es un proceso mágico: modifica algunos aspectos de la naturaleza, pero lo que no hace es borrar todo su pasado evolutivo”.

Lo que el municipalismo aporta a la abolición

El origen de todo, el porqué hemos llegado ya a la instancia parlamentaria en que los circos pueden ser abolidos en Catalunya, está en la semilla que las políticas municipalistas nos han ayudado a implantar. Sin duda, un ejemplo de estas políticas municipales lo encontramos en la ciudad de Barcelona, donde en un pleno del año 2003 se aprobó por unanimidad la ordenanza que prohibe la instalación de circos con animales salvajes en la ciudad.

Jordi Portabella siempre ha sido un gran impulsor de las políticas públicas de protección a los animales, desde su rol de Regidor en el Ayuntamiento y como biólogo. Por ello, también fue invitado a comparecer en la Comisión, donde explicó el problema que enfrentan los Ayuntamientos cada vez que un circo pide permiso de instalación. En sus propias palabras, “los circos con animales son un gran problema para los municipios. No es tan fácil encontrar un espacio; aquí hay muchos diputadas y diputados que han sido regidores y lo saben. Tener un núcleo zoológico transitorio en la ciudad te hace buscar una serie de características que son difíciles de encontrar, porque es casi del tamaño de un campo de fútbol. Necesitas condiciones de abastecimiento de agua, evacuación de fluidos, intentar que no haya impacto acústico, cuestiones de malos olores, aspectos sanitarios… e inspectores”. Pero no se trata sólo de los aspectos administrativos; Portabella también abundó en argumentos científicos y éticos, reforzando aún más la idea de que la abolición es el camino natural y posible en la Catalunya del siglo XXI.

¿Y ahora qué?

Tras estas comparecencias en la Comisión, ésta aprobará un texto que será el texto de ley definitivo para ser sometido a votación final en el pleno del Parlament de Catalunya en una fecha aún por determinar. Estamos convencidos de que, en el plano argumental, hemos ganado.

Estamos viviendo una oportunidad histórica que pondría a Catalunya, una vez más, a la vanguardia de las legislaciones que protegen los derechos de los animales. Una política pública que acompaña la voluntad social de libertad y derechos, ahora en Catalunya más que nunca.

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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

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