Doctor Rat es el veterano del laboratorio. Lleva años cautivo allí pero ha resistido a todas los suplicios a los que ha sido sometido, probablemente gracias a su colaboracionismo y a un síndrome de Estocolmo que le hace defender a los humanos que lo torturan en nombre de la ciencia. Mientras el resto de los animales del laboratorio grita aterrorizado, pide auxilio con desesperación y se automutila enloquecido, él asegura: “Ayudo a mis compañeras ratas a comprender la importancia de su papel en asuntos de relevancia mundial”.
Superviviente como ellos de los experimentos científicos, Doctor Rat también se ha vuelto loco en ese laboratorio, donde la única seña de identidad que le ha sido concedida es un tatuaje con un número dentro de una oreja. Esa marca y un sufrimiento continuo e inimaginable es lo que comparte con las otras ratas, ratones, conejos, perros, gatos o monos, víctimas en el laboratorio de un perverso sistema de pruebas que se repiten para obtener subvenciones y para completar currículos.
Les han extirpado el hígado, les han quitado el estómago para unir el esófago y el duodeno, les han sacado los globos oculares para dejarlos ciegos, les han cortado las cuerdas vocales para que no aúllen de dolor, les han machado los huesos, les han inoculado células cancerígenas y e introducido tumores en su masa cerebral, les han provocado convulsiones crónicas, les han realizado en vivo punciones cardiacas… Todos los animales pasarán en el laboratorio por pruebas infernales: la Jaula del Dolor Hemorrágico, la Jaula de Radiación, la Jaula de Discriminación por Shock, la Campana de Estímulos Perturbadores o el Experimento del Umbral del Dolor.
El propio Doctor Rat es orgulloso autor de documentos científicos como ‘Dosis Letal Media para Ratas’, ‘Sobre el Calcinamiento de las Ratas’, ‘Ratas en la Rueda’... Es tal el tormento al que son sometidos los animales que Doctor Rat se rige por un lema con el que trata de convencer a los demás para que asuman un destino que no han elegido y en ningún caso quieren para sí: “La muerte es la libertad”. El desenlace será la Solución Final, que equipara las prácticas del Sabio Profesor y sus alumnos con las de Hitler y el nazismo.
Los perros callejeros iniciarán una revuelta mundial que llega a los mataderos, a los zoológicos, a los hogares sin respeto y también al laboratorio del Doctor Rat, quien, siempre en nombre de la ciencia, se pondrá de parte de los humanos frente a la protesta que secundan sus compañeros animales. Todos se rebelan frente a las injusticias que sufren como sujetos de experimentación, como alimento para otros, como espectáculo atroz, como egoísta compañía. La revolución ha llegado. Pero Doctor Rat no está dispuesto a permitirlo.
Publicada en España por Navona Editorial, Doctor Rat es una novela que querrán leer todos los animalistas y que deberían leer quienes no lo son, aquellas personas que consideran que el movimiento en defensa de los animales es una moda y que el compromiso con sus derechos no tiene una larga y prolífica tradición. No es así: Doctor Rat se publicó en Estados Unidos en 1977. La novela recibió el prestigioso World Fantasy Award, prestigioso galardón que han recibido también autores como Stephen King, Ray Bradbury, Ursula K. Leguin o Haruki Murakami. Fue también galardonada con el National Magazine Award of Fiction.
Tampoco es cierto que el animalismo sea cosa de urbanitas burgueses y desconectados de la Naturaleza, como sus detractores suelen asegurar: el autor de Doctor Rat, William Kotzwinkle, ama los bosques y las montañas, y es capaz de pasar dos largos meses a solas en una tienda de campaña, meditando varias horas al día, muy cerca de las cumbres. Él mismo contó que para escribir su novela Trouble in Bugland, en la que los protagonistas son insectos, pasó todo un verano de rodillas en el jardín trasero de su casa, observando a los grillos: “Sé cosas de los grillos que muy pocas personas conocen”, asegura.
Kotzwinkle no es un desconocido. No lo es en círculos literarios, donde está considerado uno de los mejores escritores estadounidenses contemporáneos, gracias a la calidad y la versatilidad de una extensa obra compuesta por novelas, principalmente de ciencia ficción, intriga y género fantástico, por libros infantiles, por volúmenes de relatos y por guiones de cine.
Si su nombre no quedara oculto en los títulos de créditos, un público mayoritario también reconocería el nombre de William Koptzwinkle: entre otras colaboraciones cinematográficas, es autor de la idea original de Pesadilla en Elm Street 4 o del guión de Supermán III. Adaptó, por otra parte, el guión de la mítica película de Steven Spielberg E.T., el extraterrestre a una novela extraordinariamente exitosa en los Estados Unidos. En España es conocido por su novela El nadador del mar secreto, una joya literaria publicada en 2014 por Navona para iniciar su colección ‘Los Ineludibles’.
Doctor Rat es un libro de lectura incómoda y, por momentos, difícilmente soportable. Ni más ni menos que el tema que se atreve a abordar: el trato que los humanos dispensan a los otros animales. Porque acusa y denuncia es un libro necesario.
Pero no solo. Doctor Rat es también una novela bella y maravillosa: “Como contrapunto a la malevolencia cómica de la rata colaboracionista, están las conmovedoras y elocuentes descripciones de la conciencia animal, en libertad y bajo el cautiverio más desgraciado: de perros corriendo libremente; de vacas y cerdos atrapados en los mataderos; de un águila majestuosa, símbolo de las aspiraciones de los animales; de ballenas juguetonas y enamoradas; de un elefante avejentado que pasa en silencio los pocos días que le quedan entre las sombra y la orilla del río; y de chimpancés, osos, tortugas, perezosos y serpientes, todos reunidos por una gran causa: la puesta a punto de su libertad”, tal y como apuntan, certeramente, sus editores.
Doctor Rat es una joya literaria traducida al castellano (por Antonio García Maldonado) en el mejor momento: el que ya muchos consideran como 'el siglo de los derechos animales'.