La masacre de Columbine
Los adolescentes Eric Harris y Dylan Klebold estudiaban en la Escuela Secundaria de Columbine, Colorado. El 20 de abril de 1999 mataron en su colegio a 13 compañeros y a un profesor, e hirieron a 24 personas más. Después se suicidaron. Habían provocado la quinta mayor masacre de esas características que se ha vivido en los Estados Unidos y una de las peores que recuerda el mundo.
¿Se pudo haber evitado aquella tragedia? Posiblemente. Según la criminología contemporánea, habría habido oportunidad de intervenir en el desarrollo psicológico de estos dos jóvenes asesinos si se hubiera dado importancia a un indicio revelador: de niños, ambos habían maltratado y mutilado a sus mascotas.
“La violencia es violencia”, sentencia la CoPPA (Coordinadora de Profesionales para la Prevención de Abusos), que considera que ha llegado el momento de tener en cuenta el impacto social que conlleva el maltrato a los animales: tal y como recoge la National Link Coalition (organización similar en EEUU, que incluye a criminólogos, policías y hasta agentes del FBI), el 50% de los “schoolyard shooters” (asesinos en las escuelas) tiene historiales previos de crueldad hacia los animales.
El ciclo de la violencia
Si la sociedad (antropocentrista, especista) no considerara que un perro solo es un perro o un gato solo es un gato, habría podido evitar mucho sufrimiento a los animales cercanos a Eric y a Dylan. Pero, además, quizás habría salvado a muchas personas en Columbine, porque previamente habría tratado de salvar de sí mismos a Eric y a Dylan. Si hubieran considerado violencia su comportamiento cruel con los animales cercanos, los responsables familiares, educativos y comunitarios de estos menores habrían podido (en realidad, habrían tenido la obligación de) desarrollar un vínculo de compasión que, según CoPPA, es el resultado de un proceso racional que, sumado a un proceso emocional, conlleva una sensibilización.
La CoPPA (colectivo de profesionales, organizaciones y expertos de la psicología, la psiquiatría, la pedagogía y la sociología) nació en Latinoamérica con el objetivo de favorecer la defensa y la protección de comunidades, grupos y seres especialmente vulnerables. Promoviendo cambios en la legislación, la educación y los patrones socio-culturales, trabajan en la prevención del abuso y maltrato de los grupos e individuos más indefensos de la sociedad. Entre ellos, incluyen a los animales. Están convencidos de que promoviendo una legislación y unas políticas públicas éticas y compasivas, también con los animales, se detendrá “el ciclo de la violencia”.
Eric y Dylan se habían formado en ese ciclo de la violencia. Un ciclo que desvela los vínculos que existen entre el maltrato a los animales y los crímenes violentos; la violencia doméstica; el maltrato, abusos sexuales y abandono de menores; el maltrato a personas mayores; la violencia escolar. Según la Comisión del Crimen de Chicago, el 82% de los infractores y delincuentes detenidos por maltrato animal ha sido arrestado previamente por agresiones y posesión de armas. De igual modo en sentido contrario: el maltrato animal resulta ser mejor predictor del abuso sexual que los antecedentes penales por homicidio, piromanía o delitos de armas de fuego, pues todos los condenados por homicidio sexual declaran tener un pasado de crueldad con los animales. El Dr. Frank Ascione, del Departamento de Psicología de la Universidad de Utah, ha estudiado en profundidad que los actos de maltrato animal en la infancia son algunos de los indicadores más fiables de unos trastornos de conducta que pueden acabar siendo tan graves como los del instituto de Columbine.
La experiencia en Latinoamérica
En un estudio presentado en Lima (Perú) en el año 2012, la doctora Carolina Castaño Rodríguez, coordinadora de CoPPA y profesora en la Australian Catholic University, concluyó que todos los estudiantes que presentaban altos niveles de agresión habían participado en actos de maltrato a animales cercanos. Muchos de ellos eran, asimismo, víctimas de una violencia que los había desensibilizado.
La CoPPA había aplicando en Bogotá (Colombia) una prueba piloto de educación para la compasión, con niños procedentes de ambientes muy violentos, obteniendo espectaculares resultados: identificaron sus emociones y reconocieron su propia capacidad de sufrir y la de sus compañeros; entendieron las situaciones que afectan a otros, humanos y animales; y reconocieron que sus acciones pueden herir a otros, humanos y animales. Al desarrollar su empatía por animales de otras especies, los niños de Bogotá lograron generar cambios en su comportamiento que supusieron el descenso de la violencia escolar e interpersonal, y de sus conductas antisociales.
Cuando Susana Baca, cantante, compositora y folclorista afroperuana, que fue ministra de Cultura de Perú y presidenta de la Comisión Interamericana de Cultura de la OEA, conoció los resultados de este trabajo declaró: “Muchos pueden sorprenderse del estrecho vínculo entre violencias que nos ofrecen estos datos. Pero a mí lo que me sorprende es que en algún momento hayamos pensado que eran violencias diferentes”.
PRODA, la experiencia en España
PRODA es un grupo de profesionales de diferentes disciplinas (educación, derecho, psicología, filosofía, etología, veterinaria y medicina, entre otras) que trabaja por los derechos de los animales humanos y no humanos para mejorar el respeto y la convivencia en beneficio mutuo. En diversos centros educativos de la Comunidad Valenciana han aplicado durante 9 años un programa similar al de CoPPA, impulsado por la Dra. Laura Dolz Serra (profesora de Psicología Básica de la Universidad de Valencia), por cuyos resultados han recibido incluso la felicitación oficial de su Consejería de Educación, que ha reconocido que su aplicación “mejora la conducta prosocial del alumnado”.
Aprovechando la gran afinidad emocional que desde muy temprana edad existe entre los niños y los animales, y el importante papel que desempeñan los animales en el desarrollo infantil (a través de los cuentos, las películas, los muñecos, el teatro), el programa de PRODA ha llegado a muy esperanzadoras conclusiones: los profesores han percibido una disminución en la agresión física y verbal de los niños, una disminución de la inestabilidad emocional de los niños y el aumento de su empatía. A través del respeto a los animales se ha reducido el bullying y la violencia interpersonal de los menores.
El Gobierno del PP incumple las recomendaciones de la ONU sobre protección a la infancia
La Organización para las Naciones Unidas (ONU), por medio del Comité de los Derechos del Niño, integrado por 18 expertos en el campo de los derechos de la infancia procedentes de distintos países del mundo, se pronunció recientemente de forma expresa en contra de que los niños participen y asistan a eventos taurinosparticipen y asistan a eventos taurinos. Así lo expresó el Comité en las observaciones finales dirigidas a Portugal tras el examen del informe presentado por este país para dar cuenta ante los expertos internacionales de sus medidas adoptadas para proteger a la infancia, en virtud de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN).
España también ha ratificado dicha Convención, pero no solo vulnera su contenido de manera sistemática sino que promueve desde las instituciones esa vulneración, al exponer a la violencia física y mental a los niños que asisten a las escuelas taurinas, a los niños que entrenan y actúan en plazas de toros o ganaderías privadas y a los niños que son espectadores de corridas de toros y otros eventos taurinos.
De ello nos ocuparemos en un próximo post. Aquí solo añadir que si Eric y Dylan, los adolescentes asesinos de Columbine, hubieran sido españoles, no solo habrían mutilado a su mascotas sino que, además, habrían estado expuestos a una violencia oficial contra los animales que sin duda se sumaría a su propia violencia y acaso ayudaría a precipitar su masacre. Pues, ¿cómo esperar compasión desde la crueldad?