El artista Julio Viera continúa ferviente al surrealismo

El artista grancanario, nacido en el popular barrio pesquero de San Cristóbal, afincado actualmente en Palma de Mallorca, ha inaugurado una muestra surrealista recientemente en la Galería Jandro (también pintor), en aquella capital mallorquina. Residente en Palma desde finales de la década sesenta, después de que abandonara Montmartre, en París, donde pintó y habitó junto a otros artistas canarios: Domínguez, Corujo, Ramírez, y anteriormente, Óscar Domínguez.

La muestra, eminentemente surrealista, es un homenaje que el artista-galerista Jandro quiso realizar para conmemorar el octogenario aniversario de vida del pintor canario, que como dice, en su verbo surreal: “Mi primer cuadro lo pinté en el vientre de mi madre”. La muestra que se tituló Exposición Homenaje al Surrealismo Mágico, estuvo abierta durante los meses de mayo y junio del presente año. El éxito quedó manifestado por los muchos visitantes que tuvo, para catar los deleites contemplativos plásticos, y entre los coleccionistas de este peculiar arte surreal de Julio Viera, que aún mantiene vigente, y desde que fuera afianzado como lenguaje plástico, en su etapa en la capital parisina.

El surrealismo mágico que elucubra e interpreta gráficamente Julio Viera, sigue inalterable desde sus primeras y balbuceantes etapas, aún en plena juventud (y antes de marchar a trabajar en las minas holandesas de carbón, bajo mil metros en las entrañas terrestres, a finales de los cincuenta), cuando hiciera los primeras obras desde su primer taller en San Cristóbal. Y durante su etapa de autoformación en la Escuela Luján Pérez. Tuvo la suerte de nacer diez años después del primer Manifiesto de la Revolución Surrealista, en 1924, mentada por el pope del suprarrealismo André Bretón, en París. En este movimiento se adoctrinó por ser el más idóneo para su personalidad artística.

Todas sus oníricas obras están cautivadas bajo los dominios de la excentricidad que sojuzga su instinto, sin preceptos estéticos de rigor durante el proceso de la fantasía creadora de este singular “genio del surrealismo”, como se autocalifica. Sin credo estético a los que someterse, plasma sus inconexas representaciones, bajo una actitud anatematizada de su mente que libera al artista de dogmas y razones predefinidas. Todas sus pinturas tienen una derivación en este peculiar polifaceta creativo, en la variada elección de sus elementos simbólicos libertarios con los que plasma sus obras. En ellas no falta, como en su propia personalidad, la realidad vista a través de los espectros surrealistas, aderezados de sarcásticas escenas bajo el constante humor que le caracteriza.

Julio Viera está ausente de su tierra natal desde hace casi seis décadas, y no obstante, permanece en sus recónditos psíquicos en eficaz remembranza, las imágenes y asuntos de su amada roca emergida de los abisales del Atlántico que nos baña. Éstas ínsulas están siempre presentes en sus temas, figuras y motivos, en la exégesis de sus argumentos pintados. La motivación y recuerdos de sus islas aún prevalen en las obras que elucubra en temas, figuras y costumbres que ha vivido, y que ahora recuerda y las plasma en sus lienzos reales-surreales. Los títulos de sus obras, volcanes, camellos, castillo de San Cristóbal, gallos, carnavales, paisajes, y sobremanera, los azules marinos y límpido firmamento isleño. Y gastronómicamente, aún sigue degustando el gofio que le envían desde nuestra isla. De ahí su energía mental, aderezada de la insania habitual hacen que sea su creación de genialidad.

Este artista ha sido de los pocos que ha vivido toda su existencia de sus trabajos artísticos, sin recurrir a labores paralelas para ganarse el sustento y el de su familia. Tampoco ha tenido, con la dignidad que subyace en las personas honorables, que hacer pasillos en la búsqueda de los favores oficiales, para mendigar la adquisición de una obra o la realización de una gran exposición, tanto en su tierra natalicia como en la de adopción, de tantos años anidada.