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Podemos: Leninismo 3.0
Ese tipo listo (en todas las acepciones de la palabra) que es Pablo Iglesias, principal dirigente de esa fuerza política (en todas las acepciones de la palabra) que es Podemos, se ha puesto de acuerdo con su equipo de colegas de la Complutense que son –además- el equipo dirigente de Podemos, y ya tienen prácticamente decidido que no concurrirán a las elecciones municipales, pero sí a las regionales. Se trata de una decisión correcta y muy inteligente, que demuestras que esta gente se viste por los pies y sabe que aquí de lo que se trata es de presentar candidaturas muy controladas, que tengan el tirón del liderazgo y carisma de Iglesias y de las propuestas políticas de la dirección de su grupo.
Porque una cosa es proponer que se haga política de abajo a arriba, convocando asambleariamente a todo el que quiera participar en el tinglado, y otra muy distinta permitir que los Círculos Podemos presenten sus propias candidaturas locales y se enfrenten a las contradicciones propias de un proceso generalizado de selección de candidatos en miles de municipios. En el actual estado de cosas, iniciar ese proceso sería someter a Podemos al riesgo de su propia autodestrucción. Porque no es lo mismo hacer política por arriba que hacerla por abajo. En el estado naciente actual de amalgama de ideas rupturistas, discurso populista y denuncia generalizada de la casta, asumir que los Círculos decidan miles de candidaturas es un peligro. Aunque el discurso de Iglesias a los Círculos sea precisamente el contrario.
Personalmente, creo que Iglesias hace justo lo que tiene que hacer, de hecho, hace lo único que puede hacer. Lo que pasa es que dice que hace justo lo contrario: no le gusta aplicar los viejos conceptos de izquierdas y derechas, pero lo suyo es el diseño tradicional de los pequeños partidos de vanguardia. Si no estuviera muy pasado de moda, podría decirse que Iglesias aplica el manual del perfecto comunista, en su edición más leninista: todo para las masas, y ahora, incluso la idea de que son ellas quienes toman las decisiones gracias a las tecnologías de la información. Pero sin que las masas puedan acceder directamente a las decisiones cruciales de la política, que tienen mucho que ver con la forma en que se aplican los programas que aprueban (en teoría) las masas, y con quienes los ejecutan. Una buena pregunta es por qué las masas de Iglesias, ese millón de afiliados virtuales de Podemos que crecen felizmente en los Círculos, no están preparados para organizar candidaturas municipales que respondan a sus propios criterios e intereses. ¿Por qué no lo están? Pues porque la dirigencia de Podemos se interpreta a sí misma como una anticasta –una vanguardia académica- que quiere dirigir y controlar ese y todos los procesos, como controlaron el de las Europeas por cooptación entre los cuatro amigos de Iglesias, y como van a controlar la selección de candidatos en las elecciones regionales. En resumen: política para los de abajo hecha por los de arriba, evitando caer en lo que Lenin calificó como “enfermedad infantil del izquierdismo” en uno de sus catecismos más influyentes.
Iglesias y los suyos son leninistas, pero leninistas 3.0., leninistas enchufados a la red. Son gente de izquierdas, haciendo populismo de izquierdas y aplicando las técnicas tradiciones del centralismo democrático para construir un gran partido de izquierdas, férreamente controlado, con vocación de hacer políticas de izquierda clásica. Es una fórmula que no se veía en el patio público español desde que los maos se retiraron de la escena para ganarse la vida como curas, diseñadores o cocineros. Con el agotamiento del PSOE y la inanidad de Izquierda Unida, probablemente este país necesitaba algo parecido a lo que está haciendo Iglesias, a ver si así la izquierda española se sacude el polvo de tantos años de moqueta y espabila.
Bravo, pues, por Iglesias. El tío lo está haciendo muy bien. Pero que no nos cuente milongas…
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