La granja de pulpos en Canarias continúa en evaluación ambiental tras hallarse posibles “efectos adversos significativos”

Imagen de archivo de un pulpo

Toni Ferrera

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La granja de pulpos en Las Palmas de Gran Canaria que promueve la empresa Nueva Pescanova, la primera en el mundo, continúa en trámite de evaluación ambiental después de detectarse posibles “efectos adversos significativos” el pasado verano. El proyecto había sido sometido en un principio a la evaluación simplificada, pero, tras un trámite de consulta en el que distintas administraciones alertaron de diversos impactos, el Gobierno canario decidió someterlo al procedimiento ordinario, el más exhaustivo.

La iniciativa de la mercantil afincada en Galicia consta de una instalación de poco más de 50.000 metros cuadrados en el Puerto de Las Palmas, en la dársena de La Esfinge. Actualmente, la parcela se emplea como zona de acopio o almacenamiento de diferentes tipos de materiales. Nueva Pescanova ha reservado 50 millones de euros para la ejecución material de la futura granja. Con ella, pretende producir unas 3.000 toneladas anuales de pulpo, lo que equivaldría a más del 10% de la producción nacional de este animal.

En un primer momento, el proyecto fue sometido a la evaluación ambiental más asequible, la simplificada, por tratarse de una instalación para la acuicultura intensiva con una capacidad de producción anual superior a las 500 toneladas, categoría incluida en este tipo de procedimientos. Sin embargo, después de un trámite de consultas en el que hasta 12 organismos públicos informaron sobre previsibles impactos de la actividad, la Comisión Autonómica de Evaluación Ambiental (CAEA) decidió someter a la futurible granja a la evaluación ordinaria tras detectar posibles “efectos adversos significativos”. Ese proceso sigue vigente y aún no ha sido resuelto, indican fuentes del Gobierno canario.

Más allá de las críticas esbozadas por colectivos ecologistas y científicos contra los planes de Nueva Pescanova, el análisis realizado por la docena de instituciones citada es puramente técnico. El informe de la CAEA señala que el consumo energético de la instalación será de 22.900 MWh, de los cuales el 7% provendrá de energía solar. También indica que serán necesarios 150.000 metros cúbicos de agua al año para el mantenimiento de los pulpos, que no se ha estimado la producción de residuos ni durante la fase de construcción ni de desmantelamiento. Y que la actividad implicaría una emisión de 4,58 kilotoneladas anuales de dióxido de carbono (CO2).

En clave de contaminación atmosférica, el documento ambiental de la empresa reconoce que trabajará con “materia prima animal (…) susceptible de potencial mal olor”, pero apunta que “es poco probable este efecto”, algo que la CAEA matiza. “Se obvia que, muy próximo a la zona donde se proyecta la planta, existe una terminal de pasajeros de línea comercial, además de algunas industrias cercanas donde desarrollan su trabajo muchos trabajadores”, explica la Comisión.

El aumento de los niveles sonoros durante la edificación de la obra (por las excavaciones puntuales, el tráfico de camiones o el funcionamiento de los motores de los vehículos destinados al transporte) en un ámbito portuario con uso industrial “intensivo”, que ya genera un ambiente con “bastante ruido”, también preocupa. “Este ruido puede afectar a la población cercana y a la fauna que se pudiera encontrar en la zona de obras o adyacentes”, continúa el texto de la CAEA.

La Comisión ha pedido a Nueva Pescanova que especifique qué desinfectantes va a utilizar, porque hasta el momento no los ha detallado. Y ha alertado de la que considera “la principal fuente de contaminación de la industria acuícola”: el vertido de materia orgánica al mar, principalmente de restos de piensos no ingeridos por los animales en cautividad y heces de los mismos.

La granja de pulpos en Las Palmas de Gran Canaria prevé expulsar más de 1,9 toneladas al día de sólidos en suspensión, 0,019 toneladas diarias de nitritos y 0,077 de fosfatos. El incremento de carbono orgánico total sería de 0,192 toneladas cada jornada. El documento ambiental de la compañía reconoce que el impacto en este sentido es “de gravedad compatible”. Pero la CAEA va más allá y recuerda que el agua donde serán vertidos todos estos desechos, la ubicada en el puerto de la capital grancanaria, es una masa “abrigada o protegida” del viento, oleaje y mareas al estar resguardada por los diques del muelle, “con lo que cabe esperar un empeoramiento significativo de la calidad del agua portuaria” por la ausencia de corrientes que pudieran diluir el vertido.

El informe plantea establecer un diseño de muestreo “efectivo” que permita detectar los cambios biológicos, ecológicos y físico-químicos del agua. El actual, de hecho, “no (…) define el número de muestras a tomar, su profundidad, georreferenciación, etcétera”. Por otro lado, Nueva Pescanova también espera captar agua en la toma submarina para su posterior empleo en la planta de acuicultura. Esa agua, la ubicada en la zona del proyecto, “no es adecuada para fines que tengan que ver con el consumo humano”. Y está pegada a otra, perteneciente al Puerto de Las Palmas, “que es sin duda un foco de contaminación importante”.

“La cría y el engorde de los pulpos está proyectada en unas aguas industriales expuestas a los habituales vertidos incontrolados de hidrocarburos y de otras sustancias procedentes del almacenamiento y la actividad del puerto. Su impacto en las condiciones de seguridad alimentaria del pulpo es cuanto menos desconocido”, ha informado la Dirección General de Salud Pública.

En lo que respecta al área geográfica donde estará la granja, la CAEA no encuentra afecciones relevantes en el suelo (en estos momentos funciona como zona de vertido y extracción), la geología, las zonas costeras y la hidrología en el medio terrestre. El impacto en el ecosistema marino sí se prevé por lo mencionado anteriormente, esto es, la expulsión de materia orgánica en un entorno con escasa renovación. También por la evidente extracción de recursos naturales tanto para la elaboración de piensos como de alimento vivo, una práctica común en la acuicultura que hace que, “sin duda”, dice la Comisión, “esta industria no alcance la sostenibilidad por el momento”.  

La parcela no se encuentra incluida en ningún espacio natural marino ni terrestre protegido por la legislación vigente. A unos 800 metros al noroeste sí está el Área Marina de la Isleta, integrante de la Red Natura 2000. También fue localizado un fragmento de una nave que ha naufragado en donde se realizará el retorno del agua. El Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria ha pedido un estudio pormenorizado de ello.

En resumen, la CAEA considera que los impactos terrestres de la futura instalación están más “definidos”, son más concretos. Pero los previstos en el medio marino son “complejos” de estimar, tanto en naturaleza como en intensidad, porque están “muy condicionados” por las características del mar (vientos, corrientes, oleaje, mareas, topografía y profundidad…). Aun así, el informe cree que “una vez definidos [los impactos] correctamente”, Nueva Pescanova puede hacer que la iniciativa sea “mucho más sostenible desde el punto de vista ambiental”.

En un artículo publicado en Euronews, la empresa gallega informó que quiere seguir con los procedimientos administrativos necesarios para crear la primera granja de pulpos del mundo en Canarias. Ha fechado su apertura para 2027.

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