La historia de Las Palmas de Gran Canaria, enterrada en la playa de Las Canteras
En líneas generales la historia de una ciudad está palpable y se puede conocer con un paseo, pero en el subsuelo se encuentran también vestigios que permiten retrotraerse hasta épocas pasadas. Eso es lo que ha hecho el arqueólogo José Guillén, quien este miércoles dio a conocer en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria su estudio El patrimonio subacuático de la playa de Las Canteras.
Durante más de una hora el arqueólogo desgranó los últimos siglos de la ciudad a través de los resultados preliminares de la primera campaña de prospecciones arqueológicas subacuáticas realizada en verano de 2015 en la playa de Las Canteras, a raíz del hallazgo casual de algunos restos cerámicos sumergidos en sus aguas. Estos trabajos fueron financiados por el Cabildo de Gran Canaria.
El patrimonio cultural, según explicó el experto, recoge todas las huellas de la existencia humana y es un campo muy amplio que abarca desde estructuras a edificios, objetos, buques, aeronaves o el cargamento de estos. Así, el hallazgo de estos elementos tienen un contexto que muestran una época anterior. De este modo, Guillén recuerda que bajo Las Palmas de Gran Canaria existe una zona de presunción arqueológico, que es la que está en la zona del istmo en las calles Albareda, Juan Doreste o Rosarito, donde a principios de este siglo se encontraron enterrados restos humanos de soldados del siglo XVI. Sin embargo, no es tan conocida la historia que alberga la Playa de Las Canteras, que otrora era el Puerto del Arrecife.
El arqueólogo comenta que la principal playa de la ciudad es una zona de notables valores naturales pero que tiene un aspecto histórico menos conocido. Así, el equipo coordinado por este licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria empleó dos metodologías para realizar los trabajos, por un lado el uso de documentos históricos y de hemeroteca, y por otro el trabajo de campo con prospecciones arqueológicas subacuáticas. El objetivo no es aportar datos nuevos porque la historia “es conocida, pero aportamos qué queda”, sentencia Guillén.
De este modo, los textos históricos recalcan la importancia del Puerto del Arrecife. Torriani en el siglo XVI cuenta que existe un fondeadero en este lado de la ciudad y hay constancia de que Pedro León de La Rúa concertó un viaje a Panamá en una nao. También en este siglo, además del uso portuario en Las Canteras, previsiblemente hubo un corral de pesquería que iba desde La Barra hasta dos brazas por encima de la arena. En el siglo XVII la vinculación marítima está relacionada con el tráfico dentro de Gran Canaria y de travesía a Tenerife, por lo que los buques eran más pequeños. En esta zona del istmo por aquella época sólo estaba construido la ermita y el Castillo de La Luz, un mesón y una posada.
Ya en el siglo XVIII se tiene constancia del uso de La Barra como cantera, llegando a mandarse las piedras a América y hasta Japón. Entre los edificios en los que se pueden ver restos de esta zona de la playa está La Catedral de Santa Ana. Sin embargo, la piedra ganó prestigio usándose para crear pilas para filtrar el agua. Incluso, la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria pidió que se paralizara la extracción de rocas en favor de las pilas, actividad que se desarrolló a lo largo del siglo XIX. De La Barra se explotaron unos 15.000 metros cúbicos, es decir, se podría rellenar un cono volcánico de 21 metros de alto y 52 de diámetro. Guillén narra que las pilas eran compradas por los barcos que hacían escala en Canarias y llegaban a rincones de todo el mundo. De hecho, sospecha que una pila hallada en Australia en un navío británico fuera adquirida en el Archipiélago.
En ese siglo existen referencias a dos naufragios: un barco canario y una fragata francesa que se hundió en la punta de La Barra en 1780. En el XIX todavía no había elementos construidos en Las Canteras, pero se tenía constancia de que se realizaban reparaciones navales en la zona de La Puntilla. Guillén indica que en 1857 se proyectó la construcción de un astillero y en una inmersión que hizo en Arinaga encontraron un buque que pudo haber sido construido aquí. Debido al bajo calado del puerto, en 1880 se dinamitó parte de La Barra para que entraran barcos más grandes.
La primera construcción en Las Canteras fue la casa del cable telegráfico, situada en la orilla en la zona de Peña La Vieja y que estuvo en pie hasta los años 50 del siglo XX. Es en este siglo cuando se pierde el nombre del Puerto del Arrecife, debido al uso más lúdico de la playa, y se cambia por el de Las Canteras, en relación a la actividad que aquí existió. En los años 20 se construyó la CICER, en el por entonces municipio de San Lorenzo.
¿Qué se ha encontrado en los trabajos?
¿Qué se ha encontrado en los trabajos?Una vez que palparon el saber de los textos, comenzaron el trabajo de campo, que tuvo lugar entre la primavera y el verano de 2015. La mayor dificultad fue la gran cantidad de arena existente. No obstante, encontraron cuatro cables pertenecientes a la antigua línea telegráfica que unía Gran Canaria con la Península vía Tenerife. En La Barra, localizaron marcas de la antigua cantera, incluso algunas losas preparadas para extraerse. Y en La Cícer las arquetas que salieron a la luz el año pasado y que, una vez soterradas, volvieron a desenterrarlas para esta investigación. Estas arquetas se empleaban para acceder a un túnel que tenía en su interior una tubería. En los 60 se planteó la construcción de Los Muellitos que sirvieron para defender el sistema de refrigeración de la central.
Así mismo, en la parte norte de La Barra se hallaron restos de loza y otros elementos metálicos y de cerámica que podrían provenir de naufragios o de carga caída de barcos. No obstante, Guillén explica que probablemente existan más bajo la arena y cree que tiene que haber vestigios del corral de pesca del siglo XVI.
El historiador afirma que la zona más interesante desde el punto de vista arqueológico es La Puntilla porque aquí se refugiaban las embarcaciones y se encontraba el carenero, por lo que es un área “fértil” y “de gran sensibilidad arqueológica”. Entre los restos avistados, cerámicas de tipología bastante variada, sílex y clavos.
Guillén concluye que esta primera aproximación del estudio arqueológico ayuda a orientar futuras actuaciones y poner en valor este patrimonio histórico. Con la documentación histórica que sitúa tres naufragios en la zona, futuros estudios podrían permitir contrastarlos. Sobre los elementos más recientes como los cables y las arquetas de La Cícer, el historiador entiende que son elementos que se tienen que proteger y difundir porque “han caído en la picota por su cercanía con la actualidad”.
José de León, inspector de Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria que estuvo presente en la conferencia, abogó por poner en valor y conservar estas construcciones que aunque ahora sean más o menos recientes, en el futuro servirán para conocer el pasado a las futuras generaciones. Sobre el trabajo de José Guillén, le vio atractivo para desarrollar submarinismo arqueológico en la playa.