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''El Africom en Canarias, para el petróleo de EEUU''

Pocas personas conocen al detalle la situación actual del África subsahariana, y una de ellas es el congoleño Mbuyi Kabunda. Responde a las preguntas sobre este tema con calidez y cercanía, y su análisis, sereno y desde la distancia, trata de exponer las realidades del continente a la vez que desmontar sus mitos.

Su erudición sobre África es igual de grande que su currículum. Aparte de impartir clases en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), ha sido profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Lubumbashi (República Democrática del Congo) y profesor honorario en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha compaginado la docencia con la escritura de libros y centenares de publicaciones en donde analiza la situación de este continente.

También es profesor del Instituto Internacional de Derechos Humanos de Estrasburgo, un puesto que encaja a la perfección con su visión de las relaciones internacionales: “El primer deber que ha existido en todas las culturas, es el deber de solidaridad”, comenta. La entrevista se realiza en la Fundación Carlos de Amberes, en Madrid, donde es director del Observatorio de Estudios sobre la Realidad de África Subsahariana.

¿Existen prejuicios en Occidente sobre el África subsahariana?

Sí, son prejuicios heredados de siglos pasados que están en el subconsciente occidental. Se piensa que no somos capaces de conseguir por nosotros mismos ni el desarrollo ni la democracia. Los dirigentes africanos han contribuido a esto. El problema no es la geografía o el clima, sino la organización y las instituciones.

¿Qué problemas atraviesa esta región del continente?

El África subsahariana para mí es un concepto, fruto del periodo precolonial, el colonial y el postcolonial. Estas tres dimensiones a menudo se fusionan para dar al Estado negro africano su especificidad. Está marcado por la crisis del estado y la crisis del desarrollo.

¿A qué se refiere con 'crisis del estado'?

A la ruptura que existe entre el estado de tipo colonial, importado, que no ha podido arraigarse en los valores africanos, y la sociedad que pretende gobernar. La democracia que se lleva a cabo en este continente desde hace dos décadas se encuentra en un callejón sin salida, porque se trata de una democracia de tipo occidental impuesta.

¿Apuesta por un desarrollo desde dentro?

El grave error que se ha producido en este continente ha consistido en reproducir el modelo occidental. Todas las teorías concebidas desde la década de los 60, que habían convertido a África en un laboratorio, han conocido un fracaso mayúsculo, precisamente por no haber tenido en cuenta la idiosincrasia de los pueblos africanos. El desarrollo supone ante todo la ruptura con la dependencia, y es ante todo endógeno, tiene que partir desde dentro, y la cooperación al desarrollo puede servir sólo de paliativo.

¿Cómo se explica que, siendo África el continente que más ayuda para la cooperación al desarrollo recibe, siga siendo el más subdesarrollado?

Porque ha servido para todo salvo para el desarrollo. Es un negocio. Los países donantes han dado prioridad a sus intereses económicos y geopolíticos, y nunca la ayuda ha tenido como principal objetivo la lucha contra la pobreza. Prueba de ello es que estamos a tres años de los famosos Objetivos de Desarrollo del Milenio, y solamente cinco países podrían alcanzarlos, que son Namibia, Botsuana, Sudáfrica y las Islas Mauricio y las Seychelles, y porque ahí ya existía una base previa.

Ha comentado que África necesita más justicia que ayuda. ¿A qué se refiere con más justicia?

A la eliminación de las asimetrías de toda índole. ¿A qué sirve dar tanto dinero al continente si se mantienen unas políticas macroeconómicas contra el desarrollo? ¿A qué sirve dar tantos fondos si al mismo tiempo se mantienen altas tasas de interés? ¿A qué sirve dar tanto dinero y al mismo tiempo no se permite a los africanos utilizar el comercio internacional para desarrollarse? El proteccionismo económico del norte está creando desastres en el continente africano.

Multinacionales estadounidenses tienen pensado instalarse en Canarias como plataforma para entrar en los mercados de África occidental, ¿qué opinión le merece?

Es una región que fundamenta su economía en la agricultura y la minería. Pero fundamentalmente estamos hablando de una zona a orillas del Golfo de Guinea. ¿Cuál es la característica de esta zona, que está relativamente cerca de las Islas Canarias? El petróleo. Estados Unidos exporta hasta ahora el 15% del petróleo del Golfo de Guinea, y como el petróleo forma parte de sus objetivos estratégicos, ante las incertidumbres de Oriente Medio, está buscando alternativas. De ahí su objetivo de pasar del 15% actual al 25% de aquí al año 2020. Es un petróleo que se exporta en alta mar, lejos de los disturbios del continente. Esta importancia del petróleo se acompaña de la presencia del Africom en las Islas Canarias, el mando militar estadounidense para África. Aparentemente la intención es luchar contra el terrorismo de Al Qaeda en el Sahel. Pero el objetivo principal es asegurar el suministro del petróleo del Golfo de Guinea.

¿Entonces la conexión entre Canarias y África occidental es principalmente para ejercer un control sobre el continente?

Canarias se ha convertido en la plataforma para luchar contra los peligros del continente africano. Pero a su vez no puede seguir dando la espalda durante mucho tiempo a este continente. Deben asumir lo que su entorno inmediato le impone. No se puede permitir bajo ningún concepto unas islas de prosperidad al lado de un océano de miseria. Tarde o temprano este océano corre el riesgo de invadir a estas islas. De ahí la necesaria toma de conciencia de los políticos canarios de su cercanía geográfica, y de ocuparse de la lucha contra el subdesarrollo. ¿Qué nos pueden aportar las Islas Canarias? Formación en la agricultura y el turismo, pero desgraciadamente también se ha dado prioridad al comercio. Estamos en la misma lógica económica de las potencias occidentales. Yo siempre insisto en el desarrollo del capital humano.

¿Cuál es la situación de los flujos migratorios desde el continente africano hacia Europa?

Las migraciones son más intracontinentales que extracontinentales. El 80% de las migraciones son dentro del propio continente. Hay unos cuarenta millones de inmigrantes internos, y el norte recibe únicamente cuatro millones. África se ha encargado de recoger su propia miseria. De diez emigrantes que salen de sus territorios ocho se quedan en zonas cercanas, y con un tratamiento a veces peor que los que llegan a Europa.

Estamos ante un problema doble. Con una población envejecida Europa necesita mano de obra, pero no se hace énfasis en ello.

El problema es que se reconoce el derecho de emigración, la propia Declaración Universal lo dice claramente, pero no se reconoce el derecho de inmigración, el de ser acogido. Kofi Annan decía en su tiempo que los inmigrantes y Europa se necesitan mutuamente. Unos por la mano de obra y los otros para buscarse la vida. Los países europeos no pueden cerrar sus puertas. Además las migraciones contribuyen a la eliminación de desigualdades entre el norte y el sur, a través de las remesas o la transferencia de conocimientos. Es una especie de diálogo entre los pueblos.

Sin embargo, habría que intentar encontrar una solución equilibrada.

Sería demagógico exigir a los países europeos que deben abrir sus fronteras totalmente, pero sería igual de utópico decir que tienen que cerrarlas del todo. Entre ambos extremos hay soluciones, y estas pasan por una gestión equilibrada de estos flujos migratorios. Estamos ante dos dinámicas totalmente opuestas. Por una parte una África cercana, empobrecida y cada vez más joven, y por otra una Europa cada vez más rica y con escasez de población. Es eso el efecto llamada y no la regularización.

¿Entonces tiene sentido hablar de efecto llamada como hasta ahora?

No. El efecto llamada son las desigualdades, no la regularización. La condiciones de exclusión que se han reunido en el continente africano y las de atracción en los países del norte. Incluso sería correcto hablar de efecto huida.

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