Alegranza: una isla virgen habitada por la basura

Madera, redes y restos de basura procedente del tráfico marino acumulada en Caleta de El Trillo, Alegranza

Natalia G. Vargas

Las Palmas de Gran Canaria —

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Alegranza, una isla virgen situada a orillas del Atlántico, al norte de Lanzarote, ha sido invadida por la basura. Madera, boyas, botellas de plástico, cuerdas y redes de pesca han aparecido en sus costas en los últimos años. La última vez data de este mes de julio, en Caleta de El Trillo. Las corrientes han arrastrado distintos materiales vinculados al tráfico marítimo hasta este pequeño territorio de diez kilómetros cuadrados, propiedad de la familia Jordán-Martinón y que solo puede ser visitado mediante un permiso de la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias. La investigadora del grupo EOMAR de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Alicia Herrera Ulibarri explica que durante sus visitas al islote con fines científicos han identificado incluso materiales etiquetados en 1999 procedentes de Massachusetts, en Estados Unidos. “Hay basura que puede llevar 20 años flotando en el mar y termina en Alegranza”, señala.

La ubicación de la segunda isla más grande del Parque Natural del Archipiélago Chinijo la convierte en el primer obstáculo con el que se topan los desechos que se dirigen a Canarias. “Sus playas y sus calas están totalmente expuestas y terminan acogiendo basura que procede tanto desde el norte de Europa, África, como de las costas estadounidenses”, apunta Herrera. En otras ocasiones, los restos del tráfico marítimo logran alcanzar La Graciosa. Ninguna de las etiquetas localizadas hasta el momento sitúa el origen de los materiales en el resto de la comunidad autónoma. Sin embargo, el itinerario que siguen estos elementos hasta llegar a las Islas está aún en fase de investigación. Por ello, el grupo de científicos ha pedido colaboración ciudadana: “Necesitamos que, si alguien encuentra este tipo de etiquetas en nuestras playas, nos las haga llegar”. 

A través de las redes sociales, miembros del Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF) han compartido imágenes de otros restos localizados en el Archipiélago Chinijo. El biólogo Juan Alexis Rivera informó del hallazgo de la etiqueta de una trampa de langostas procedente de Estados Unidos. El científico señala que la plataforma medioambiental lleva realizando limpiezas de la zona con voluntarios desde 1998, localizando incluso un frigorífico en 2013 y “recogiendo todo lo inimaginable que el hombre es capaz de tirar en el mar”. WWF trasladaba a Lanzarote hasta 1.500 kilos de plásticos “si la limpieza se podía realizar anualmente” y hasta 4.500 de residuos si transcurrían varios años. “Es desolador, tras años trabajando en investigación y en concienciar sobre la problemática de la contaminación por plásticos, hoy es de esos días en que veo un futuro muy negro y dudo de si existe una solución”, lamentaba Herrera Uribaldi.

La investigadora ha realizado otros estudios del litoral canario en el marco del proyecto Microtrofic de la ULPGC, que indaga en la contaminación por microplásticos y sus efectos en los organismos marinos. El trabajo Microplastic ingestion by Atlantic chub mackerel in the Canary Island coast ya mostró en 2019 algunos de los efectos de acumular basura en el litoral isleño. Pintura, fibras, redes de pesca y films fueron algunos de los materiales hallados en el estómago de 94 caballas, de las 120 estudiadas en Gran Canaria y Lanzarote. “Una de las hipótesis es que provengan de las aguas residuales sin tratar que descargan al mar cientos de miles de fibras procedentes del lavado de ropa”, apuntaba el documento. 

Entre las principales consecuencias medioambientales de la acumulación de basura en Alegranza se encuentra su afección a las aves protegidas que habitan la isla y de la amplia diversidad de peces que ocupan sus aguas. El islote es un punto de paso utilizado por los halcones Eleonora para alimentarse de pequeños pájaros, pero su especie por excelencia es la Pardela Cenicienta, incluida en el Catálogo Español de Especies Amenazadas y de la que hay entre 10.000 y 20.000 parejas en la Isla. El impacto de la basura en estas aves aún se desconoce, según la investigadora de la ULPGC, pero recuerda que otros estudios sobre el impacto de los plásticos en el entorno natural han identificado hasta siete partículas de microplásticos por cada pichón hallado muerto en Canarias. 

La protección que recibe este espacio condujo al Juzgado de lo Penal Número 1 de Arrecife a condenar el pasado 16 de mayo de 2019 a diez hombres que participaron en un asadero ilegal de pardelas en Alegranza. Todos ellos incurrieron en un delito contra el medio ambiente en su modalidad de protección a la fauna y fueron condenados a multas superiores a 8.000 euros e inhabilitados para desarrollar actividades vinculadas a la caza. A raíz de este suceso, WWF ya denunció en 2015 que el Archipiélago Chinijo se había convertido en un “espacio natural protegido de papel” por no contar con la necesaria vigilancia, exigiendo a las administraciones una mayor implicación.

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