Amaro Pargo: un corsario tinerfeño e internacional
Había vivido la figura de Amaro Pargo en ese semiolvido tan habitual de los personajes históricos locales, solo roto por algún trabajo de investigación, efeméride, página periodística, o proyecto cultural o educativo. Por más que se tratase de uno de los corsarios españoles con más reconocimiento de su tiempo, las andanzas de este personaje de los siglos XVII y XVIII eran muy poco conocidas. Hace unos meses, inesperadamente, se supo que la compañía de videojuegos Ubisoft, creadora del popular Assassin's Creed, iba a costear la exhumación y estudio de los restos del marino tinerfeño, enterrados en la iglesia de Santo Domingo de Guzmán (La Laguna). Sonaba raro. El objetivo, aún más: realizar estudios de ADN y un retrato fidedigno de su rostro para, probablemente, introducirlo como personaje en esta saga que cuenta con más de 50 millones de jugadores en todo el mundo.
Esta imprevista vuelta de tuerca en la historia del realmente llamado Amaro Rodríguez Felipe se produjo cuando los desarrolladores de videojuegos de Ubisoft, en tareas de investigación y documentación, se encontraron con un corsario y comerciante de notable influencia en la denominada edad de oro de la piratería. Había tenido una vida azarosa, fama y riquezas, acaso una importancia parecida a piratas como Barbanegra o Francis Drake; sin embargo, el tiempo lo fue desplazando a un segundo plano. Nació en La Laguna el 3 de mayo de 1678 y murió el 14 de octubre de 1747. Perteneció a una familia acomodada de la ciudad que tenía su domicilio en la plaza de San Cristóbal y que contaba con numerosas propiedades. La nobleza de su entorno no fue óbice para que sus años de juventud acabasen marcados por la pujante piratería de la época en Tenerife, merced a acantilados propicios para el asalto y debido a la posición de Canarias. Aquellas influencias lo acabaron llevando a embarcarse como aprendiz.
Según explica Manuel Fariña, profesor de Historia de América de la Universidad de La Laguna, en La evolución de una fortuna indiana: d. Amaro Rodríguez Felipe, el corsario de origen lagunero supo obtener grandes beneficios del comercio canario-americano, dado que no se limitó a transportar exclusivamente emigrantes o mercancías con destino a las Indias, sino que reinvirtió los beneficios en la producción agrícola insular a través de sus numerosas fincas de Tegueste, Tejina, Geneto o El Rosario. Allí plantaba parras de malvasía, destilaba aguardiente de parra, y producía cereales, fruta o pastos. Se calcula que podía tener alrededor de unas 800 fanegadas de tierras de secano diseminadas por La Laguna y sus alrededores.
Los inicios de Amaro Pargo en la actividad naval estuvieron marcados por un poco de inteligencia y otro poco de suerte. Fue en 1701 cuando el buque Ave María, en el que se había embarcado como alférez, fue abordado por piratas. Sin complejos pese a su juventud, Rodríguez Felipe aconsejó que lo mejor era simular una rendición; un plan que acabó funcionando a la perfección. La consecuencia de aquel lance fue el comienzo de su actividad independiente, pues, en señal de agradecimiento, el capitán le regaló su primer barco, con el que empezó en el comercio marítimo y fue haciendo riqueza.
El historiador del arte Antonio Francisco Regalado no duda en resaltar la importancia de este personaje, al que califica de “gran benefactor” del arte sacro y de la Semana Santa lagunera: “Amaro Pargo tuvo un papel muy relevante en el comercio marítimo de finales del XVII y principios del XVIII, lo que le permitió hacer una fortuna de la que una parte la dedicó al mecenazgo artístico. Dos buenos ejemplos son la urna de plata de la imagen del Señor Difunto o la peana en la que sale en procesión la Soledad de la iglesia de Santo Domingo, dos piezas de muy buena factura”, afirma. “Esas donaciones fueron resultado de su devoción religiosa, la misma que hacía que pidiese ayuda divina durante alguna tempestad en alta mar. En ese sentido hay que destacar la buena relación que tuvo con Sor María de Jesús”, señala el experto.
Era corsario al haber recibido, por parte del rey de la época, la patente de corso que le permitía entrar en batallas con barcos enemigos, como eran los buques ingleses y holandeses que se encontraba en los viajes comerciales que realizaba a La Habana. No obstante, se cuenta que, pese a desempeñar un oficio de ética tan dudosa, en las prácticas de Amaro Pargo primaba la bondad y siempre tenía en mente a los pobres y desfavorecidos, a los que destinaba parte de sus botines. No en vano, llegó a solicitar en una sesión del Cabildo de Tenerife un nuevo tipo de moneda que mejorase la situación que vivía la sociedad.
Propiedades
Amaro Rodríguez contó con alrededor de medio centenar de casas, muchas de ellas situadas en La Laguna o Santa Cruz, aunque también era propietario de inmuebles de medianeros o haciendas rurales. En El corsario Amaro Pargo –la obra del escritor y periodista Domingo Barbuzano sobre este personaje–, se recoge que su domicilio lo estableció en la calle Real (la actual San Agustín), la más noble de Aguere en aquel entonces: “En esta calle, con otras viviendas auxiliares, eligió el 6 de octubre de 1724 para su residencia la casa del teniente coronel Matías Bosa de Lima, que fue adquirida por escritura ante el escribano Juan Antonio Sánchez de la Torre. La vivienda lindaba por delante con la calle Real, por detrás con la calle de El Tambor –hoy Bencomo– (...)”. La casa fue adquirida por 50.000 reales a través de su apoderado, el capitán Cayetano de Espinosa y Torres, expone este trabajo de investigación, con diferencia el más completo sobre la vida del marino.
Uno de los inmuebles vinculados a Amaro Pargo más conocidos es la casa ubicada en el barrio de Machado, en el término municipal de El Rosario, víctima de continuos saqueos contemporáneos para tratar de encontrar un supuesto tesoro, nunca localizado y al que algunas voces han ubicado en la zona de la cueva de San Mateo, en la Punta del Hidalgo, o en el entorno de los Roques de Anaga. Esas historias a medio camino entre la realidad y la ficción ayudan a conferir un carácter aún más peculiar al corsario y hacen que no resulte del todo extraña la investigación emprendida por la empresa de videojuegos Ubisoft pese a que Rodríguez Felipe no acaba de encajar temporal ni geográficamente en la saga Assassin's Creed, que se desarrolla unos años después de la muerte del corsario y solo en el Caribe (si bien el tinerfeño enlazaba esa zona con Cádiz). Sea como fuere, el estudio, unido a lo genuino de este navegante, invita a pensar que acabará integrándose en el juego.
Esa indagación ha sido llevada a cabo por un equipo de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), que abrió en noviembre pasado la lápida situada en las proximidades de la puerta de entrada a la iglesia de Santo Domingo. Fruto de ese proyecto ya ha resultado un vídeo en el que se muestran los primeros pasos del proceso. “Estamos a punto de comenzar la recuperación de Amaro Pargo. Es mucho más que recuperar sus restos físicos; se trata de recuperar la memoria de un personaje, un marinero, un corsario de finales del siglo XVII y principios del XVIII; un personaje excepcional que va mucho más allá de sus restos físicos”, indica, en el transcurso del audiovisual, el director del laboratorio de arqueología forense de la UAM, Ángel Fuentes, a quien también acompañan la arqueóloga codirectora de Arqueomedia, el responsable de Patrimonio del Obispado de Tenerife o uno de los descendientes de Amaro Pargo, entre otros.
A ese impulso que ha supuesto el videojuego se ha unido una iniciativa de la Concejalía de Turismo del Ayuntamiento de La Laguna, que decidió hace unos meses recibir a los turistas en la oficina de información de la Casa de los Capitanes con una acción teatral con Amaro Rodríguez como protagonista. También un grupo de alumnos de la Escuela de Arquitectura Técnica de la Universidad de La Laguna centró su trabajo fin de grado en la casa de Machado, y se ha publicado un pequeño libro titulado Amaro Pargo, el pirata de Tenerife, que firma Balbina Rivero. Una especie de renacimiento del corsario que podría ser mucho mayor si, finalmente, acaba convirtiéndose en personaje de videojuego.
El Rosario pide que se actúe en la casa de Amaro Pargo
El Ayuntamiento de El Rosario aprobó el pasado 4 de febrero una moción en la que instó al Cabildo de Tenerife –que es la institución competente en la conservación y mantenimiento del patrimonio histórico de la Isla– a que lleve a cabo las acciones necesarias para preservar la casa que Amaro Pargo tenía en la zona de Machado. Se trata de un inmueble declarado Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de sitio histórico desde junio de 2003, al igual que la ermita de Nuestra Señora de El Rosario y el camino viejo a Candelaria.
En aquella sesión plenaria, la concejala de Cultura, Empleo y Desarrollo Local, Ana María Hernández, apuntó que el Ayuntamiento ha cumplido con las competencias que tiene delegadas en materia de patrimonio. En concreto, este asunto fue abordado por los ediles rosarieros tras una propuesta presentada por el portavoz del Grupo del Partido Popular, José Manuel Medina, y que acabó siendo aprobada por unanimidad. La formación conservadora propuso refuerzos y apuntalamientos de techos y paredes, así como medidas de control de acceso para evitar que perduren los saqueos.
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