Madeira, una isla dentro de una gigantesca flor
Cuando llegas en coche a Funchal después del vuelo de Binter que te deja en el Aeropuerto de Madeira, todo un paisaje verde aparece ante tus ojos. Es una sinfonía de luz y colores que se extiende hacia la playa de Formosa, hacia Cámara de Lobos y Ribeira Brava, al otro lado de la capital madeirense, hacia el Oeste. Lo primero, después de dejar los bártulos en la habitación del hotel, es darte un chapuzón en la piscina y en el mar. Llegamos con calor y el baño es refrescante.
Después de comer, hacemos la primera salida a la ciudad de Funchal, una de las más bonitas que he conocido. Como ya he estado en otras ocasiones bastante en el casco viejo, opto por irme este primer día hacia la zona turística, al Paseo del Lido, que llega a la playa de Formosa, de callaos y piedra, como casi todas las de Madeira, a excepción de Machico y Calheta, dos buenas playas artificiales de arena. Nos detenemos en el centro comercial Forum Madeira, que está en esta zona, y tomamos una poncha, un licor refrescante a base de ron y miel.
Claro que estando dentro de una flor exuberante, las playas en Madeira pasan a un segundo plano, es casi un absurdo en mi caso con las excelentes playas que tenemos en Gran Canaria venir en plan playero. Y es que los mejores lugares en la isla portuguesa son los jardines de Funchal y el verde del campo madeirense. En la zona turística, muy cerca del hotel en donde me hospedo, también está el Club Naval de Funchal, a donde voy con un saludo de Manuel Macario, presidente del Metropole, para la presidenta Teresa Mafalda Jardim. Me atienden con gran amabilidad y como en el restaurante del club. Lo bueno que tiene el Club Naval es la salida al mar, en una especie de pequeño muellito o pantalán, pudiendo bañarte en el Atlántico madeirense. Entre sus magníficas instalaciones esta un bar/piscina al lado del mar, muy coqueto y refrescante en días de calor.
Una visita recomendable al interior de la isla es Curral das Freiras (Valle de las Monjas), una freguesía (barrio) de Cámara de Lobos preciosa, en medio de montes abruptos y levadas (senderos) en donde puedes comunicarte íntimamente con la naturaleza. La castaña es la producción principal de la zona y en gastronomía hay desde sopas hasta queques y licores, todo con la base de este fruto.En el restaurante Vale das Freiras, en el centro del pueblo, probamos las castañas en sopa y en postre riquísimo. Pero cuidado, si es un día de lluvia, la carretera es algo peligrosa y luego si te decides a caminar por una levada te puedes ensopar de agua.
En Cámara de Lobos estuvimos en el restaurante donde Winston Churchil pintaba los paisajes de este bonito pueblo de pescadores, con unas vistas maravillosas desde su evocadora terraza. Otro itinerario interesante es Santana, un hermoso pueblo de la costa norte de la isla, con sus casas típicas en forma triangular. Las palhocas, hechas de madera y de paja, son muy típicas y una gran atracción turística.
Llegar a Santana es otro mundo diferente a la capital Funchal y es punto de partida de numerosas levadas que se adentran en las montañas y en la laurisilva de la boscosa zona. Al oeste de la isla te encuentras con Porto Moniz, la localidad más lejana de Funchal, con unas piscinas artificiales de lava volcánica muy seguras y bonitas. Al Este hay que destacar a Camacha, con su gran fábrica de mimbres y ahora con un centro comercial, Camacha Shoping, en donde te encuentras de todo, desde restaurantes a tiendas de todo tipo y luego en sucesión los pueblos de Caniço, con su puerto industrial, con zona franca y un gran sistema fiscal, a donde llegan numerosos barcos de carga con contenedores. Es una zona de grandes negocios y muy comercial, porque Funchal es un puerto turístico y de ferrys de pasajeros. Lástima que ahora ya no viaje la Naviera Armas a Madeira. Más allá nos encontramos con Machico, Caniçal, y subiendo hacia el interior, Santo da Serra, con su excelente campo de golf, y sus Jardines Blandy, también muy bonitos y de gran tranquilidad.
El fútbol en Funchal
Gracias a las gestiones de mi buen amigo Sebastían Grisaleña, presidente de la Confederación de Empresarios de Las Palmas, pude conocer más a fondo las instalaciones del equipo de fútbol Marítimo de Funchal, que milita en la Primera División de Portugal y también tener más contactos en Madeira en este nuevo viaje. Es sorprendente que un club con un presupuesto de cinco millones de euros tenga un Estadio do Barreiros, en propiedad, y un Complejo Educacional y Deportivo en el barrio de San Antonio realmente envidiable. Y con gran sorpresa recorrimos tanto el uno como el otro gracias a la amabilidad de Carlos Pereira, presidente del club y de su hijo Mauricio, y otros amables directivos.
En el Estadio do Barreiros estuvimos una mañana en un entrenamiento del Marítimo de Funchal, acompañados por el presidente, señor Pereira, su amable hijo Mauricio y otros directivos. El Estadio do Barreiros, cuando se termine la ampliación, tendrá una capacidad para 10.000 espectadores, lo cual, para la población de Funchal y el resto de pueblos de Madeira, está muy bien. Pero lo que nos sorprendió de verdad fue el Complejo Educacional y Deportivo del Marítimo en San Antonio, incluso con un colegio para niños entre tres y nueve años, con comedor, gimnasio, zona deportiva, sala de conferencias, cafetería, y dos estadios, uno de césped natural con capacidad para 3.500 espectadores en donde juega el filial Marítimo “B”, actualmente en la Segunda División portuguesa.
Al terminar la amplia visita me vino a la cabeza la Unión Deportiva Las Palmas, que ya quisiera contar con un complejo como el del Marítimo. Debería Miguel Ángel Ramírez ir al Marítimo a hacer un cursillo de economía y de planteamientos de infraestructuras en Madeira, previa alguna conversación con Grisaleña, que estoy seguro que le daría consejos gratis y le presentaría a los dirigentes de Marítimo.
Sana envidia la que saqué de mi visita al mejor club de fútbol de Madeira. En el Continente no hay ningún equipo de primera división, ni siquiera el Oporto, Benfica, Sporting, Braga, etc, que tengan unas instalaciones de categorías inferiores para el deporte, incluido un gimnasio y además una escuela educacional para niños y niñas. Una maravilla. Por cierto, en Madeira cuando van a Portugal no dicen “voy a la Península”, sino “voy al Continente”. Cuestión de sociología política y de historia.
De Grisaleña se acuerdan con gran cariño en Funchal, en toda la isla, desde que llegó para fichar por el club portugués en 1965. “Grisa”, como le conocen sus amigos, había empezado a jugar en La Isleta, en Las Palmas de Gran Canaria, en los equipos infantiles La Luz y el Porteño, y luego pasó a los filiales de la Unión Deportiva, militando primero en el Juvenil Vegueta y luego en el Juvenil Las Palmas, que había fundado años antes Juan Obiols.
Tras pasar al Aficionado de la UD, fichó por el Club Deportivo Tenerife, porque en la Unión Deportiva Ulacia y Oregui le cerraban el paso. Coincidió con León, Germán, y todos los grandes jugadores de la brillante época de los jugadores canarios, pero fue inteligente y decidió probar fortuna fuera. Se fue al Tenerife junto a Alberto Molina, y estando en club tinerfeño una Selección de Madeira vino a jugar unos amistosos y el dirigente madeirense, Alexander Rodríguez, se quedó entusiasmado con las actuaciones de Grisaleña.
Los directivos del Marítimo negociaron con Luis Guiance Abreu, directivo del Tenerife en esa época y “Grisa” fichó por el club isleño, en donde estuvo hasta 1971. Ese año, todavía en plena juventud, decidió retirarse, volver a Las Palmas de Gran Canaria, y fundar una empresa, Grisaleña S.L., para llegar incluso a ser el presidente de los empresarios de Las Palmas hasta el momento presente. Pero, de esos seis años en Madeira, “Grisa” habla con gran cariño y enormes recuerdos.
Otro equipo de fútbol de Madeira es el Nacional, también de la Primera División portuguesa pero inferior desde un punto de vista deportivo y en cuanto a instalaciones, comparándolas con las del Marítimo. También están el Uniao (Unión) Madeira y Marítimo “B”, que juegan en Segunda División. Como verán no hay un domingo sin fútbol en Funchal con estos cuatro equipos en categoría nacional. Pero gracias también a las gestiones de Grisaleña y de sus amigos de Funchal pude incluso visitar los dos periódicos de Madeira, el Jornal y el Diario de Noticias.
En el Jornal da Madeira me esperaban su director, Joao Henrique Pinto Correia. Luego el editor-jefe, Alberto Pita, me enseñó las instalaciones y las de Radio Jornal, una emisora de FM de noticias locales y música. En el Diario de Noticias estuve con su director, Ricardo Miguel Oliveira. Los dos periódicos están en una calle céntrica de Funchal, casi enfrente el uno del otro, y tienen una rivalidad más grande que la del Marítimo y Nacional en el fútbol. El placer de pasear por Funchal y probar su maravillosa gastronomía
Pasear por Funchal es un placer. Todo está presidido por los jardines, y el Parque Santa Catarina es su máxima expresión de flores y verdes por todos los rincones de la capital. Está en pleno corazón de la ciudad, igual que el Parque Municipal, que une la Avenida Do Infante y la Avenida de Arriaga. En esta zona hay tiendas pequeñas para todos los gustos y en el casco viejo que nace en el Mercado de Lavradores abundan más los cafés y restaurantes, además de muchas tiendas pequeñas.
En el Café do Teatro paramos muchas veces. Tiene una terraza muy agradable en plena Avenida Arriaga y tiene un gran ambiente. Hay algunos centros comerciales que no tienen nada que envidiar a los que tenemos por aquí, y destacan los de Forum Madeira, Dolce Vita, Madeira Shoping y las Galerias Sao Lourenço. En el casco viejo de Funchal puedes pasear con absoluta tranquilidad y por aquí abundan los restaurantes con una excelente gastronomía de Madeira, con su famosa espetada de carne y la picanha al más puro estilo brasileño, una carne a la brasa inigualable y que importan de las islas Azores y también refrigerada de Sudamérica.
Tengo que mencionar la maravilla de sabor de los platos de atún y pez espada -de las aguas de Madeira y las islas Salvajes-, las verduras y ensaladas y sus sopas, entre las que destaca la de tomate y cebolla, o la de açorda, hecha a base de pan, ajo, huevo escalfado, tomillo y aceite, que tomamos en un restaurante del casco viejo y me supo a gloria. Nos tocó un día también de agua que nos supuso un remojón, llegamos al hotel por la noche empapados.
No se olviden de pedir unas lapas grelhadas, con su perejil y ajo. Las lapas, en una zona rocosa como las costas de Madeira, no faltan en ningún restaurante. Con un vino verde es un aperitivo sensacional.
De frutas tropicales pueden pensar en todas lo que conocemos en Canarias y muchas más, como la fruta de la pasión, riquísima y muy refrescante en zumos frios, y también son excelentes el tangor y la chirimoya, los mangos y la papaya, la maracuyá y las mandarinas. La verdad es que entre productos agrícolas y una buena pesca, en donde el “sable negro”, el pez espada, el atún, los sargos, el gaiado, parecido al bonito, son un espectáculo verlos en la pescadería del Mercado de Lavradores. Y no olvidarse cuando vayan de pedir un bolo de caco, un pan especial madeirense que rellenan de ajo, mantequilla y perejil. Inigualable.
Madeira tiene una economía local bastante agradecida, especialmente entre agricultura y pesca.
No dejen de visitar la Sé, la catedral de Funchal, un edificio religioso histórico, de los primeros tiempos de la llegada de los portugueses a Madeira. Pero no te puedes ir de Funchal sin probar el Teleférico que te lleva al Monte y al Jardin Botánico, en donde disfrutas de una vista de la ciudad magnífica. Además, luego de pasear por el jardín puedes optar por bajar de nuevo en el teleférico o en los cestos toboganes frenados por dos fornidos jóvenes en su descenso vertiginoso por las cuestas de Funchal. Es una experiencia muy emocionante.
Por esta parte montañosa de la ciudad está asimismo el complejo de golf de Palheiro Ferreiro, también con jardines exuberantes, y unas vistas espectaculares. Para pasar una tarde, entre el Monte, el Jardín Motánico y el Palheiro Ferreiro y olvidarse de todo, de Rajoy y Rubalcaba.
Volviendo hacia abajo, al casco viejo, te encuentras con el fuerte de Sao Tiago (Santiago), y ya en el extremo Este, con el complejo de piscinas de Barreirinha, muy popular. Al otro lado de Funchal, hacia la zona turística moderna por el Oeste de la ciudad, los hoteles y restaurantes se suceden a pocos metros unos de otros. Si quieres darte un buen paseo puedes llegar hasta Forum Madeira, un centro comercial enorme y más allá te encuentras con la playa de Formosa. Antes puedes recrearte con otros jardines, los de Ayuda.
Los espacios culturales de Madeira
Pero en Funchal, y en toda la isla, tienes muchos espacios culturales, históricos, museos de gran interés, como el Madeira Story Center, en el casco viejo, una exposición interactiva de la historia de la isla realmente espectacular que está muy cerca de otro interesantísimo en el Forte de Sao Tiago, convertido en Museo de Arte Contemporáneo. También es de gran interés el Museo de Arte Sacro, en la Rua de Obispo y, por supuesto, cuando vayan a Madeira, no dejen de visitar el Museo del Vino, en la Avenida de Arriaga, en el mismo centro de Funchal, la bodega más antigua de la isla según algunos historiadores.
El Museo del Bordado y Artesanía es también otro que te permite adentrarte en la historia de Madeira. Fuera de Funchal es digno de mencionar el Museo de la Ballena en Machico, con una gran exposición de artes pesqueros para la caza de la ballena, el de Etnografía en Ribeira Brava y uno muy peculiar en Calheta, el Centro da Arte Casa Das Mudas, especializado en diseño y estilos de mano.
En realidad, si van algún día por primera vez a Madeira, una semana les va a saber a poco, si quieren saborear Funchal y conocer algo del interior de la isla. Y si además se dan un salto a la otra isla de Porto Santo, en avión (media hora) o en el ferry “Lobo Marino” (dos horas), harán unas vacaciones inolvidables.
En Porto Santo tienen playas de arena natural magníficas, y es un contraste total con la isla mayor. Pero ya digo, para playas las nuestras de Gran Canaria, y para el verde, Madeira, una isla dentro de una flor. Pero si pasas una semana en Madeira vienes nuevo y reconfortado.