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Sobre este blog

El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Estructuras vecinales al servicio de Coalición Canaria

Francisco Barreto.

Carlos Sosa

A principios de diciembre pasado, hace más de un mes ya, la oposición en el Ayuntamiento de La Laguna pidió públicamente explicaciones al presidente del Gobierno, Fernando Clavijo, acerca de la contratación de un ex concejal de aquella ciudad como asesor político del Ejecutivo. Quería saber Unid@s se Puede, el estandarte de Podemos en La Laguna, cómo era posible que Domingo Galván apareciera como secretario de alto cargo en la Consejería de Hacienda cobrando poco más de 23.000 euros cuando el propio Clavijo lo echó del Ayuntamiento en 2013 con cajas destempladas. En concreto dijo de él que se había comportado de un modo “incompatible con los principios de buen gobierno” que el regidor siempre había defendido. Galván, que ahora trataba de regresar a La Laguna por la puerta del movimiento vecinal, había firmado un contrato de alquiler de una vivienda para terceras personas que comprometía al Ayuntamiento, y aunque según el entonces alcalde aquella acción no había supuesto gasto alguno para las arcas municipales, la acción del depurado era “inadmisible”. O sea, a la puñetera calle. Todavía no habían pasado dos años de aquella purga ejemplarizante cuando el purgado aparece colocado en la consejería de la que es responsable Rosa Dávila, secretaria de Organización de Coalición Canaria en Tenerife, lo que necesariamente habrá de tener relación con el talante que siempre ha presidido la acción pública de Fernando Clavijo. Ya lo explicó él perfectamente cuando su labor como alcalde apareció seriamente comprometida en las conversaciones telefónicas del caso Corredor donde se manejaba con mucha soltura favoreciendo a aquellas personas que tenían la dicha de contar con un allegado cercano al señor alcalde. Las advertencias de una de sus concejalas (“si hacemos esto, prevaricamos”) y los avisos de propios y extraños de que se estaba actuando fuera de la ortodoxia no persuadieron al actual presidente del Gobierno para que se sacudiera de encima a personajes nocivos que a punto estuvieron de hacer añicos su carrera política.

La fuerza de la estructura vecinal

Fernando Clavijo continuó como alcalde de La Laguna transitando por la misma senda que había abierto su predecesora, Ana Oramas. Y el sucesor de Clavijo, José Alberto Díaz, camina por los mismos derroteros. El control de las estructuras de las asociaciones vecinales, convenientemente engrasadas, como dejó escrito con letras de molde el referente de toda ATI, Manuel Hermoso, es crucial para alcanzar y mantener el poder político municipal. Y los dirigentes de esas estructuras son piezas clave a las que hay que mimar para que hagan llegar hasta los últimos rincones del municipio cómo puede ser de generoso el poder si hay sumisión al poder. Para eso, los líderes vecinales aupados y adheridos a la causa han de contar también con una mínima cuota de poder e influencia. Es lo que se apreció con toda su crudeza en las conversaciones intervenidas por el juez en el caso Corredor. Al todopoderoso presidente de la Federación de Asociaciones Vecinales Aguere (FAV Aguere), Francisco Barreto, se le escucha ejerciendo de intermediario entre los propietarios de una cafetería que había acometido obras ilegales y el mismísimo alcalde de La Laguna, a la sazón Fernando Clavijo. Por el tono que emplea el regidor, no parece que se tratara de una conversación aislada sino la que seguía a otras que posiblemente se produjeron en persona. Tampoco parecía desenvolverse Clavijo de manera incómoda cuando le decía a Barreto que ya había avisado a un técnico, un tal Vicente, para que otorgara licencia de apertura a la cafetería 48 horas después de recibir la petición de licencia de obras que los beneficiarios de estos apaños se habían olvidado de tramitar antes de hacer las reformas. Es decir, el Ayuntamiento arreglaba un problema a los infractores tramitándole en 48 horas lo que no habían hecho en tiempo y forma. Y por si hubiera alguna duda del tamaño de las influencias, ni siquiera cumplieron con las exigencias de la licencia de añadir dos inodoros, dos lavamos y un urinario más a los baños del local. El fiscal no consideró que estos detalles pudieran ser constitutivos de delito, y con el archivo de las diligencias a Fernando Clavijo, Barreto escapó también de rositas. Pero los hechos se produjeron, están ahí de modo indiscutible.

Un Ayuntamiento podrido

Y ¿qué conseguía Clavijo de Barreto a cambio de estos arriesgados favores? Hay muchos ejemplos pero quizás haya sido la tramitación del polémico Plan General de Ordenación Urbana el asunto por el que el ex alcalde de La Laguna más tiró de la influencia del presidente de FAV Aguere. Desde que se retomó la redacción del plan por parte del equipo del actual presidente, el activo Barreto aparece en multitud de reuniones formales e informales para erigirse pronto en uno de los pilares informativos del grupo de gobierno para esta cuestión. Su inmenso poder quedó sin embargo eclipsado por el de otras fuerzas vivas del municipio y de la isla de Tenerife: de un lado varias estructuras vecinales que de modo espontáneo surgieron ante la sumisión al poder municipal por parte de FAV Aguere, y de otro lado, las asociaciones vinculadas al sector agrícola y ganadero, que lograron movilizarse de manera unida para frenar el que hubiera sido el mayor atentado de la historia de Canarias al suelo agrícola de una sola tacada con la pérdida de 6,2 millones de metros cuadrados de superficie agraria que se pretendió transformar en urbanizable. Pero hay multitud de ejemplos de los estrechísimos lazos que unen a Coalición Canaria (ATI) de La Laguna con el movimiento vecinal que capitanea Francisco Barreto. Para los anales políticos de la ciudad quedará lo ocurrido en la última campaña electoral para las municipales, cuando la federación vecinal promovió un gran debate con los cuatro principales partidos políticos en el Espacio Cultural Aguere. Todo parecía normal hasta que desde la organización se impuso que el moderador fuera el asesor político del concejal de Urbanismo, por entonces Juan Manuel Bethencourt, de CC. Miguel Díaz, que así se llama, no es periodista –que se sepa- ni acumulaba experiencia en la materia. Sí una dilatada trayectoria política: se le pudo ver en el consejo político nacional que proclamó a Román Rodríguez candidato a la presidencia en 1999, para más adelante ser designado por Coalición Canaria candidato de Los Verdes a la alcaldía de La Laguna. Fracasado aquel intento de meterle a la izquierda un submarino por uno de sus flancos, apareció como asesor del ex alcalde delincuente Berto González Reverón en Arona, para terminar recalando en La Laguna como maquinador de la información sobre el Plan General de Ordenación y moderador de debates investido asesor del grupo de gobierno que presidía Fernando Clavijo.

Amenazas a una concejal

Pues bien, en este caldo de cultivo tan propicio, en el que los dirigentes vecinales campan a sus anchas por La Laguna con el aval de Coalición Canaria-ATI, se produjo el pasado día 14 un hecho que por sus características y por las pruebas acumuladas, podría hacer saltar por los aires ese poder paralelo. La concejala Teresa Berástegui, portavoz de Ciudadanos, grabó con su teléfono móvil la agria conversación que sostuvo con el dirigente vecinal Francisco Barreto, que se hizo acompañar para la ocasión de otros dos colegas dedicados a la misma actividad: su hijo Bruno y Daniel Plasencia, un pedazo de tipo que se cuadró a todo lo ancho de la puerta para que de allí no saliera nadie antes de que acabara la conversación. La grabación de Berástegui, que recoge lo que ella considera claras amenazas a su labor como representante popular, ya está en poder de los abogados de Ciudadanos, que estudian la interposición de acciones penales, las mismas que dice Paco Barreto y sus muchachos que piensan interponer contra la concejala alegando que ellos también grabaron la conversación. Ninguna de las dos partes la entrega a los medios informativos: Berástegui porque dice que así se lo han pedido los abogados; los barretistas porque no les da la gana, seguramente porque no la tienen. Resultó muy curioso ver a estos tres dirigentes vecinales comparecer al día siguiente en una rueda de prensa para negar los hechos que se les atribuyen. Y no porque no estén en su derecho a negar lo que quieran, sino porque se hicieron acompañar de un cuarto dirigente de la misma federación al que teníamos muchas ganas de conocer. Se llama Justo Reyes y es titular de una pequeña empresa de la construcción que tiene la fortuna de recibir decenas de contratos adjudicados a dedo por el Ayuntamiento de La Laguna. Reyes fue presidente de la FAV Aguere y todavía sigue ejerciendo como ariete defensor de la gestión del Ayuntamiento interviniendo en los plenos municipales a pesar de esos contratos que lo inhabilitan al menos como representante vecinal imparcial.

A por el centro de salud

Francisco Barreto es un veterano en las estructuras vecinales y del poder en La Laguna. Heredó el puesto de su padre, que también presidió la asociación de vecinos de la que es líder histórico, La Candelaria, del barrio de La Cuesta-La Candelaria. Pero si de su padre siempre se supo que tenía carné de todos los partidos políticos, de Barreto sólo se conoce su estrecha vinculación a Coalición Canaria. Basta con dar un repaso a las hemerotecas para comprobar cuál es la intensidad de este vínculo exclusivo. Por ejemplo, ante el clamoroso retraso que está sufriendo la remodelación del centro de salud de La Candelaria, que lleva ocho años en obras, jamás se le oyó alzar la voz más allá de lo que pudiera ser asumible por parte de los dirigentes nacionalistas, incluido el alcalde de La Laguna. Pero fue llegar el actual equipo socialista a la Consejería de Sanidad y ya se produjeron dos hechos llamativos: en septiembre el mismísimo Paco Barreto se constituyó en el pleno del Ayuntamiento clamando por esta ofensa que condena a los usuarios a desplazarse a otros centros o al Hospital Universitario y, poco después, convocando ante el mismo centro frustrado una manifestación vecinal reivindicativa. Pregona CC de La Laguna por las redes sociales que este personaje ni es militante ni es dirigente nacionalista. Nadie lo ha sostenido jamás, allá ellos si consideran que con esa boutade oculten estos estrechos vínculos. Tras su padre, Paco Barreto quiere ahora legar su puesto en la estructura vecinal lagunera a su hijo Bruno. Unos desafortunados mensajes del aspirante enviados al teléfono de la portavoz de Ciudadanos y una delicada conversación al día siguiente en su despacho pueden acabar con el poder paralelo de esta saga.

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