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Un paseo por Anaga: montañas verdes, bosques impenetrables y pueblos de leyenda
A espaldas de la ciudad de Santa Cruz reverdecen los montes. Desde las cornisas más altas pueden verse los edificios y el puerto; y las calles, las avenidas, las playas, las olas romper contra los cantiles… Pero a casi 1.000 metros de altitud, todo parece mucho más lejano que lo que realmente está. Es otro mundo. Un microcosmos marcado por las nieblas y los vientos. Esta zona de la isla canaria de Tenerife tiene algo de especial; como si fuera una isla dentro de la propia isla. La Península de Anaga es una estrecha franja de tierra que ocupa el extremo nororiental del territorio insular. Una pared de montañas que caen a pico hasta el mar formando una barrera infranqueable para los elementos. Y ese es, precisamente, el secreto de este espacio natural único.
Las montañas, que en las inmediaciones de Las Casas de la Cumbre, superan los 950 metros, capturan la humedad que los vientos alisios transportan desde las regiones centrales del Océano Atlántico. Las laderas que dan al norte quedan empapadas con un aporte de nieblas casi continuo que crea un ecosistema único. Laurisilva se llama este bosque de apariencia mágica. Una esponja de árboles, helechos, matorrales y musgos que traslada al viajero a tierras de cuentos y leyendas. Bosque que, antaño, cubrió toda la cuenca mediterránea y que hoy sólo encuentra refugio en Canarias, Madeira y Azores. Una buena red de carreteras y un intrincado sistema de senderos bien señalizados y habilitados permite la exploración a fondo de este Parque Natural de más de 14.400 hectáreas. La excursión merece la pena y debería ocupar al menos una jornada de cualquier viaje a Tenerife.
Camino de las cumbres
La mejor forma de acercarse a este espacio natural único es desde la ciudad vecina de San Cristóbal de La Laguna. La carretera de Las Mercedes (TF-12) sube desde la antigua capital de la isla hacia los montes atravesando parte de la Vega lagunera, uno de los espacios agrícolas más fértiles de Canarias. Pero, de súbito, se acaban las huertas y las casas dan paso a los árboles. El bosque es tan tupido que las copas se abrazan convirtiendo el camino en una especie de túnel verde que apenas se da un par de respiros en lugares como el Mirador de Jardina. Conviene pararse. El regalo merece la pena. A media altura puede verse toda la vega lagunera y, si el clima lo permite, la impresionante mole de El Teide, punto culminante de España con sus 3.718 metros.
Otra parada obligada es la Cruz del Carmen. Una pequeña ermita marca el antiguo cruce de caminos que unía la vega con los pagos de Anaga. Hoy, aparte del mirador, que repite a mayor altitud las vistas de Jardina, los viajeros se detienen aquí para ver el Centro de Interpretación del Parque Rural de Anaga (Dirección: TF-12, Km 6; Tel: (+34) 922 633 576; Horario: de octubre a junio L-D 9.30 – 16.00; de julio a septiembre X-D 9.00 – 15.00; E-mail: cvisitantes@tenerife.es), un interesante museo de sitio en el que se explican las condiciones naturales del lugar y la especial relación de los hombres y mujeres de la isla con él. En el lugar también se ha habilitado un mercado donde pueden comprarse productos locales.
La TF-12 transcurre por las cresterías del parque (cumbres) desde donde se abren pequeños miradores y caseríos. Desde el Pico del Inglés (Acceso TF-114) puede verse la cercana capital y la vecina isla de Gran Canaria y Las Casas de la Cumbre (TF-12) son un magnífico ejemplo de caserío de montaña. Los hombres y mujeres de estos pagos se han adaptado de maravilla a las especiales condiciones ambientales del parque desde tiempos inmemoriales. Las terrazas de cultivo roban hectáreas útiles a la pendiente creando paisajes que nos recuerdan a lejanas postales asiáticas. Sólo las sencillas casas de arquitectura tradicional canaria rompen la ilusión. Varios cultivos dan fama al lugar pero destacan, sobre todos ellos, las deliciosas papas negras y la vid, materia prima de los afamados vinos de Taganana.
Otro buen hito de las cumbres de Taganana es el inicio del sendero de Las Vueltas de Taganana (TF-12 junto a casa forestal). Los primeros metros del sendero atraviesan una de las mejores muestras de Laurisilva del parque con rincones únicos. No está mal dejar el coche un rato y caminar algunos kilómetros para disfrutar de la magia del bosque y de preciosas vistas sobre el Barranco de Taganana. A través de la TF-123 se avanza hacia los caseríos de El Bailadero y Chamorga. Desde este último pueblo se puede acceder a la Punta de Anaga, extremo noroccidental de Tenerife y a las pequeñas calas de la costa como la de Roque Bermejo. Desde aquí, las vistas sobre los Roques de Anaga (dos peñascos gigantescos que emergen del mar a pocos metros del litoral) son impresionantes.
Bajando a los valles
Unas 2.000 personas viven dentro de los límites del Parque Rural de Anaga. La mayoría en Taganana y otras localidades costeras. El resto lo hace en pequeños pueblos que, en su mayoría, se asientan en los valles que bajan desde las cumbres hasta el mar. Valles estrechos y escarpados que acentúan la sensación de verticalidad que impone la geografía del lugar. A través de la TF-136 (a escasos kilómetros de Las Casas de la Cumbre) se baja hasta el pequeño pago de Afur, uno de los más auténticos del lugar. El pueblo son apenas un par de casas arremolinadas en torno a la pequeña ermita de San Pedro, con muy buenos ejemplos de arquitectura tradicional y un paisaje agrícola marcado por las terrazas. En las inmediaciones del pueblo aún se conservan algunas cuevas vivienda que han sido habitadas desde tiempos prehistóricos. Desde Afur parte el sendero de la Playa de Tamadite, que recorre el cauce de uno de los pocos barrancos de la zona que aún sirven de lugar de desove a las anguilas.
Pero la capital de la comarca es Taganana (Acceso por TF-134). Comparada con los pueblos de la zona, con sus apenas 600 habitantes es toda una urbe. El pueblo prosperó desde el siglo XVI a albor de sus afamados vinos, que se exportaban a Europa desde la costa cercana. Fruto de este comercio llegaron a la localidad artículos suntuarios, obras de arte y riquezas que se reflejaron en sus calles a través de casonas de estilo canario y en su iglesia matriz, la Iglesia de Las Nieves, una de las más antiguas de la isla y que cuenta con una imagen de la virgen de estilo flamenco (siglo XV) e impresionantes artesonados mudéjares. El ajuar religioso de este templo es de los más ricos de Tenerife. Desde Taganana (siguiendo la TF-134) se llega a las playas de Roque de Las Bodegas y Benijo. Esta última es una de las preferidas de la población local.
COMER EN ANAGA
Casa José Cañón (Dirección: Plaza de Afur sn; Tel: (+34) 922 690 161): En la Casa de José cañón se come lo que hay. Una docena corta de platos de la cocina tradicional como el bacalao encebollado, el conejo en salmorejo o las increíbles garbanzas, un guiso típicamente canario a base de carnes y garbanzos. Todo bueno, pero sin ningún tipo de lujos. Impresionante.
El Frontón (Dirección: Caserío de Benijo, 1 (TF-134); Tel: (+34) 922 590 238): Uno de los mejores lugares para comer pescados frescos de Anaga. Las vistas sobre la costa de Benijo es otro de los atractivos de uno de los restaurantes más singulares de la isla de Tenerife.
Restaurante Cruz del Carmen (Dirección: Carretera de las Mercedes, km 6 (Cruz del Carmen); Tel: (+34) 922 250 062): Para muchos el mejor puchero de Tenerife se hace en este restaurante especializado en las recetas de la cocina tradicional de la isla.