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Samaná: imágenes del paraíso al norte de la República Dominicana
Si imagináramos en este momento el ideal de paraíso seguro que hay imágenes recurrentes: no faltarían elementos clave como la playa de arenas blancas; los cocoteros que acarician las aguas color turquesa; cascadas de aguas claras que caen sobre lagunas envueltas en una vegetación exuberante; arrecifes del coral en los que nadan peces de mil colores; pueblos coloniales; chozas a la orilla del mar con techos de hoja de palma… Estereotipo se llama. Y existe. La mayor parte de los visitantes que pasan sus vacaciones en la República Dominicana optan por lugares como Punta Cana o La Romana, en el extremo este de la isla. Otros lugares quedan reservados a viajeros que huyen de los grandes resorts y de los hoteles de lujo. Samaná, en la costa norte, es uno de esos lugares. La recompensa es impresionante: las mejores playas de República Dominicana, bosques densos, parques nacionales, una costa impresionante. Y, para rematar el cuadro, esos elementos de los que hablábamos un poco más arriba. Paraíso puro.
La Península de Samaná encierra una bahía de forma rectangular que se ha convertido en uno de los santuarios de vida marina más importante del mundo. Entre los meses de diciembre y abril, unas 3.000 ballenas jorobadas se concentran en el lugar para reproducirse. El espectáculo es sublime y atrae a miles de viajeros. Naturaleza en estado puro; al sur, el Parque Nacional de los Haitises (una de las mayores concentraciones de cuevas kársticas del mundo) al norte, ya en plena península, ese paraíso al que volvemos a invocar.
Santa Bárbara de Sanamá, la principal ciudad de la península, tiene una curiosa vinculación con las Islas Canarias; un par de familias del Archipiélago español fueron las encargadas de fundar el asentamiento en 1756. De aquellos primeros momentos apenas quedan un par de casas en las callejas que trepan a los cerros; muros blancos, techos a dos aguas cubiertos de tejas; ventanas en guillotina. El turismo cambió la faz de la ciudad que hoy se articula en torno a su espectacular malecón.
Casas multicolores; un puerto desde el que salen los barcos que van es busca de las ballenas y que llevan a los turistas al contradictorio Cayo Levantado, una pequeña isla paradisíaca que se ha convertido en un centro turístico de lujo. Uno de los puntos de interés más importantes de la ciudad es el Museo de La Ballena (Dirección: Avda de la Marina sn; Tel: +1 809-538-2042; Horario: LD 9.00 – 12.00 y 14.00-17.00; E-mail: cebse@claro.net.do), que gira en torno al ciclo migratorio de la Ballena Jorobada.
Playas de ensueño y un interior alucinante
Alguna de las mejores playas de la República Dominicana se localizan en la costa norte de Samaná. Las Terrenas (Acceso por ruta número 7), un complejo de playas de arenas blancas, son sólo una pequeña muestra de lo que el litoral norte de Samaná ofrece al viajero. Lugares como Playa Galera, El Frontón o El Valle responden a la perfección al ideal de playa caribeña. Pero la joya de la corona se llama Playa El Rincón, una de las mejores de todo el Caribe. La gran baza de este lugar de ensueño es que es una de las pocas porciones de litoral que aún no han sido ocupadas por la industria turística. Protegida por el Cabo Cabrón, también disfruta de aguas normalmente tranquilas, lo que convierte al lugar en un paraíso para el submarinista ocasional de gafas y tubo; otras playas impresionantes son El Frontón y La Madama; esta última, enmarcada en una bahía casi perfecta, es un lugar de ensueño cuajado de vida marina. Una pasada, vamos.
Costas adentro, la península es uno de los mejores ejemplos de bosque húmedo tropical del área del Caribe. La mayor parte de los que se adentran en la fronda lo hacen en busca del espectacular Salto del Limón (Acceso hasta El Limón por transporte público desde Santa Bárbara), una cascada impresionante que cae sobre una laguna no menos espectacular. Otra de esas imágenes recurrentes. Pero más allá de la experiencia de darse un baño en un lugar así, recorrer las escasas carreteras que se internan en el bosque es descubrir un mundo de pequeños pueblos y caseríos aislados dónde se trabaja la tierra. Esta parte de Samaná se está convirtiendo en un activo polo de ecoturismo responsable basado en el contacto con la realidad local.
Paisajes surreales en Los Haitises
Al sur, la Península de Samaná se une al resto de la isla a través del Parque Nacional de Los Haitises, uno de los espacios naturales más importantes de República Dominicana y un ejemplo claro de que ni aún los artistas surrealistas más talentosos son capaces de superar lo que la naturaleza es capaz de hacer. Varios aspectos hacen de este lugar uno de los puntos calientes de la biodiversidad a escala planetario. Para empezar digamos que aquí se encuentra el área de manglar más grande de todo el Caribe. Otra seña de identidad de este lugar es su geología kárstica, esto es, caliza. La alta pluviosidad provoca que el lugar esté salpicado de cuevas, zenotes y formaciones geológicas interesantes que bien merecen una visita. Un ejemplo claro es la costa salpicada de peñascos cubiertos de vegetación de la Bahía de San Lorenzo, que recuerdan al viajero a los impresionantes paisajes costeros vietnamitas.
Los valores naturales del lugar quedan de manifiesto con un vistazo a la lista de vecinos que viven en sus costas y tierra adentro (en uno de los ecosistemas de bosques lluviosos subtropicales más importantes del mundo con una de las poblaciones de orquídeas más importantes del mundo). Las costas cuentan con especies estrella como los manatíes, que viven en las zonas de manglar. Otro punto a tener en cuenta son los rastros de la antigua cultura taína (sociedad indígena que habitaba la isla a la llegada de Cristóbal Colón). Muchas de las cuevas están adornadas con grabados rupestres prehispánicos.