La Flor de Maig reaviva su tradición cooperativista
La Flor de Maig, el edificio emblemático de uso vecinal del barrio de Poble Nou de Barcelona, abrió sus puertas este fin de semana para dar a conocer los proyectos que se llevarán a cabo en este ateneo. Los miembros de la Plataforma ‘Recuperem la Flor de Maig’ quieren reavivar el uso ciudadano que ha caracterizado el edificio desde hace más de un siglo y quieren reapropiarse del espíritu cooperativista de sus orígenes.
El edificio está ‘okupado’ desde el mes de octubre después de que el Ayuntamiento decidiera rescindir el contrato de alquiler con los proprietarios. El regidor del distrito, Eduard Freixedas, explicó en febrero que el consistorio no podía “continuar asumiendo el pago”, unos 4500 euros mensuales. Desde que se cerró la Flor de Maig al uso ciudadano, la mayoría de asociaciones que usaban el espacio para sus reuniones fueron reubicadas en otras instalaciones. Sin embargo, la presión vecinal hizo que el Ayuntamiento decidiera retomar las conversaciones con la plataforma ‘Recuperem la Flor de Maig’ – apoyada por más de treinta entidades – y anunciara a principios de este mes la creación de una comisión de mediación. Mientras tanto continúa el proceso judicial iniciado a raíz de una denuncia por la ocupación ilegal.
El acto de inauguración de esta nueva fase de la Flor de Maig contó con la participación de mujeres que formaron parte de la vida de la cooperativa. “Hay que hacer un ‘súper’ para que podamos venir a comprar cosas a mejor precio”, dijo Teresa Gisbert, quien trabajó en diferentes tiendas que pertenecían a la cooperativa en los años 1930.
Esa había sido precisamente la idea de los 16 primeros socios que, con una aportación individual de 25 pesetas, habían fundado en 1890 la Flor de Maig. Su nombre provenía de la canción de Josep Anselm Clavé, introductor en España del movimiento coral obrero. Los socios de la cooperativa financiaron después la construcción de una sede permanente en la calle Wad-Ras, hoy Doctor Trueta, y la inauguraron seis años más tarde. Además de cooperativa de consumo destinada a abaratar el precio de los productos, la Flor de Maig funcionaba como lugar de socialización de los obreros del barrio: canto coral, teatro e incluso sesiones de espiritismo formaban parte de las actividades de ocio de la entidad.
La cooperativa creció rapidamente y compró otros edificios y una granja para la producción de sus propios alimentos. En 1915, empezó a repartir pensiones para personas mayores y discapacitados. A lo largo de los años, la Flor de Maig también incluyó servicios médicos y pensiones para viudas.
Con la llegada del franquismo, la Flor de Maig, que era entonces la cooperativa más grande de Barcelona y probablemente de toda Catalunya, sufrió un declinio y tuvo que vender sus propiedades. El edificio de la calle Doctor Trueta también acabó en manos privadas.
La Transición le dio un nuevo impulso: la petición de la Asociación de Vecinos del Poble Nou apoyada por el periodista Josep Maria Huerta Clavería fue aceptada por el Ayuntamiento en 1977. Durante 35 años, la Flor de Maig sirvió de lugar de encuentro de decenas de entidades vecinales.
Hoy, el ateneo abre la tercera etapa de su historia. Funcionará de manera completamente autogestionada y será el punto de encuentro de diferentes cooperativas de consumo del barrio, unas entidades que se dedican a la compra de alimentos ecológicos para sus socios con el objetivo de evitar los intermediarios. El espacio servirá además de punto de información y asesoramiento para personas amenazadas por un desahucio y será abierto a todas las entidades que deseen realizar actividades.