La PAH reivindica un edificio que se resiste a quedarse vacío
“Sólo queremos las casas que nos toman los bancos, no es ocupación, es reciclar”, dice una pintada en una puerta en la tercera planta del bloque ocupado por la PAH en el barrio de La Bordeta en el marco de su campaña de Obra Social para dar un techo a familias que no tienen otra alternativa. “Ya estaba aquí cuando entramos, pero nos iba perfecta”, apunta Llum, una de las habitantes del edificio que ahora se preocupan por una orden de desalojo. Y es que este edificio lleva 8 años vacío, pero la PAH no es la primera que se esfuerza en darle vida.
Todo apunta a que la inscripción con rotulador es de 2011. En noviembre de ese año se ocupó el mismo edificio en el marco de las protestas del 15-M. Durante una semana de “liberaciones generales” ocuparon edificios vacíos de entidades bancarias por toda la ciudad, en el caso de La Bordeta también para alojar familias. “Yo estaba el día que entraron”, recuerda Llum, activista en muchos movimientos de la ciudad. Años más tarde volvió al edificio para habitarlo. Consiguió la dación en pago de su piso, pero no un alquiler social. Desde entonces había ocupado en otro edificio, sin la PAH. “Como no tienes ingresos, la administración no te da una alternativa”, critica.
En 2011 la ocupación terminó en un desalojo de madrugada por parte de un enorme dispositivo policial. Ahora pesa sobre los ocupantes una orden de desalojo que podría hacerse efectiva en los próximos días, pero que esperan que esta vez tenga un final feliz. Carlos Macías, portavoz de la PAH de Barcelona, explica que la propiedad pidió un desalojo cautelar, que tendría que haberse decretado en pocos días pero se ordena cuatro meses más tarde. A partir de ahora podrían recibir cualquier día una visita de los Mossos requiriéndoles abandonar el edificio en siete días. A partir de entonces podrían desalojar en cualquier momento. La PAH confía, sin embargo, en el apoyo popular y la intervención que puedan hacer el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat ante los propietarios.
Carmen, de 61 años, ha llegado hace pocos días al bloque y le asusta la idea de que la policía la saque de casa. Su marido, Rubén, de 64, lleva un mes habilitando su nuevo piso y los vecinos ya dicen que es el más “apañado” del edificio. Cuando entró la PAH, ya no quedaban ni cocinas, ni grifos, ni tazas de inodoro, e incluso se habían llevado alguna ventana en los 8 años que lleva vacío. “Las tazas de inodoro las hemos ido recogiendo de la calle”, apuntan los vecinos, y Rubén ha pasado el fin de semana cortando el fregadero más barato que ha encontrado para hacerlo caber en el lugar que le corresponde. Y no son las únicas dificultades. Durante los dos primeros meses las familias en el bloque no disponían ni de luz ni de agua. “Pedimos al Ayuntamiento que interviniera pero no hubo manera”, apunta Macías.
Un crédito en manos de la Sareb
El portavoz de la PAH explica que la titularidad del edificio es de la promotora Nyala 2006 SL, de la familia Riera-Marsá, aunque el crédito hipotecario del inmueble, que asciende a 5 millones de euros, está en manos de la Sareb -el llamado “banco malo”-, que se quedaría el bloque en caso de que quisiera ejecutar el crédito. “La Sareb no ejecuta el crédito para tener una pantalla que la proteja”, considera Macías, que añade que la promotora “disfruta de unos beneficios que no están a disposición de las familias”. Si la Sareb fuera la titular del edificio la Administración le podría reclamar la cesión de estas viviendas para uso social, como ya pasó en un bloque ocupado en Sabadell.
“Pedimos al Ayuntamiento y a la Generalitat que negocien con la Sareb, y de la Sareb no tenemos respuesta”, explica Macías, que añade que cuando la Sareb comunica que no es la titular del edificio tampoco tienen más respuesta de la Generalitat. El nuevo consistorio de Barcelona ha pedido a los juzgados un aplazamiento de dos meses del desalojo para que los servicios sociales puedan buscar una solución para las familias.
En el bloque viven un total de siete familias, muchas de ellas con menores. Algunas provienen de varios desahucios, otras ya habían estado ocupando después de quedarse en la calle. En el caso de Carmen y su marido, provenían de un edificio ocupado por la Obra Social de la PAH en Ripollet. Durante dos años la propietaria del piso donde vivían cuando su marido se quedó sin trabajo les dejó vivir sin pagar alquiler, pero finalmente tuvieron que abandonarlo. Con los 500 euros al mes que puede llegar a ganar su marido no ven una alternativa. “Si al menos pudiera trabajar, pero tengo dos hernias de disco y dos vértebras aplastadas”, lamenta Carmen a los 61 años. En el bloque de La Bordeta vive en la primera planta, para no tener que afrontar mucho escaleras. Dice que se adapta a cualquier lugar, pero lo último que quiere es verse arrastrada fuera de casa por la policía y Llum se encarga de tranquilizarla.