Salvem l'Arnau: “Recuperar el teatro Arnau es una cuestión sentimental, pero sobre todo arquitectónica”
El Teatro Arnau, tan viejo como el Paralelo –fundado en 1894– abanderó, junto con las salas de El Molino y el Apolo, la Barcelona más canalla y subida de tono de principios del siglo XX. Quizá por eso, de todas las reivindicaciones que la reforma del Paralelo ha dejado a la intemperie, la recuperación del Arnau es la que apela más directamente a las emociones y a la memoria de la avenida. Sin quererlo, este histórico cabaret se ha convertido en un símbolo del nuevo Paralelo que muchos vecinos y entidades, agrupados en torno la plataforma Som Paral·lel, quieren recuperar. Hoy, olvidado en el cruce con Nou de la Rambla, sobrevive medio en ruinas bajo la mirada triste de la estatua de la cupletista Raquel Meller (1888-1962), la violetera, que en otro tiempo lo llenó hasta la bandera.
El Ayuntamiento de Barcelona descarta hacerse cargo de los cerca de 10 millones de euros que supondría rehabilitar un edificio que en el año 2011, bajo el gobierno del alcalde Jordi Hereu, adquirió por dos millones. El único ápice de esperanza llega desde el tejido vecinal y, en concreto, de la iniciativa Salvemo l’Arnau, que tiene un proyecto bajo el brazo: Reconvertir el teatro en un centro de interpretación del Paralelo, un museo de las artes escénicas y un espacio donde renazcan las artes olvidadas. Hablamos con uno de sus impulsores, el historiador y escritor Enrique H. March (Barcelona, 1959).
De los casi 10 millones de euros que se han destinado a la reforma del Paralelo, ninguno va destinado a la recuperación de Arnau.
Así es, por el momento, esta es la cruda realidad. Todas las iniciativas vecinales y culturales que queremos recuperar la avenida hemos pedido incorporar el teatro, pero sigue olvidado.
¿Quién es el responsable del estado de abandono en que se encuentra el Arnau?
Hombre, el Ayuntamiento es el propietario. Está en sus manos conservarlo y rehabilitarlo; o liquidarlo del todo.
Por más que lo hemos intentado, ningún responsable municipal responde a la pregunta de por qué se compró el teatro si después se le ha dejado morir....
Es enigmático... Cuando en 2011 el Ayuntamiento lo adquiere daba la sensación de que había un proyecto para el Arnau. ¿Qué sentido tenía comprarlo, si no? Se lo deberíamos preguntar a los que tomaron esa decisión. Según el actual concejal de Cultura, Jaume Ciurana, el problema es económico, pero no sólo para restaurar el teatro, sino también para asumir el mantenimiento. Es evidente que no sabían ni saben qué hacer con él. No tienen una idea clara del amplio abanico de posibilidades que ofrece.
¿Qué tipo de espacio tiene en mente la plataforma para la transformación del edificio?
Pensamos que el Arnau sería el lugar ideal para instalar un museo del espectáculo, con un centro de interpretación y documentación de la historia del Paralelo, tanto del mundo del espectáculo como de la historia obrera. La idea es que los vecinos encuentren un lugar donde depositar y consultar el material (fotografías, carteles, programas, libros, registros sonoros, memoria oral…). No podemos permitir que este material, en manos particulares, se pueda perder para siempre.
¿Cómo lo piensan hacer sin una inversión como la que, al parecer, es necesaria?
Hay que ofrecer propuestas razonables y factibles que puedan ser atractivas para el Ayuntamiento y que, además, impliquen a otras instituciones que ahora mismo tienen problemas para poner en valor el material que tienen. Me refiero, por ejemplo, al Museo de las Artes Escénicas del Institut del Teatre. Tienen un fondo documental muy importante que incomprensiblemente está encerrado en unos almacenes. Este fondo lo podría acoger Arnau.
Si recordamos el éxito de la exposición que se hizo en el CCCB hace un par de años, El Paralelo 1894-1936: Barcelona y el espectáculo de la modernidad, nos haremos una idea del interés que genera esta zona de la ciudad. De momento, nos hemos propuesto como primer objetivo la rehabilitación del edificio antes de que caiga al suelo. Es probablemente la parte más costosa, la reforma debería ser integral y habría que construir los espacios adyacentes necesarios para acoger el centro de documentación y la zona expositiva.
También prevén activarlo como escenario para recuperar espectáculos que le dieron vida años atrás…
El Arnau acogió todos los géneros teatrales y escénicos que desde sus inicios han hecho historia en el Paralelo: pantomima, melodrama, zarzuela, music hall, revista. Incluso sufrió varias reformas para adaptarlo a las necesidades de los espectáculos, como en 1911 cuando debutó con gran éxito Raquel Meller. Creemos que el Arnau podría acoger este tipo de expresiones culturales y a pequeños creadores, en un momento en que el resto de teatros de la avenida ya ofrecen un circuito comercial. El Paralelo se caracterizaba por ser un eje de cultura popular.
¿Qué significa, hoy por hoy, el Arnau para el Paralelo?
Lo significa todo, el Arnau es el único vestigio que queda del Paralelo de principios del siglo XX. Es el último teatro en forma de ‘barraca’. Por lo tanto, no hablamos únicamente de una cuestión sentimental, sino sobre todo de una cuestión arquitectónica. Arnau es el último reducto que sobrevive desde finales del siglo XIX, cuando el Paralelo empezaba a absorber el ocio popular de Barcelona, y que fascinó por igual al obrero, al artesano y al burgués, hasta a convertirse en una especie de Brodway barcelonés y frontera canalla de la ciudad.
Pongámonos en el mejor de los casos. El Arnau recibe la inversión que necesita y se rehabilita. ¿Cómo debería ser la gestión? Sectores de la plataforma Som Paral·lel entienden que sin una gestión directa el futuro Arnau no obedecerá a criterios estrictamente vecinales...
Yo soy partidario de la gestión compartida. Aunque todavía es un debate abierto [vídeo]. Las instituciones deberían hacerse responsables de sus competencias (mantenimiento de los espacios y de los fondos), pero los programas se deberían acordar con la participación de los vecinos o de las entidades que los representen. La titularidad debería ser pública y se deben compaginar las propuestas vecinales y las institucionales asumiendo cada uno las responsabilidades que le correspondan. Con esto quiero decir que si un grupo de teatro quiere actuar en el Arnau, no debe haber ningún otro responsable que ese grupo de teatro; y si el Museo de las Artes Escénicas hace una exposición, ellos serán los responsables.
Últimamente han recibido el apoyo de algunos nombres relevantes del mundo de la cultura...
Tenemos el apoyo de Xavier Albertí, director del TNC; Hermann Bonnin, director de La Seca-Espai Brossa; y de Eduard Molner, comisario, con Albertí, de la exposición del Paralelo en el CCCB.
¿Le gustaría una reforma al estilo de El Molino?
No. Y aquí me dejo llevar por la parte emocional. Quizás las condiciones de El Molino no permitían que se pudiera hacer nada más. Y hay que decir que en la medida de lo posible se preservó la fachada. Pero la propuesta de reforma del Arnau, en cambio, engloba muchos más ámbitos y conecta directamente con un tipo de Paralelo que se está perdiendo.
¿Cómo valora la reforma del Paralelo?
La veo excesivamente opaca. No me preocupa tanto la cuestión urbanística, pero sí el modelo de avenida. Hay que evitar que el Paralelo se convierta en un eje turístico que una el Puerto de Barcelona con la Fira. Queremos un Paralelo ciudadano: no olvidemos que es el lugar de encuentro de tres barrios. Pero es necesario que se preserve también como centro barcelonés del mundo del espectáculo, no sólo en cuanto a escenarios sino también la investigación, la documentación, los museos y las exposiciones.
¿Teme que el Paralelo sea la nueva Rambla?
Espero que no. El turismo busca vivir la vida de las ciudades que visita. Esto cada vez pasa menos en Barcelona porque que la gente huye de las zonas de concentración turista. Hay lugares como La Rambla, donde los barceloneses ya no van. ¿Qué encuentra un barcelonés en la Rambla?
¿Y en el Paralelo?
Muy poco. No basta con que existan varios teatros y una zona comercial con restaurantes. Si todo esto no está integrado dentro de un plan que intente recuperar el Paralelo como zona de cultura, memoria y espectáculos no nos sirve.