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Adiós a las armas nace con el objetivo de contribuir a la construcción de un mundo más seguro, a través de la cultura de paz y el desarme, desde la investigación y difusión de los efectos perversos del militarismo y el armamentismo, prestando especial atención al comercio de armas, la financiación de las armas, el gasto y presupuestos militares, las fuerzas armadas, la industria militar, la Investigación y Desarrollo (I+D) de armamento, las operaciones militares en el exterior, con especial atención en el Estado español; también hacemos análisis de conflictos armados, el militarismo y armamentismo mundial y de las doctrinas de seguridad y defensa de España, la UE y la OTAN.

Adiós a las armas es un blog coral en el que escribimos investigadoras y colaboradoras del Centro Delàs de Estudios por la Paz, pero dónde también se pueden encontrar artículos firmados por autoras que hacen una lectura de los conflictos y las relaciones internacionales incorporando un análisis crítico desde la cultura de paz y la no-violencia.

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La OTAN se opone a la resolución de la ONU de prohibir las armas nucleares

Las banderas de los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ondean en la sede de la OTAN en Bruselas.

Xavier Bohigas y Teresa de Fortuny

Centre Delàs d'Estudis per la Pau —

El 27 de octubre la Asamblea General de las Naciones Unidas ha aprobado una resolución para iniciar negociaciones el 2017 con el objetivo de conseguir un tratado de prohibición de las armas nucleares. En la resolución, la Asamblea General decide celebrar el próximo mes de marzo una conferencia en la ONU para negociar un instrumento jurídicamente vinculante que prohíba las armas nucleares y que lleve a su total destrucción; y anima a todos los Estados a participar. La resolución se acordó con 123 votos a favor, 38 en contra (España fue uno de ellos) y 16 abstenciones.

Horas antes el Parlamento Europeo había aprobado una resolución en el mismo sentido, invitando a los Estados miembros a que participen constructivamente en las negociaciones de un tratado de prohibición de armas nucleares.

Dos buenas noticias, evidentemente. No surgen de la nada, sino que son consecuencia de un largo proceso iniciado muchos años atrás.

Ya a raíz de los bombardeos estadounidenses sobre Hiroshima y Nagasaki, la sociedad civil se movilizó para que nunca más se utilizaran las armas nucleares. Esta movilización se mantuvo durante toda la Guerra Fría. La disolución de la URSS y el fin de la Guerra Fría hicieron creer que se iniciaría un proceso de desarme importante y el movimiento antinuclear perdió empuje. Pero a pesar de los diversos acuerdos bilaterales (entre EEUU y Rusia) de reducción de armamento nuclear, hoy aún hay más de 15.000 cabezas nucleares en el mundo, de las cuales estos dos estados poseen más del 90%. En los últimos años varias campañas internacionales, lideradas por la sociedad civil, han reclamado la puesta en marcha de un proceso que desemboque en un tratado de prohibición y eliminación de las armas nucleares. Las iniciativas en esta dirección han llegado a las máximas instituciones. Así, la Asamblea General de la ONU, de forma reiterada, ha pedido la eliminación de las armas nucleares. Por ejemplo, ya en la resolución 64/55 de 2009 exhortaba a los estados a iniciar urgentemente conversaciones, con el objetivo de llegar a una convención de prohibición de las armas nucleares.

Paralelamente, varios encuentros internacionales (Oslo 2013, México y Viena 2014) evaluaron los efectos humanitarios de las armas nucleares y han contribuido con fuerza a concienciar de la necesidad urgente de prohibir las armas nucleares. De la conferencia de Viena salió el compromiso (Humanitarian Pledge), por parte de un grupo de estados, de promover medidas efectivas para resolver el vacío legal relativo a la prohibición y eliminación del armamento nuclear.

Las armas nucleares, a pesar de su enorme capacidad de destrucción, son las únicas armas de destrucción masiva que no tienen un tratado de prohibición. Las armas biológicas y las químicas lo tienen desde hace años. Estudios recientes indican que la explosión de menos del uno por ciento del arsenal nuclear mundial en aglomeraciones urbanas podría provocar una modificación del clima a escala planetaria que podría conducir al hambre a más de 2.000 millones de personas.

Es muy interesante echar un vistazo a la votación de la resolución de Naciones Unidas a que nos referíamos al inicio del artículo. Han votado a favor de la resolución una buena parte de los estados miembros. Prácticamente la mayoría de los países africanos, de América latina, del Sudeste de Asia y del Pacífico. Son asimismo los países que conforman las grandes áreas que se han autodeclarado Zonas Libres de Armas Nucleares. Entre los votos afirmativos hay un par de remarcables: Irán y Corea del Norte. De las dieciséis abstenciones destacamos las de China, India y Pakistán, estados nuclearmente armados.

La posición de las ex repúblicas soviéticas no ha sido uniforme: algunas han votado a favor de la resolución y otros se han abstenido.

Han votado en contra de la resolución todos los estados de la OTAN con la única excepción de Países Bajos, que se ha abstenido. También han votado en contra Rusia, Israel y aquellos estados que pretenden entrar en la OTAN y/o en la UE (Bosnia y Herzegovina, Montenegro y Serbia). Completan la lista de estados que se han opuesto a la resolución aquellos que tienen acuerdos de protección nuclear con EEUU, esto es Japón y Corea del Sur. Como curiosidad, Andorra, nuestro pequeño vecino, también ha votado en contra.

No todos los estados nucleares han votado en contra de la resolución. China, India y Pakistán se han abstenido y Corea del Norte ha votado a favor. El resto de estados nucleares, Israel, Gran Bretaña, Francia, EEUU y Rusia, han votado en contra. Los cuatro últimos justifican su voto negativo aduciendo que una iniciativa de este tipo debilitaría los mecanismos existentes de desarme y el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). Un argumento falaz ya que, por ejemplo, en la última reunión de revisión del TNP (2015) fueron los EE.UU., Gran Bretaña y Canadá quienes impidieron un acuerdo para impulsar decididamente el desarme nuclear. En la justificación del voto negativo a la resolución de la ONU añaden, para más escarnio, que “un esfuerzo para prohibir las armas nucleares tendría consistencia si todos los estados nucleares estuvieran dispuestos a participar”. Pero precisamente ellos son estados nucleares y precisamente ellos rechazan la iniciativa. La decisión de participar o no es exclusivamente suya. El resto de estados nucleares, China, India, Pakistán y Corea del Norte, no se han opuesto a la iniciativa.

En cuanto a los estados no nucleares de la OTAN, la inmensa mayoría ha emitido un voto negativo, justificado en una explicación conjunta basada en argumentos similares a los de los estados nucleares. En definitiva, siguen la consigna de la OTAN que, en su cumbre de 2010, afirmó que su capacidad nuclear sigue siendo uno de los pilares de su estrategia de defensa. Exactamente igual a la estrategia de defensa de EEUU.

El voto negativo de España obedece a su seguidismo como estado miembro de la OTAN. Una razón más, pues, para rechazar la permanencia de nuestro país en la Alianza Atlántica.

Hemos dicho ya que hubo 38 votos en contra de la resolución. Pues bien, 27 corresponden a estados miembros de la OTAN, 25 de los cuales son europeos. El resto proviene de países con fuertes intereses y vínculos (militares o económicos) con EEUU (Japón, Corea del Sur, Australia,...). Podemos concluir que la OTAN presenta un frente común en contra del deseo ampliamente compartido de eliminar el arsenal nuclear.

Por otro lado, los 25 países europeos mencionados han adoptado una posición contraria a la del Europarlamento, condicionados por su pertenencia a la OTAN. Sin embargo, si Países Bajos puede romper la disciplina de voto, también lo puede hacer el resto, incluida España. Nuestros gobernantes toman decisiones completamente alejadas de la voluntad de la ciudadanía (el año 2008, el 76% de la población mundial estaba a favor de un tratado de prohibición de las armas nucleares). Nuestros gobernantes, pues, han elegido la consigna de la OTAN en lugar de la recomendación del Parlamento Europeo y de la opinión de los ciudadanos. Han elegido la alternativa equivocada y debemos denunciarlo.

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