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El Poble Sec quiere pasarlo bien libre de sexismo

Una de las dinámicas para construir espacios libres sexismo en el Poble Sec

Yeray S. Iborra

Bien entrada la noche en las fiestas populares del Poble Sec. En uno de los rincones de la calle Hortas hay música y barras por la Fiesta Mayor del barrio; la gente habla y disfruta del fresquito de la noche de un viernes 24 de julio, es la Nit Feminista 2015. Aun así, hace un rato que un grupo de chicas se sienten incomodadas por otro de chicos, de unos metros más allá. Miradas continuas y invasivas.

Ante el acoso, las chicas se comunican con otros participantes de la fiesta, con miembros de la organización, en este caso de la asamblea de barrio del Poble Sec y del Ateneu La BASE. En otros espacios del barrio, entidades como los Castellers del Poble Sec y la Electrodoméstica, también hacen esta tarea.

Se pone en marcha el Protocolo Contra las Agresiones sexistas.

Un grupo nombroso de personas de los diferentes colectivos ocupan el espacio entre las chicas y el grupo de chicos mientras charlan y bailan; el objetivo es crear una barrera humana, generar un espacio de seguridad. Pero sin alterar el orden. Esta es una de las múltiples estrategias que el protocolo contempla para combatir las agresiones machistas en las fiestas. No es la única, dentro del protocolo se habla de prevención, actuación y seguimiento: en la Fiesta Mayor del Poble Sec hay carteles que alertan de que las personas agredidas no están solas, además, llevan meses de trabajo con las asociaciones (dinámicas, talleres y charlas) y creando agentes preventivos entre los suyos y los que se acogen al protocolo: los potenciales agresores también están en el rollo, y son colegas. “El protocolo, la prevención en sí, pretende trabajar cuál es la cultura de la no violencia, los afectos, entre nosotros. Y poner límites; trabajar el consentimiento y la manera de relacionarnos en la comunidad”, destaca Carla Alsina, una de las responsables del protocolo de Poble Sec Feminista y también miembro de Irídia. El grupo de chicos agresor se ha marchado.

Aunque las asociaciones feministas del barrio de Gracia son pioneras en la puesta en marcha de un protocolo contra las agresiones sexistas, no se trata de la única experiencia que ha vestido el plan de actuación antisexista impulsado por Poble Sec Feminista. En Vitoria-Gasteiz ya hace tiempo que se organizan charlas, dinamización y trabajo comunitario durante las fiestas y el uso del espacio público. Una de las herramientas de visibilización de la violencia que se utiliza en la ciudad vasca es hacer una concentración al día siguiente de la agresión. Por su lado, la UAB fue una de las primeras universidades catalanas en utilizar las zonas seguras como protocolo preventivo a las fiestas, dentro de la campaña #NoésNo.

Si bien algunos colectivos feministas y asociaciones vinculadas a los movimientos sociales han puesto en práctica históricamente herramientas para evitar el ocio sexista entre la militancia, Poble Sec Feminista está consiguiendo extender su propuesta. El año pasado ganaron el Premi 25 de noviembre del Ayuntamiento de Barcelona por su proceso de “auto-organización colectiva”, y este año el objetivo es —con este impulso— transversalizar aún más el protocolo. De momento se han interesado en participar este año asociaciones tan diversas como el Centre Cultural Albareda, el bar XXIII Guitarras, la Associació Amics Plaça Santa Madrona o la Penya Blaugrana Les Tres Xemeneies.

“Es un éxito, porque que estén al protocolo significa que recibirán una formación segura, y eso ya es importante. Los talleres de protocolo y la fase preventiva de formación ya es extender la perspectiva de género”, destaca Carla Alsina. La idea es compartir este protocolo con el máximo de gente posible, sobre todo la más “despolitizada” —dice Carla— así como con otros barrios e instituciones.

Poble Sec Feminista trabaja en paralelo a la concejalía de Cicle de Vida, feminismes i LGTBI, capitaneada por Laura Pérez. Valoran su tarea, pero destacan el reto que supone la materia: “No hay un despliegue de políticas públicas en relación a las violencias sexuales, y este es uno de los motivos por los que existe Poble Sec Feminista”, concluye Carla.

En el Ateneu Cooperatiu LA BASE, un espacio diáfano y soleado en el corazón del Poble Sec, se reúnen cerca de 40 personas. Cada una de ellas pertenece a colectivos y asociaciones feministas diferentes, se trata de una asamblea abierta del colectivo Poble Sec Feminista dirigida a todas aquellas personas y asociaciones interesadas en el protocolo. En el espacio se concentran desde asociaciones pioneras de mujeres (Ca la Dona), pasando colectivos de tango queer, hasta festivales feministas, como es el caso del Ladyfest. También hay una larguísima lista de colectivos feministas locales, demostrando la potencia del asociacionismo en cada barrio: Degenerades (Eixample), La Trama (Sants), Assemblea Dones Feministes de Gràcia (Gràcia)... Y un buen número de grupos asociativos jóvenes: La Negreta, l'Associació Universitària Sin Vergüenza o el Comissionat de Festes de Badalona (Bloc Violeta).

Se les presenta el protocolo, y se dividen en grupos de discusión más pequeños para iniciar una dinámica, para que expresen sus dudas y retos respecto al documento: “El protocolo debe seguir cambiando, debe mejorar”, dice Carla. La parte que tienen menos desarrollada es la de la seguimiento; hasta ahora han dedicado gran parte de los esfuerzos en el trabajo conceptual (definir violencia y alternativas) o la visibilización de la misma. Un ejemplo: Poble Sec Feminista estudia, si le llega alguna denuncia de agresión sexista durante una fiesta, parar la música en mitad de la sesión y denunciar desde el escenario que se ha producido una agresión. La medida es recibida con entusiasmo.

—Que, ¿qué hago si un tío me toca el culo? ¡Le llamo imbécil! —comenta una de las participantes, empordanesa. A su lado una compañera se lamenta de que no todos tengan esta actitud. Y sigue...

—La gente se siente mal por haber condicionado el espacio con la denuncia: te miran como si fuera tu culpa recibir la agresión. Hay que cambiar esta cultura de la victimización —concluye.

—Desde el protocolo buscamos un espacio de empatía, y no de simpatía —añade Carla, después de un buen rato de debate.

En la Festa Major del Poble Sec se condiciona el espacio y el contexto por medio de la señalética. Hay hojas explicativas en la barra. Y si se produce una agresión sexista (física o verbal), el colectivo hace derivaciones: “No tenemos circuito propio”, comenta Alsina. Se utilizan los canales legales. En las Fiestas Mayores de 2015, con un protocolo todavía embrionario, se tuvo que hacer frente a tres casos de agresiones, la mayoría por bromas y piropos no consentidos. No se expulsó a nadie pero hubo tres respuestas. Tres casos, con casi 50.000 habitantes de este barrio del distrito de Sants-Montjuïc, parecen pocos: “Queda mucho trabajo por hacer”, valora Carla. En el piso de arriba de La BASE, justo después de las escaleras de caracol, la asamblea se alarga más allá de las dos horas, por las propuestas: queda trabajo por hacer, pero hay muchas manos en el barro.

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