“Me he visto envuelta en una estampida de gente asustada, algunos caían al suelo”
“Estaba comprando en un centro comercial, en plaza de Catalunya, cuando he visto a mucha gente corriendo y gritando, todo era muy caótico”. Así lo explica Alba, una de las personas testigo del atentado de este jueves por la tarde en el centro de Barcelona, que hasta el momento ha costado la vida a trece personas –según fuentes policiales– y ha provocado más de cincuenta heridos, a las 20 horas de la tarde. Sus palabras se escuchan con dificultad por el ruido de sirenas y helicópteros en la capital catalana.
Como cada tarde en pleno verano, miles de personas llenaban la céntrica vía de la Rambla y sus aledaños, corazón de la vida turística de Barcelona. El atentado ha ocurrido al filo de las 17 horas de la tarde, cuando una furgoneta ha saltado el bordillo y ha comenzado a conducir a alta velocidad por el bulevar peatonal de la calle. La sorpresa de los primeros instantes por lo que parecía un atropello se ha tornado en confusión, pánico y carreras en cuanto los testigos han comenzado a entender que podía tratarse de una acción intencionada.
“Tenemos unos 20 heridos, algunos de gravedad”. Así se ha comunicado un agente de los Mossos con la central en la primera comunicación que la policía catalana ha realizado tras el atentado. El consejero de Interior Joaquim Forn, ha confirmado que hay 13 personas muertas y más de 50 heridas, pasadas las 20 horas de la tarde. Los heridos han sido trasladados a diferentes centros hospitalarios de la ciudad en decenas de ambulancias.
Mientras Alba, aún nerviosa, habla con la prensa, a su lado, pasan cerca un centenar de personas que salen en fila india del mismo centro comercial, ubicado en uno de los extremos de la céntrica plaza de Barcelona, justo en la boca de entrada a las Ramblas. “Nos habían aconsejado quedarnos en el Sephora, que está en la planta baja, subterránea, porque era más seguro”. Un par de horas más tarde, a Alba y al resto de personal del centro comercial y clientes les han recomendado salir “tranquilamente, sin miedo”.
“Iba hacia la plaza de Catalunya, desde la plaza de Urquinaona, cuando he visto que había mucho ruido y al acercarme he visto que había mucha gente, ambulancias, policía… No parecía un accidente normal”, explica Mercè Duch, que salía de trabajar. “La policía nos dirigía fuera del centro, hacia arriba, entonces me he visto envuelta en una estampida de gente asustada y algunos caían al suelo”, prosigue. Duch, como tantos otros presentes, ha seguido las instrucciones de la policía y no ha cogido el metro. En el marco del dispositivo policial los Mossos han desalojado todos los locales de las Rambles y acompañado a las personas que estaban dentro de ellos. La policia catalana pide a todas las personas que haga caso de las indicaciones del cuerpo policial.
Por el centro de la ciudad, como es costumbre en fechas estivales, había muchos turistas también. Uno de ellos es Yanik Rasah, de Suiza, que explica que iba a coger el metro camino al hotel pero que el convoy “no ha parado esta vez” en plaza de Catalunya. “No entendíamos qué pasaba porque no hablamos español; al mirar el móvil he visto que se trataba de un atentado terrorista”, explican él y su pareja, que pasaban unos días en la ciudad.
Otro turista, Luis Fernando Simoes, de Brasil, estaba en la esquina de su hotel justo en el momento del atentado. “He visto gente corriendo, he querido ir al hotel y entonces he visto la gente en el suelo y he sacado una foto”, rememora.
Los turistas no han sido los únicos sorprendidos por el ataque. Júlia Fulquet estaba trabajando en una tienda en la calle Petritxol, en el centro de la ciudad, cuando “de repente ha visto a ”mucha gente corriendo“. Según su testimonio, cuando ha mirado qué pasaba he observado en la Rambla ”el cuerpo de alguien en el suelo“. Automáticamente, ella y algunos clientes se han encerrado en la tienda, con la persiana bajada. El encierro ha durado más de dos horas.
A las 21 horas de la tarde, varios efectivos de los Mossos d'Esquadra han sacado en varios grupos a la gente que aún estaba confinada en varios locales de las Rambles. Algunas personas con claros símbolos de nerviosismo y con lágrimas. Otras, intentando mantener la calma siguiendo las indicaciones de la policía. La imagen del emblemático paseo del centro de la ciudad está ahora absolutamente vacío de gente, únicamente hay furgones policiales y varias ambulancias. En el cielo, se sigue oyendo el helicóptero sin descanso.