La mala salud de hierro del Gobierno de Ada Colau
Mal de muchos, consuelo de tontos, se suele decir. Seguro que a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, no le alivia el hecho que la oposición de la ciudad sufra los mismos problemas que su Gobierno: una aritmética endiablada que obliga a pactos inverosímiles. Pero al menos la fragmentación en el pleno de Barcelona le ha servido para tirar adelante sus primeros presupuestos propios. Unos números cifrados en 2.736,2 millones de euros, con un 8% más de inversión.
Un mes después de la presentación de la la cuestión de confianza por parte de la alcaldesa, los grupos de la oposición han sido incapaces de tejer alianzas para proponer otro alcalde y confeccionar un gobierno alternativo. De hecho, ni siquiera han amagado con ello. Ninguno de los partidos consultados por este medio (CiU, ERC, Ciutadans, PP y CUP) han explicitado movimientos entre grupos para acercar posiciones. Nunca antes una oposición en Barcelona había contado con tantos concejales (26 de 41) y a la vez se había mostrado tan alejada de un pacto.
El motivo principal por el que los partidos no han realizado tanteos previos es que ya eran conscientes de la dificultad de proponer un gobierno alternativo para la ciudad de antemano. Y todos miran a CiU.
El 28 de octubre Trias propuso abrir un diálogo con la oposición después de que el pleno sacara adelante una reprobación del Gobierno de Colau, con los votos a favor de Convergència, Ciutadans, ERC y PP y la abstención de la CUP. Aquella acción pareció el inicio de un movimiento firme por parte del antiguo partido del gobierno para echar a Colau de la alcaldía.
Nada más lejos de la realidad. Tras una serie de contactos, sobre todo entre ERC y CiU, el plan se diluyó entre declaraciones cruzadas. Tanto es así que Ciutadans desinfló a toda velocidad el suflé, alegando la imposibilidad de apoyar a un alcalde “independentista” –en referencia a convergentes y republicanos–, un gesto al que rápidamente se sumó el PP. Por su parte, la CUP se aferró a su postura de actuar como oposición y no formar parte de ningún gobierno, fuera del color que fuese.
Ahora, partidos como la misma ERC entienden aquella espantada de Convergència como un fiel reflejo de lo que hubiera supuesto iniciar conversaciones para proponer un gobierno alternativo al de Colau. “Aquel intento de CiU quemó cualquier posibilidad”, comentan fuentes cercanas a ERC a este diario.
Esas mismas fuentes explican que aquella experiencia capitaneada por Convergència también sirvió al Gobierno de Barcelona para “decantarse por la opción de la cuestión de confianza para tirar adelante los prepuestos, en vez de negociar con más manga ancha”.
Para gran parte de la oposición, la cuestión de confianza de Colau no fue un “último recurso” –como especificaba hace unas semanas el primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello– sino un plan prioritario ante la falta de consenso con el resto de partidos del pleno. La sospechas del resto de partidos del pleno se suman a las quejas reiteradas de Convergència, ERC o Ciutadans por la poca voluntad de diálogo del consistorio.
Acuerdos 'in extremis'
La realidad es que, tras un primer año y medio de mandato en minoría, pese a la entrada del PSC al Gobierno, no han sido pocos los reveses sufridos por Colau. Sobre todo por parte de sus socios aparentemente más cercanos, ERC y la CUP.
La alcaldesa se vio obligada a retirar –poco antes del inicio de la negociación de presupuestos– la segunda norma económica más importante de la ciudad: las ordenanzas fiscales. La falta de apoyos también le llevó a quedarse sin su hoja de ruta para el mandato, el Plan de Actuación Municipal.
El diálogo con ERC y la CUP ha pasado por fases diversas, pero en general han sido abundantes las idas y venidas con las dos formaciones de izquierdas. Si bien fuentes municipales comentan que con la formación liderada por Alfred Bosch, hay sintonía en “grandes temas de ciudad”, la realidad es que, a golpe de declaración, ERC ha resultado un hueso hasta el momento. Tanto, que los acercamientos han sido más amables con los representantes de los republicanos en la Generalitat que con el grupo local: Colau y Junqueras han llegado a acuerdos sobre movilidad o, más recientemente, sobre el traslado de la Modelo.
Las dificultades con las formaciones de izquierdas han obligado al Gobierno de Colau a buscar nuevas alianzas. De hecho, este mismo jueves el regidor de Vivienda de Barcelona, Josep Maria Montaner, presentaba el Plan por el derecho a la Vivienda 2016-2025, que será aprobado este viernes con el apoyo de Ciutadans y CiU. A la postre, el primer gran acuerdo del mandato con los convergentes. No será el último.
La caprichosa aritmética del pleno de Barcelona obligará a Colau a abrirse a nuevos socios para sacar adelante algunas de las políticas prioritarias para el Gobierno de la ciudad, que hasta ahora ha ido atando a base de acuerdos puntuales. De momento, la alcaldesa comandará el pleno de este viernes con sus primeros presupuestos en el saco, aunque le hará falta cintura para hacer prosperar en los próximos meses asuntos como las supermanzanas, la ordenanza del civismo o las municipalizaciones.