Los vendedores ambulantes de Barcelona claman contra su criminalización
Indignación entre los vendedores ambulantes de Barcelona. Habían convocado una manifestación este lunes para protestar contra el despliegue policial que desde el pasado lunes les impide seguir trabajando en la zona del puerto. Una semana después, sin embargo, han topado con una nueva intervención policial. Un gran despliegue de antidisturbios de la Guardia Urbana ha sorprendido el barrio del Besòs en un operativo que ha ido a casa de los manteros. En un piso donde viven cinco vendedores, según han explicado los colectivos que les apoyan, ha habido un detenido, un mantero resultó herido intentando huir por la ventana y la policía ha incautado todo el material que tenían para vender.
La actitud del gobierno de Ada Colau no deja de sorprender vendedores y activistas. Tras meses de presión de la oposición y de la derecha mediática poniendo el foco en los manteros, la tensión estalló en una redada en Plaza Catalunya a finales del verano. Desde entonces la actividad de los vendedores se había concentrado en la zona del puerto, hasta que el operativo del pasado lunes dio “un mensaje claro de que no hay zonas en la ciudad donde se pueda practicar la venta ambulante ilegal”, en palabras del comisionado de Seguridad del Ayuntamiento, Amadeu Recasens.
Una vendedora ambulante de la Barceloneta criticaba durante la manifestación que esta situación está dejando decenas de personas en una difícil situación económica, ya que no pueden trabajar. “Nos quieren esconder bajo una alfombra, pero tenemos que ser visibles, por eso luchamos”, dice esta argentina que vive en Barcelona desde hace 30 años y proviene de una familia que se dedica a la venta ambulante desde el año 78.
El operativo policial de este lunes, en cambio, tiene otra justificación. El Ayuntamiento asegura que no era contra los vendedores ambulantes, sino parte de una investigación sobre propiedad industrial, es decir: falsificaciones. Según fuentes municipales, los pisos registrados por la Guardia Urbana eran “depósitos de materiales en grandes cantidades”. No obstante, desde el colectivo de apoyo Tras la Manta aseguran que se trataba de un piso donde vivían vendedores.
En respuesta a la idea de que hay mafias detrás de su actividad, los trabajadores ambulantes gritaban en la manifestación “no somos mafias, somos trabajadores”. “Nos sentimos trabajadores dignos y seguiremos luchando en la calle por nuestros derechos y libertades, seguiremos denunciando el racismo, la discriminación y la persecución a la que estamos sometidos”, asegura en un comunicado el recién constituido Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes.
Necesidad de trabajar
Más allá de la oposición a la criminalización, los vendedores ambulantes reivindican su derecho a trabajar de la única forma que pueden. Algunas de las intervenciones enfatizaron que se dedican al oficio de la manta porque no tienen otras salidas laborales y ahora encuentran impedimentos para trabajar.
Tanto activistas como fuentes municipales aseguran que anteriores gobiernos de la ciudad pactaban con los manteros en qué zonas y a qué horas podían estar. El gobierno de Barcelona en Comú, sin embargo, encuentra una presión que lo ha disuadido de seguir actuando de esta manera. El consistorio trabaja en ofrecer vías alternativas a las personas que se dedican a la venta ambulante, pero de momento lo que más afecta a los trabajadores es la respuesta policial. Mientras tanto seguirán gritando que “sobrevivir no es delito”.