El 'hueso' soberanista de CDC toma el mando
El núcleo duro del sector soberanista de Convergència Democràtica de Catalunya, que en 2010 encumbró a Artur Mas al poder bajo la bandera de la “transición nacional” tras una larga travesía del desierto, se ha erigido en la columna vertebral del nuevo Gobierno de Catalunya, en sintonía con el viraje independentista del partido fundado por Jordi Pujol. La continuidad del profesor Andreu Mas-Colell al frente de la política de ajuste, pese al “giro social” impuesto por ERC en la rabiosa agenda neoliberal de CiU, así como la acumulación de musculatura política ante el “rumbo de colisión” tomado por la nave de la Generalitat, definen el nuevo equipo Mas II.
El nuevo Gobierno ha echado a andar de inmediato, ya que tiene poco más de 365 días por delante hasta llegar a 2014, fecha acordada para poner en marcha el “timer” de la consulta sobre la independencia, eje sobre el que gira su mandato a pesar de la gravedad de la crisis económica y social que vive Catalunya.
El gran ideólogo del grupo, Francesc Homs, que hasta ahora ejercía como secretario general de la Presidencia y portavoz del Consell Executiu, aparece definitivamente como el hombre fuerte del nuevo gabinete al ser investido consejero de Presidencia con carácter plenipotenciario. “Quico” Homs accede no por azar al Ejecutivo en compañía de Germà Gordò, su brazo derecho en la sombra como antiguo secretario del Gobierno, que ahora asume la delicada cartera de Justicia. De este modo, el denominado “pinyol” (hueso) de CiU, que hasta ahora formaba parte del primer círculo interno de Artur Mas, ha ascendido al puesto de mando junto al President para hacer frente a la gran batalla político-legal de la consulta de 2014.
Piezas clave del engranaje
La irrupción de Homs y Gordò en puestos claves del Govern, así como la continuidad del incombustible Felip Puig en el Govern, a pesar de su nefasta gestión al frente de departamento de Interior, revelan el peso del ala más radical del sector soberanista, liderado desde el partido y el grupo parlamentario por el secretario general de CDC, Oriol Pujol. Puig es un soberanista de primera hora que se ha convertido en pieza imprescindible del engranaje de poder de CDC, como lo demuestra su paso al frente de las consejerías de Medio Ambiente, Política Territorial y Obras Públicas, Interior y, ahora, Empresa y Ocupación. Todo un currículo de ambición, fidelidad y servicio, premiado con creces a pesar de la polémica que ha rodeado siempre su gestión.
También es muy elocuente la continuidad del ex socialista Ferran Mascarell al frente de la emblemática cartera de Cultura, que ya desempeñó en 2006 a las órdenes del entonces president Pasqual Maragall. Aspirante frustrado a la alcaldía de Barcelona por el PSC hasta su sonada deserción del partido a finales de 2010, Mascarell engrosa desde el Gobierno de la Generalitat la nómina de los teóricos del “estado propio” y el “derecho a decidir” al servicio de la causa liderada por Artur Mas, esta vez en su fase decisiva junto a ERC como aliado parlamentario estable.
Diálogo en la confrontación
Artur Mas emplazó ayer a su nuevo Gobierno a observar una línea de “diálogo permanente dentro y fuera de Catalunya”, exhibiendo su perfil más institucional en el arranque de lo que, sin embargo, se presenta sin rodeos como un mandato de confrontación con el poder central del Estado. La planificación y ejecución de esta difícil amalgama recae sobre todo en manos de Francesc Homs como brazo derecho del President y cerebro gris de la estrategia de “transición nacional”. Sus libros “Catalunya a judici” y “Dret a decidir. Estació concert 2010” dan testimonio de su vocación política y su capacidad teórica.
Ponente y negociador del malogrado Estatut de 2006 y uno de los artífices del modelo económico plasmado luego bajo la idea del “pacto fiscal”, frustrado igualmente el pasado septiembre, Homs pertenece a lo que podría llamarse la “generación elegida” de CDC. Los jóvenes nacionalistas formados en el pujolismo pero libres de las convenciones e hipotecas de la transición, convencidos de la incompatibilidad con España como Estado y decididos a alcanzar la “tierra prometida” de la soberanía plena. Han abjurado de la pedagogía pujolista y condenado para siempre la táctica del “peix al cove” (pájaro en mano).
Tras curtirse en las filas de las juventudes del partido (JNC) o en el movimiento independentista estudiantil (FNEC), los nuevos cuadros dirigentes de CDC ya forman parte hoy de la nueva élite política del país. Practican una política sin inhibiciones ni complejos. El propio Homs ha predicado este estilo en los dos últimos años desde el atril de secretario-portavoz, desde donde ha hecho gala de su inagotable argumentario político, capaz de defender en la misma sesión los acuerdos con el PP y cargar sin miramientos contra el expolio de Catalunya a cargo del Estado.
Junqueras y Duran, a la espera
Oriol Junqueras ha dicho con lógica aplastante que ninguno de los nuevos consejeros habrían formado parte de un Gobierno presidido por ERC. El líder republicano, gran triunfador y auténtica revelación del 25-N, marca así de nuevo su doble condición como socio necesario y oposición in pectore, a la espera de cómo se desarrolla el programa acordado con Artur Mas en el llamado “Pacto por la Libertad”. Junqueras ha ejercido por primera vez con su peculiar estilo y distancia su papel dual como avalista y fiscal del Gobierno Mas II. No cabe duda que ERC celebrará la Nochevieja con euforia.
Duran i Lleida también aguarda acontecimientos, aunque en sentido opuesto y desde el interior del Gobierno. Pese a su repugnancia hacia los postulados políticos y la cultura de gobierno de ERC, el líder de UDC no sólo mantiene su cuota emblemática a través de la vicepresidenta Joana Ortega, sino que asume la crucial cartera de Interior (Ramon Espadaler) tras los múltiples estragos provocados por el huracán Puig.
La asignación de la política de Seguridad y el mando de los Mossos a un cuadro dirigente de UDC ya curtido como consejero de Medio Ambiente en el último Gobierno de Jordi Pujol, parece sugerir un intento de pacificación interna y de conciliación institucional hacia el exterior. El hecho podría explicarse tal vez por la condición de Duran como único puente de interlocución actual con el Gobierno central, con quien más temprano que tarde hay que negociar un cuaderno de bitácora que evite el naufragio.