Jennifer López deslumbra en Barcelona a fans de todas las edades: “Ver cómo está física y artísticamente me da fuerzas”

“El amor es la hostia” o “A veces me gusta duro, pero otras romántico, con luces; aunque si el día es caluroso, lo quiero rápido y '¡venga ya!'”. Quien hablaba así, a las cerca de 17.000 personas que llenaron ayer el Palau Sant Jordi de Barcelona, es Jennifer Lopez –JLo en el mundillo musical y para sus fans–.
Y habló de este modo tan latino, tan emocional, confesando su lucha por superar el divorcio con el actor Ben Affleck, en un escenario tan frío y geométrico como lo es el del recinto olímpico, heredero del art deco futurista y racionalista que tuvo su auge en los años 30 del siglo pasado. Aunque viniendo de ella –una empresaria hecha a sí misma–, es difícil saber si aquellas confesiones eran sinceras o forzadas, al agrado de un público mayoritariamente femenino y LGTBI que pedía el melodrama como parte del pack de espectáculo del Up All Night Tour 2025.
Se trata de un tour que la artista, de origen puertorriqueño pero nacida y criada en el Bronx de Nueva York, ha emprendido tras la suspensión de la gira del año pasado, que terminó con la ruptura con Affleck tras dos intentos infructuosos de matrimonio. Con fechas previas en Pontevedra, Cádiz, Fuengirola o Madrid, tras la capital condal la siguiente fecha es Bilbao. En total seis fechas en España de 17, una concesión a un país donde es querida y bien recibida, tal como daban fe las numerosas personas que se concentraban en los aledaños del recinto.
Madres e hijas y noches de chicas
Esther y Ainoa, madre e hija, vinieron de Sitges para ver a JLo. “Ella me ha arrastrado”, confiesa Ainoa, una adolescente, mientras que su madre roza la cincuentena. Esther sonríe y reconoce que es una fan rendida de la neoyorkina, pero Ainoa también la reivindica y dice que su música “es muy accesible”. Parece tener razón a tenor de la cantidad de mujeres de todas las edades que van entrando en el palacio, desde las que están en la sesentena hasta las de la veintena, todas ellas acompañadas de amigas, amigos o sus parejas.
Tal es el caso de un grupo de seis mujeres que se hacían selfies frente al Palau: se conocieron en el club de pádel de su localidad, cerca de Manresa, y han decidido venir juntas, “sin parejas para que no nos den el coñazo”. “Noche de chicas”, proclaman encantadas. Pero que nadie crea que la cuota masculina es inexistente: JLo atrae también a los hombres, ya sea por su despliegue y su físico o bien porque es un icono para el colectivo LGTBI, por su empoderamiento, entre otras cosas. Así lo proclamaba ayer Howart, que junto a Omar esperaba a otros amigos para entrar y disfrutar del concierto de su diosa.
Pero uno de los patrones que curiosamente se repiten más es el de las parejas materno-filiales, madres con hijas en la veintena que deciden que venir a ver el Up All Night Tour 2025 es el plan perfecto para una noche de verano. Como Esther y Ainoa, María José y Blanca, que vienen de Girona, también cumplen con este patrón y también es la madre quien ha inculcado el interés por JLo a la hija. “Tiene mi edad y ver cómo está física y artísticamente me da fuerzas”, dice María José. Blanca sentencia: “Está mejor ella con 56 que yo con 20”.
Superlópez no envejece
Lo cierto es que Jennifer Lopez se presenta para esta gira como una superheroína –en su caso Superlópez, sin menoscabo del personaje de cómic creado en su día por el dibujante Jan–. Tal vez su voz no es de soprano ni su baile tiene el poder que tuvo hace 25 años –cuando decidió saltar del cine a la música, donde una latina racial como ella tenía una carrera más gratificante, cansada de estar encasillada en papeles exóticos– pero su poderío es impresionante: baila, salta, se retuerce, se cuelga de sus bailarines o lleva el ritmo de sus bailarinas como si no pasaran los años para ella.
Otra cosa son los disgustos del amor y el desamor, pero para eso tiene a su público incondicional, que aulló y bailó desde el minuto cero en que JLo apareció en un escenario rodeada de ventiladores que mantenían el pelo de la artista siempre sedoso y danzante al son de la corriente de aire. Con sus fans se desahogó del villano Affleck, con temas ya conocidos y otros todavía no publicados como Wreckage of you, un “shakirazo” dedicado a su ex.
Show en seis actos
Cinco fueron los atuendos llenos de glamour y brilli brilli que JLo vistió en la noche de ayer y seis los actos o bloques que tuvo el concierto. El primero fue poderoso y explosivo, para subir la adrenalina del respetable, con un vestido de lentejuelas, una especie de chal-chaqueta con largos flecos y una gorra de plato engastada en bisutería. De esta guisa, la diva se despachó con On the floor que le compuso Pitbiull, para pasar después a la no publicada Save Me Tonight, y de ahí a Booty –donde movió el trasero para demostrar su firmaza y el control de sus poderosos glúteos– y Ain't your mama, donde se marcó un “you sexy mother fucker” en homenage al desaparecido Prince.
Tras esta descarga de dinamita sonora, JLo desapareció para reaparecer ahora en brazos de sus bailarines y mudada al cuero negro de un ambiente mucho más oscuro. Fue el turno de temas más canallas como Jenny from de block, donde reivindica a ritmo y coreografía de rapera del Bronx sus orígenes en este distrito neoyorkino. También sonaron I'm real, Regular y Get Right, temas entre los que la artista conversaba con el público con su español un tanto oxidado. Sonaba honesta y sincera y pronto convirtió los aplausos en un estruendo ensordecedor.
Ración española vestida de Gunilla von Bismark
En el tercer acto fue cuando soltó el discurso de “A veces me gusta duro, pero otras romántico, con luces; aunque si el día es caluroso, lo quiero rápido y '¡venga ya!'”. Con el recinto incendiado, atacó I'm into you, Birthday, Love don't cost a thing y All I have. De nuevo desaparición y entrada en el acto cuatro, que fue un descanso de tanto baile y calentura para presentar su versión más hispana y melancólica, con guitarras flamencas y cajón.
Apareció JLo ataviada en rojo sangre, con un vestido de pantalón largo acabado en aguas, una mezcla entre un traje de faralaes y el outfit de Gunilla von Bismark en las fiestas del Puerto Banús de los 80. Cantó entonces acompañada de la guitarra Gracias a la vida, el tema de Violeta Parra que en América latina inmortalizó Mercedes “la negra” Sosa y en Estados Unidos Joan Baez.
“Me encanta cantar en español; debería hacerlo más”, soltó antes de comenzar un proceloso sermón sobre la función del amor y cuál es la forma en que la pareja debe funcionar correctamente; sin duda el primer dardo para Ben Affleck. Fue el prolegómeno de su terapia de grupo –con 17.000 personas alrededor– que sirvió de preludio a las canciones If You Had My Love, Ain't It Funny, Qué hiciste, Si una vez y la ya citada Wreckage of You, para dejar a Affleck a la altura del betún.
Pero pronto cerró la etapa pasional española para enchufar de nuevo los decibelios con nuevo atuendo, esta vez dorado, y canciones como Dance again o la salsera Let's get loud, con esencias del Teach me tonight, de Patti Labelle, tema estandarte del boogaloo setentero de la Fania. Finamente, JLo despidió la noche, tras dos horas de generoso y entregado concierto, con Free, Up all night y un cierre en español en los bises con El anillo.
A la salida del concierto, este periodista se topó de nuevo con María José y Blanca, que regresaban para Girona. “Brutal, lo hemos pasado superbién”, aseguraron madre e hija. No fueron las únicas a juzgar por los aplausos que se escapaban del Palau Sant Jordi incluso minutos más tarde de que JLo desapareciera definitivamente del escenario.
0