Markina-Xemein, en la provincia vasca de Vizcaya (4969 habitantes). La situación de bloqueo por parte del Estado con el conflicto vasco es una evidencia. ETA, desestructurada, dispuesta a dar el paso definitivo; Bildu, en crecimiento; los partidos estatales, en franca decadencia, y Rajoy sin mover pieza: dispersión de presos, Arnaldo Otegi en la cárcel y conversaciones paradas en todos los ámbitos. La sociedad vasca, sin embargo, sigue avanzando, la paz es una realidad (especialmente por un lado), los consensos para la autodeterminación crecen y se hacen mayoritarios. Y irrumpe Podemos. También como fuerza clave en Navarra. Una alternativa discursiva clara, nítida y que puede dar la vuelta a la tortilla en un año. El debate sobre la autodeterminación en el País Vasco continúa en un plano teórico, inicial, con múltiples frentes previos para desarrollar y en este sentido un impulso de Podemos en todo el Estado podría ser clave. Una tramontanada que serviría para empezar de nuevo la partida, con confianza y voluntad de resolver el conflicto y sentar unas primeras bases de ejercicio del derecho a decidir del pueblo vasco. Si ETA ha dejado las armas, la irrupción de Podemos debería ser presuntamente el fin del inmovilismo del Estado.
Caniles, en la provincia de Granada (4755 habitantes). Pueblo andaluz donde el bipartidismo siempre ha sido un hecho y ha tendido hacia el PSOE. Hoy este sistema está en crisis. No sólo el caso de los ERE, sino la estructura y el consenso que hasta hoy existía en torno a los pactos del olvido de 1978. La desconfianza en las élites es total y lógica. El envoltorio se funde y la necesidad de una alternativa democrática que lleve a las mayorías sociales a gobernar es casi tan necesaria como cuando Franco moría. Y todo acompañado por las desigualdades sistémicas y las políticas que estrangulan fuertemente desde la Unión Europea. Y irrumpe Podemos. Leyendo la coyuntura seguramente como nadie. Con la espontaneidad necesaria y desligada de cualquier relato que haga “tufo” a transición y régimen. Canalizando los sentimientos, razones y propuestas de aquellas plazas de 2011 a pesar de desarrollar un proyecto mucho más de arriba abajo que lo que entonces se planteaba. Apostando por la táctica de forma clara. Esperamos que partiendo de una buena estrategia. Un trampolín que sube y sube. Una nueva herramienta para desterrar las élites del régimen. Plenamente efectiva y válida, en mi opinión. Internacionalismo.
Celrà, en la veguería de Girona (4914 habitantes). 7 autocares en la V del 11 de septiembre de 2014. Varios núcleos activos del independentismo. Alejado hace tiempo del bipartidismo de los 80 y los 90 en el que CiU y el PSC se lo “comían” todo en la comarca. Abrazados al independentismo y al derecho a la autodeterminación. La práctica de este ejercicio no la ven más allá de la primavera del 2015. Es un camino recorrido desde hace, como mínimo, 4 años y hay que votar ahora para ir más allá de un simple cambio de bandera. Y irrumpe Podemos. Con un nuevo discurso en el campo teórico siendo un actor estatal. Cierto. Por primera vez una opción con posibilidades de ser mayoritaria en el Estado defiende la autodeterminación en el debate de las ideas. Bienvenida. Pero aquí se queda. No avanza. Su propuesta práctica pasa de nuevo por una reforma constitucional a día de hoy sin fecha ni contenido. Lejana. La teoría es impoluta. Su propuesta para Catalunya en la práctica no. No es una solución al clamor político que millones de catalanes han expresado en las calles en las mayores movilizaciones vistas nunca en Catalanya. Tampoco elaboran una crítica severa y reiterada a las decisiones “antidemocráticas” que toman las instancias inquisidora del Estado. No se mueven. Y en Celrà crece la sensación de que hay demasiado silencio. El fondo no cambia.
Este es un simple ejercicio “ficcionado” llevado al extremo, evidentemente. Ni en estos tres pueblos existe sólo el tema que he destacado en el ámbito político ni la realidad es así de simplificada. Todos bebemos también de fuentes compartidas. Sin embargo sí que creo que los tres ejemplos permiten ver que en la lógica de tres realidades políticas diferenciadas como son Catalunya, País Vasco y Andalucía, el hecho de compartir un mismo Estado y, incluso, la voluntad de ruptura con el régimen del 78 no lleva siempre a tener las mismas derivaciones prácticas de cómo llevar a cabo tus propósitos. Y es por eso que Podemos tiene y tendrá una gran capacidad y potencialidad de responder a las necesidades que se plantean en la gran mayoría del Estado pero no lo podrá ni sabrá hacer en todas partes.
Y entonces a las minorías nacionales, como siempre, les tocará el recibir. Se cambie la Constitución o se haga un pacto de Estado. Porque somos minoría. Sin una voluntad estratégica ni compartida en el campo teórico, claro, pero sí al fin y al cabo en el día a día de la praxis política. Los cálculos son los cálculos, los países son los países y cada uno tiene sus agendas. Cada uno tiene su marco político y es desde los respectivos marcos donde es pertinente hacer política. Podemos lo hace en el estatal, y otros lo hacen en el catalán. Lógica pura que tensiona cuando las realidades se cruzan. Con matices y colores, como es habitual, pero cuanto antes estos marcos estén separados antes tendremos lo que ahora llaman una relación “win-win”. Campo por recorrer. O así yo lo pienso. Guste o no, como decían en casa, no puedes estar en misa y repicando.
Posdata: El autor tiene la intención de escribir una segunda parte referente al País Valenciano y las Islas y completar un enfoque de Països Catalans.