El papel de la izquierda socialdemócrata o socialista en el diseño y la gestión de la actual crisis, de una desigualdad social rampante, ha sido decisivo en los principales gobiernos de Europa, ocupados por ellos durante las últimas décadas. Eso no debe servir tan solo para desacreditarla en las urnas, sino para reclamar más que nunca la necesidad del contrapeso frente a la maquinaria más potente del pensamiento y la acción de la derecha, de los favorecidos por la desigualdad social aumentada.
Hacer leña del árbol caído con motivo resulta muy fácil, aunque sin duda vale más preocuparse por replantarlo lo antes posible. Es indiscutible que los socialdemócratas o socialistas Tony Blair en Inglaterra, François Mitterrand en Francia, Gerard Schröder en Alemania o José Luis Rodríguez Zapatero en España abrazaron la ideología neoliberal de la derecha, en particular en lo que respecta a la política económica que condiciona las demás. Se sumaron a la corriente dominante entre las élites, abandonaron su responsabilidad de contrapeso. A pesar de los destrozos clamorosos de la actual crisis, los socialistas siguen afanándose en el mismo camino allí donde gobiernan. El presidente François Hollande ofrece estos días el espectáculo de su vacilante marcha atrás en medidas de política fiscal redistributiva (una de las escasas salidas viables de la crisis) y cede la popularidad demoscópica a su ministro del Interior, Manuel Valls, absorto en roer votos entre el electorado en ascenso de la extrema derecha a fuerza de expulsar manu militari a cuatro gitanos del territorio francés como política más destacada.
Son inexistentes los resultados comprobables por parte de la mayoría social de una política de izquierdas, empezando por la batalla práctica de ideas. Los socialistas de hoy sirven de bien poco y no vale el “consuelo” de que los comunistas aun lo llevan peor en su actualidad operativa. Sin embargo recuperar los equilibrios entre los bloques de intereses sociales se revela más indispensable que nunca, suponiendo que la izquierda quiera aprender la lección y no dejar a la mayoría de la sociedad en manos de los abusadores y los burócratas, incluidos los suyos propios. La izquierda que aplica la política de la derecha ha conducido a la actual situación, conjuntamente con la desmovilización social y la resignación electoral, azuzadas por los numerosos mecanismos de la ideología de las elites del poder, entre las que algunos responsables de la izquierda creen haber encontrado su lugar.
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