La Guardia Civil de la aduana andorrana de la Farga d’en Moles informa que entre el 1 de enero y el 15 de mayo se han confiscado en aquel puesto 1.966.000 euros a personas que pretendían pasarlos sin declarar (el máximo permitido es de 10.000€ por persona), lo que significa un 139% más que en el mismo período del año anterior y supera el total de 2012. La mayoría eran capitales ocultos en Andorra que retornaban a Cataluña, debido la actual falta de liquidez y acceso al crédito. La cifra representa una minúscula gota de agua en el océano de la evasión fiscal, una manifestación a pequeña escala del fenómeno. Ponerle el acento equivaldría a desviar la atención de la auténtica magnitud del problema que pasa por modernos despachos de “ingeniería fiscal”, circuitos internacionales “paradisíacos” de gran prestigio, bufetes de abogados y asesores de inversiones largamente especializados en la evasión legal o ilegal.
Ayer miércoles se reunió en Bruselas el Consejo Europeo de jefes de gobierno o de Estado de los 27 países miembros, en un encuentro destinado a tomar medidas para armonizar su política fiscal, como ya venían hablando en reiteradas cumbres anteriores europeas o mundiales desde la primera del G-20 en 2008. La Comisión Europea se permite el lujo de tener un comisario de Fiscalidad y Lucha contra el Fraude y estima que el fraude impide a los países miembros ingresar cada año un billón de euros, mientras los paraísos fiscales siguen renovándose con toda tranquilidad.
El intercambio de información fiscal entre los Estados sigue sin ser una práctica habitual. No hay alianza fiscal entre los miembros de la Unión Europea, como no hay política unitaria en tantos otros aspectos. La unión monetaria europea es incompleta, la unión fiscal inexistente. Sin unión fiscal no hay unión económica –esto es de parvulario– y el mastodóntico montaje de la Unión Europea hace el ridículo.
Algunos prestigiosos bancos son paraísos fiscales en sí mismos y su actividad ha crecido con la crisis. Lo demuestran múltiples estudios, entre los cuales el de la organización Tax Justice Network estima que la cantidad de dinero evadido a paraísos fiscales representa hoy una cuarta parte de la riqueza mundial. Los ricos hacen trampa, todo el mundo lo sabe. Los territorios británicos de las islas Caimán, Bermudas y las Islas Vírgenes son reconocidos terminales de la City londinense y no a pequeña escala. Los paraísos fiscales acumulaban el pasado año un total de 25,5 billones de dólares, la suma del PIB de Estados Unidos y Japón. La evasión de capitales a Andorra es de proporciones infinitesimales en este contexto.
Los impuestos padecen una mala imagen histórica entre las escarmentadas clases trabajadoras porque el sistema fiscal ha sido con frecuencia indecente, ha invertido los términos entre la fiscalidad patrimonial y la laboral, ha gravado más al trabajo que al patrimonio, al dinero trabajado que a las plusvalías del dinero acumulado, heredado o evadido. En España, según datos oficiales, el 86 % de los contribuyentes con ingresos anuales superiores a los 10 millones de euros eluden sus obligaciones fiscales, así como el 45 % de quienes ingresan entre 1 y 10 millones de euros. En vez de perseguir el fraude conocido, el actual gobierno decretó una nueva amnistía fiscal. Las confiscaciones en la aduana de la Farga d’en Moles son, en tales condiciones, el chocolate del loro.
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