Las pistolas Taser son armas eléctricas que producen una descarga eléctrica a distancia que interfiere en el sistema nervioso muscular e inmoviliza a las personas. Desde hace muchos años, los sindicatos policiales están presionando a los mandos policiales y políticos de los Mossos d'Esquadra para que las introduzcan dentro del arsenal de armas del cuerpo.
El pasado 18 de julio en una rueda de prensa, Ramón Espadaler, conseller de Interior de la Generalitat, se mostró abierto a que el cuerpo de Mossos utilice pistolas Taser. Llegó a anunciar que dicha arma comenzaría a utilizarse a partir de 2015. Sin embargo, no contamos con informaciones públicas acerca de cuál es la situación actual ni se ha realizado el correspondiente debate político en materia de derechos humanos sobre sus posibles efectos lesivos. Aunque por otro lado alrededor de 30 cuerpos de policía local de Catalunya ya tienen pistolas Taser.
Más de 40 entidades, entre las que destaca la Coordinadora para la Prevención y Denuncia de la Tortura, así como la Comisión de Defensa del Colegio de Abogados o el Instituto de Derechos Humanos de Catalunya, iniciamos una campaña que tiene como objetivo erradicar el uso de estas armas en Catalunya. Pretendemos promover un debate sobre las consecuencias de estas armas, para que una medida de este calado se tome en sede parlamentaria, teniendo presente la postura de las organizaciones de derechos humanos de Catalunya.
Según el artículo Armas eléctricas: ¿Qué sabemos? ¿Qué ignoramos?, elaborado por tres miembros de la Unidad Central de Informática y Electrónica Forense de los Mossos conjuntamente con una médica del Instituto de Medicina Legal de Catalunya, se atribuye a las Taser una tasa de mortalidad del 1,4%. El informe indica que “la utilización de armas eléctricas como mecanismo policial de inmovilización temporal es muy controvertida, ya que se han atribuido muertes en privación de libertad como consecuencia de su uso”. Asimismo se indica que es posible que induzcan fibrilación ventricular, es decir, un trastorno del ritmo cardiaco que presenta un ritmo ventricular rápido (>250 latidos por minuto), irregular, de morfología caótica y que lleva irremediablemente a la pérdida total de la contracción cardíaca, con una falta total del bombeo sanguíneo y por tanto a la muerte del paciente. Además la descarga podría causar lesiones musculares y cutáneas, en el sistema neuroendocrino, cerebrales o incluso podría provocar un aborto.
Otro elemento a destacar es que la persona que manipula el arma eléctrica influye en los efectos producidos, ya que controla la duración del paso de corriente eléctrica, el recorrido de la corriente por el cuerpo y la superficie y presión de contacto. Cabe destacar que dicha arma es potencialmente susceptible de ser empleada como mecanismo de tortura o malos tratos debido a que en muchos casos no deja rastro de su utilización. De hecho, en 2009 el Comité contra la Tortura de la ONU recomendaba al Estado Español que prohibiera el uso de estas armas debido a que podrían ser empleadas como mecanismo para la práctica de tortura.
Son muchos los motivos que nos llevan a plantear que el riesgo de estas armas es mucho mayor que la eventual necesidad de las mismas. Sobre todo, porque la presión de los sindicatos policiales se ha avivado después de las actuaciones policiales que conllevaron la muertes de Juan Andrés Benítez o Alfonso Bayard. Ante situaciones en las que se produjeron reducciones contrarias al protocolo de personas a las que se pretendía detener o identificar, y lejos de realizar una fuerte revisión de los protocolos policiales, se ha pretendido aprovechar la situación para presionar a los mandos políticos y policiales para que se aprueben la utilización de unas armas que han causado 269 muertes en EEUU entre 2001 y 2007, según el Informe “Voltios sin control” de Amnistía Internacional.
Sobran los motivos para que no se autorice este arma como reglamentaria del cuerpo de Mossos d'Esquadra así como para prohibir su uso en todos los municipios en los que se ha autorizado. Estas armas pueden tener efectos letales, porque los han tenido en muchos países donde llevan años luchando para lograr su prohibición. No queremos que haya ni una sola víctima de las mismas para que se tengan que prohibir. Sabemos que, una vez se normaliza su uso, son muchos años de lucha necesarios para lograr su prohibición, tal y como nos demostró la lucha por la prohibición de las balas de goma, las cuáles no se prohibieron hasta que hubo al menos 8 personas que perdieron su ojo en Cataluña y hasta que murió Íñigo Cabacas en Bilbao. Esta campaña nace para lograr en el menor tiempo posible la erradicación de las pistolas eléctricas TASER en Cataluña, con el objetivo de que la lucha se extienda al resto del Estado. La mejor herramienta para prevenir las muertes, los malos tratos y la tortura es tomar medidas de prevención adecuadas. Y erradicar el uso de Pistolas TASER se hace imprescindible.