Tengo previsto participar el próximo domingo 9 de noviembre en el proceso participativo porque entiendo que es un elemento más de movilización para evidenciar, a los ojos internacionales que nos quieren mirar, que el del PP en España es un Gobierno alérgico a las expresiones democráticas. Tenemos que convertir el 9-N en una gran jornada democrática que con participación, con denuncia y con movilización se convierta en una moción de censura ciudadana al gobierno de Mariano Rajoy. Las dos impugnaciones del Tribunal Constitucional, convertido en una herramienta política al servicio del Gobierno, no han hecho más que reforzar mi voluntad de participar. Siendo consciente de que la consulta o referéndum con garantías democráticas quedará pendiente el 10 de noviembre, la participación y la denuncia el 9-N son formas de mantenerse en pie ante la actitud inmovilista, prepotente y antidemocrática del gobierno español.
Sobre la pregunta planteada, tengo claro desde hace tiempo que me expresaré con un 'sí-no' porque quiero que Catalunya se convierta en un Estado, pero considero que debe estar federado con otros pueblos. Diré que 'sí' a la primera parte de la pregunta porque quiero expresar que Catalunya es un sujeto político que tiene todo el derecho a decidir. Así pues, no somos un objeto político de nadie, como el PP, el seguidismo del PSOE y la agotada constitución del 78 nos quieren hacer creer. En este sentido, el 'sí' a la primera pregunta expresa la necesaria ruptura democrática; la ruptura del statu quo que necesitamos para cambiarlo todo, no sólo nuestras relaciones con el estado. Y diré que 'no' a la segunda parte de la pregunta porque creo, honestamente, que es más factible construir la ruptura democrática de la mano de otros pueblos de España (como el pueblo vasco, el andaluz o el gallego) e incluso con otros pueblos de Europa. Desde la solidaridad de clase y el internacionalismo es como creo que hay que construir un estado propio para Catalunya. Los metalúrgicos vascos, los campesinos andaluces o las percebeiras gallegas son la gente con la que quiero construir una ruptura democrática que nos lleve a un proceso constituyente.
La independencia formal, aparte de ser una falacia en un mundo dominado por el poder económico, per se, no me motiva. En una Europa neoliberal y arrodillada al capitalismo no construiremos un país diferente, una Catalunya socialmente justa, políticamente limpia y nacionalmente libre, si no es acompañados del resto de pueblos de España y de Europa. O nos liberamos, todos los pueblos juntos, de la esclavitud de los mercados, o estamos condenados a vivir en una falsa independencia. No quisiera construir un país que fuera una fotocopia de la España, Francia o Alemania neoliberales porque sería una oportunidad perdida. Además, la Catalunya que yo deseo no puedo construirla de la mano de la derecha burguesa de CiU. Tenemos modelos sociales diferentes y, por tanto, también tenemos modelos de país confrontados. En cambio, sí que quiero construir un estado federal de la mano de la irrupción de Podemos, la tradición de defensa de la clase trabajadora de IU, el ecosocialismo de ICV y Equo, el rupturismo del SAT andaluz, el republicanismo de Anova Irmandade o la pluralidad del espacio de Amaiur.
Finalmente, y aproximándome al derecho a decidir e incluso la independencia, desde una vertiente de radicalidad democrática, aceptaré y trabajaré para defender políticamente lo que la mayoría del pueblo defienda en un referéndum de autodeterminación y estoy dispuesto a escuchar. Desde el primer momento siempre he dicho que soy un federalista que tiene ganas de que alguien lo convenza de que es mejor la independencia para construir un estado social. De momento, creo que la opción federal nos da más fuerza y más acompañamiento para descabalgar de su hegemonía a unas derechas catalana, española y europea que, a menudo, han tenido actitudes idénticas contra los intereses de una mayoría social.