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Cuando el relato es más importante que el acuerdo

Jordi Mir Garcia

La política de presiones

La política de presionesSi Junts pel Sí y la CUP-Crida Constituent han llegado a un acuerdo durante la tarde del sábado es porque el domingo ya no podían. Esto hace pensar en un chiste propio del mundo del derecho que se refiere al cumplimiento de los plazos. ¿Por qué lo presento el último día? Porque al día siguiente ya no puedo. Más allá de si se le encuentra la gracia o no, nos puede ayudar a pensar el acuerdo presentado ayer. El juego de presiones en el que se ha convertido el llamado “proceso” se ha querido llevar siempre hasta el final: en los acuerdos sobre la consulta de 9N, sobre la lista única... CDC estaba acostumbrada a ganar estas presiones, y también lo quería hacer esta vez, por eso podía esperar hasta el último momento porque tenía los recursos suficientes para dejar en mala posición quien no aceptara. Han hablado los diferentes actores, no es noticia. Pero en esta última ocasión delante estaba la CUP, que no aceptó las presiones para la lista única, que vio como sus propuestas sobre el tipo de elecciones a hacer no eran aceptadas aunque sólo CDC estuviera en contra.

La política del juego de la gallina

Estos últimos meses hemos hablado bastante del juego de la gallina, en una de sus variantes dos vehículos avanzan rápidamente hacia un precipicio y pierde quien antes se detiene. Un referente ilustrativo puede ser el que aparece en Rebelde sin causa. Este acuerdo de última hora podría ser una constatación más, quizás la más clara, de esta manera de hacer. El juego de la gallina también tiene que ver con la presión. La presión que eres capaz de ejercer y que eres capaz de sufrir. No parece que ni Junts pel Sí ni la CUP estuvieran dispuestos a caer por el precipicio. ¿Pero qué era el precipicio para cada uno? ¿Las elecciones? CDC tenía suficientes indicios de su descenso electoral y no ganar las elecciones sería un problema grave.

CDC está en peligro. Ha hecho cambios para poder reconducir el proyecto y continuar disputando la hegemonía en Catalunya. Ha conseguido situarse por encima de todos los otros actores, con la mal llamada lista única que permitía evitar controlar el crecimiento de ERC. Ahora ERC ya había dicho que no compartía la idea de convertir las posibles elecciones de marzo en una validación de un nuevo gobierno de Junts pel Sí, la última propuesta de CDC. Junts pel Sí no podría existir en marzo, ERC no cedería a la presión esta vez. Para la CUP, o para una parte de ella, el problema podía ser no aprovechar la ocasión que tantas personas ven como única o terminar señalada como responsable de un fracaso, de unos resultados electorales en marzo en el que la suma de los partidos independentistas fuera menor a la de septiembre. Nada de lo que ha hecho crecer el independentismo en Catalunya ha cambiado en estos meses. Podríamos decir, incluso, que la máquina de generar independentismo incluso está trabajando a mayor ritmo.

Pero las opciones independentistas también son conscientes de su desgaste electoral. Y si hay algún cambio relevante debe situarse en la aparición de Barcelona En Comú, que ganó las elecciones al Ayuntamiento de Barcelona, y en Comú Podem, que lo hizo en las elecciones generales del 20 de diciembre en Catalunya. El voto a En Comú supone la aparición de un espacio defensor de la soberanía de Catalunya, no necesariamente de su independencia. Al final Junts pel Sí y CUP-CC han saltado del coche antes de las elecciones, parece que no han caído por el precipicio. Pero las metáforas pueden iluminar u oscurecer, veremos si las elecciones eran el precipicio. El acuerdo que ninguna de las partes parecía querer, pero todas han necesitado.

Política personalista pero movimientos colectivos

El movimiento a favor de la independencia de Catalunya es desde hace años un proyecto colectivo, plural y con gran diversidad. Esto ha ido a más en los últimos años. Supone un contraste chocante con como en los últimos meses se ha intentado cabalgar este movimiento desde posiciones que tienen un discurso y una práctica eminentemente personalista. Las conferencias y comparecencias de Mas no niegan el carácter colectivo del movimiento, pero ponen siempre en primer plano su figura.

Las intervenciones del presidente Mas se han construido desde el Yo: yo decido que no me presento como candidato a presidente, yo propongo el nuevo presidente, yo decido qué trabajo haré, yo no dejo la política, yo dejo sin validez el compromiso de no volver a presentarme, yo vigilaré cómo se desarrolla todo, yo decidiré qué hago en unos meses. La llegada a la sede de CDC de Artur Mas tras la comparecencia del sábado para presentar el acuerdo fue recibida con muchas personas integrantes de su gobierno y miembros de CDC en la entrada de la sede. Las caras no eran de alegría por el acuerdo. CDC no preveía este desarrollo. Mas no es el movimiento a favor de la independencia, no lo ha sido nunca, pero quizás el “proceso” ha sido demasiado ligado a su persona y esto suma y resta. Resta por personalismo, paternalismo, por tutela. ¿El paso al lado de Mas hará que esto cambie?

Los espejismos de la nueva política

El “proceso” hacia la independencia ha sido presentado por alguno de sus actores protagonistas como la ocasión para hacer política de otra manera. En el período de la emergencia de nuevos actores en la política institucional que proponen la necesidad de una política diferente a la que se ha practicado desde las instituciones del estado, el proceso y partidos como CDC, un partido que ha formado parte de estas instituciones, se ha sumado a este discurso.

A diferencia de lo que ocurriría en el escenario español donde aparece un eje que se ha llamado de nueva y vieja política que separa partidos tradicionales como el PP y PSOE de nuevas formaciones como Podemos y Ciudadanos, en Catalunya hay un partido de los tradicionales, CDC, que intenta evolucionar para poder ser asociado con la llamada nueva política. Parece que lo buscado es una centralidad en los ejes de nueva-vieja política y en el de izquierda-derecha. Deberíamos plantearnos qué hay de nueva política, de las necesarias otras formas de hacer política en este acuerdo tan fundamental en lo que está por venir. Pero quizás no importa eso. Quizás para demasiadas personas y colectivos que en algún momento han reclamado la necesidad de otra manera de hacer política, de una nueva política, esto termina siendo un recurso más para intentar que se oiga lo que una parte importante de la población quiere escuchar. Más allá de ser partidarios de la independencia, o no, de Catalunya, la preocupación por la política que hacemos y la calidad de la democracia que construimos día a día debería ser una prioridad.

La política del relato y los memes

memesLa comparecencia del presidente Mas para presentar el acuerdo tuvo como componente destacado la crítica a la CUP, la insistencia en los errores que había cometido este actor y en los cambios que tenía que hacer para hacerlo patente y demostrar que estaba dispuesta a enmendarlos. La comparecencia de la CUP incorporó autocrítica sobre su comportamiento en las negociaciones, pero quedó muy lejos de lo hecho por Mas. Junts pel Sí sólo aceptaría como autocrítica haber confiado en exceso en la CUP. Estos posicionamientos no dejan de resultar sorprendentes en el momento de mostrar un acuerdo que supuestamente debería convencer a las dos partes.

La CUP ha conseguido, según reconoce, hacer avanzar el proceso y que Mas se haga a un lado. Pero la contrapartida es investir un presidente de CDC que no marca ninguna distancia con las políticas del partido y asumir una disciplina de voto que no parece que pueda acompañar las críticas que ha mantenido a las políticas de CDC y que no parece que cambiarán substancialmente. El mismo día que Benet Salellas, desde la CUP, ha dicho que han enviado el presidente Mas a la papelera de la historia, Mas ante el Consejo Nacional de CDC ha dicho que cuenta para el presente y para el futuro.

La política a la que parecemos estar abocados desde hace demasiado tiempo es la que prioriza pasiones a razones. Una forma de hacer política que se construye desde el objetivo de construir relatos que se incrusten en el cerebro de la ciudadanía para orientar, condicionar, aleccionar... Una manera de hacer política que no es propia sólo de los partidos políticos, que también está afectando a otros sectores de nuestra sociedad. Mención especial pueden merecer algunos medios de comunicación y algunos periodistas. Los argumentos han dejado paso a los meme, ideas fuerza, a menudo ingeniosas, pero que en el mayoría de los casos no se desarrollan, no se argumentan, no permiten el diálogo. Asistimos a una lucha para convertir en dominantes, hegemónicas, las propias posiciones.

La política de los hackers de lo imposible

David Fernàndez popularizó desde su llegada al Parlament la expresión “hackers de lo imposible”. Vivimos tiempos de cambios que para muchas personas parecían imposibles. El acuerdo entre Junts pel Sí y la CUP-CC puede ser una buena muestra, la declaración de desconexión aprobada en el Parlament también. Una vez han hecho posible lo imposible, tendrán que pensar en todo lo que será necesario para continuar haciendo posible un acuerdo al que se llega en estas circunstancias. Estos imposibles no sólo se dan en el Parlament. Los hemos vivido también a partir de los resultados de las elecciones municipales con la llegada al gobierno del Ayuntamiento de Barcelona En Comú o de Ahora Madrid. Pero no tenemos que mirar sólo a las instituciones del estado. Hay que atender el trabajo realizado desde los movimientos sociales la gente de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, de Tanquem els CIEs...

Estas son algunas maneras de hacer política que se pueden encontrar en el acuerdo al que se ha llegado entre Junts el Sí y la CUP-CC. Más allá de la posición de cada uno sobre cómo debe ser el futuro de Catalunya deberíamos valorar conjuntamente las consecuencias negativas para una sociedad que se quiere democrática de estas maneras de hacer política: la política de presiones, la del juego de la gallina, la personalista, la del relato y los memes, la de los espejismos de la mal llamada nueva política. Más allá de la posición de cada cual sobre cómo debe ser el futuro de Catalunya habría que ser conscientes de que no podemos aspirar a ser una sociedad democrática con maneras de hacer política que persiguen la imposición de modos de pensar. Una sociedad plural y democrática necesita poder deliberar, debatir, decidir, acordar, desde posiciones formadas e informadas, con conocimiento de lo que se trata, con capacidad para pensar por uno mismo.

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