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La celebración independentista toma Sant Jaume en medio de una tormenta política

Manifestación en la plaza Sant Jaume de Barcelona, ante el Palau de la Generalitat

Yeray S. Iborra

Finalmente, el Día D tiene fecha: el 27 de octubre. Tal vez no será el último de ellos, pero sí el más recordado, al menos para la mitad independentista catalana. Para esta, será la fecha en la que, por primera vez, y sin contar los ocho segundos en que Catalunya fue independiente, el grito por la independencia tomó el Parlament y se extendió por las calles. Y así ha sido su celebración: miles de personas han desbordado el centro de Barcelona a lo largo de este viernes para festejar la república catalana.

La plaza de Sant Jaume volvió a vivir el júbilo de las grandes fechas. De las grandes proclamas. Si bien las cifras –dentro de Sant Jaume caben a lo sumo unas 11.700 personas– no han acompañado como en movilizaciones de días anteriores, los aledaños de la céntrica plaza donde se alojan El Palau de la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona se han desbordado.

Los pulmones que durante el día se han vaciado a gritos de “hoy sí proclamaremos la república” lo han hecho clamando “som independents!” (somos independientes) tras la proclamación de la República en el Parlament.

Después de una mañana de protestas esperando dicha proclamación ante el Parlament, parte de los manifestantes independentistas que se encontraban a lo largo del parque de la Ciutadella se han trasladado al centro de Barcelona. Las concentraciones del día han sido promovidas por la ANC y Òmnium, los Comités de Defensa del Referéndum y Universitats per la República.

A medida que han llegado los manifestantes a Sant Jaume, la plaza y sus alrededores se han convertido en un termómetro del independentismo, que ha vivido el fuego cruzado de declaraciones mediante el transistor (móvil con radio FM, para ser precisos): palabras de prácticamente todos los líderes políticos, respuestas desde diferentes países o el tuit de Donald Tusk... Casi todo malas noticias para los concentrados, cuyo ánimo no ha decaído. Se han hecho fuertes con el mensaje de un diputado finlandés que, mediante un tuit, ha agitado al independentismo ante la idea de un reconocimiento internacional que hasta ahora no ha llegado.

Ante la imposibilidad de entrar en Sant Jaume, los concentrados han aguardado –botella de cava en mano– en las calles colindantes. Cada grupito con su propia fiesta. Els segadors ha sonado de forma simultánea en varios puntos alrededor de Sant Jaume. Sudando la gota gorda pero con una sonrisa, los manifestantes celebraban la aprobación de la declaración de la República. “Som independents”.

“Qué ganas tenía de escuchar esa frase”, decía Montse, una enfermera, ya jubilada, que llevaba la cara pintada con la estelada y que había venido con dos amigas a Sant Jaume. Pese a que ella había podido llegar a la plaza, los conciertos se sucedían en su interior: mucho sonido de grallas. Entre ellas, las de la Eléctrica Dharma.

Los directos no han sido la única atracción para los que se han acercado al centro de Barcelona. La Vía Laietana, cortada desde antes de las 17h por la marea independentista, ha recibido la visita de los tractores. Los vehículos del campo ya habían copado el protagonismo horas antes a las puertas del Parlament.

Sólo al final, una manifestación españolista, de un millar de miembros, y que amenazaba con bajar la misma Vía Laietana ha activado a las unidades de antidisturbios de los Mossos d'Esquadra; decenas de furgones de la policía autonómica catalana han ocupado las calles colindantes a las concentraciones a lo largo de la tarde. La marcha por la unidad de España ha sido desviada por calles paralelas a la arteria, donde varios ultraderechistas han agredido a cinco personas. Antes, habían partido de la plaza Artós y a su paso por Catalunya Ràdio habían atacado la entrada de la emisora.

Mucho más reducida ha sido la presencia de grupos ultras independentistas, el caso de Catalunya Catalana. Una docena de sus miembros, con sudaderas y camisetas con la insignia del grupo extremista, se han acercado a Sant Jaume. Los manifestantes los han acorralado al grito de “fuera nazis” y, tras uno minutos, en los que han llegado a encender bengalas, se han disuelto.

Tras los incidentes, la última noticia de la tormenta ha llegado a oídos de los concentrados. Era una declaración del Gobierno: cese de Puigdemont y de todo su Govern, disolución del Parlament y convocatoria de elecciones para el jueves 21 de diciembre. La plaza ha recibido el anuncio con un sonoro abucheo. Después, todo ha seguido igual: “Som independents”.

“Da igual, hoy es un día para celebrar”, decía Anna, ataviada también con el kit independentista, estelada, camiseta y pancarta. “Si hay que volver a la calle para protestar, lo haremos para protestar, pero esto de hoy es una celebración”, añadía. La idea: el bombardeo informativo, con resaca, es menos bombardeo.

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