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Dos bloques y cuatro candidatos con opciones: 21D, la campaña más abierta

Manifestación en la calle Marina de Barcelona por la libertad de los presos

Neus Tomàs

¿Qué pasará? Esa es una de las preguntas que más veces se han hecho los catalanes en los últimos meses. A una velocidad vertiginosa y con una tensión política y social inéditas se han ido despejando los interrogantes. Hubo urnas y papeletas, Puigdemont no convocó las elecciones, se aprobó un declaración de independencia retórica, se aplicó el artículo 155 de la Constitución y medio Govern cesado acabó en la cárcel mientras el president y cuatro de sus consellers eludieron la justicia española instalándose en Bruselas. El último capítulo se escribirá el día 21. Los catalanes vuelven a preguntarse qué pasará y, más allá de los deseos, ni los partidos ni los sondeos ayudan a intuir cuál será la respuesta. Hasta cuatro candidatos están convencidos de que pueden ser presidentes: El binomio Oriol Junqueras-Marta Rovira, Carles Puigdemont, Inés Arrimadas y Miquel Iceta.

Para empezar, a solo unas horas de que se inicie la campaña más rara de las vividas en Catalunya (y de resultado más incierto), aún no se sabe si los políticos encarcelados, entre ellos, el candidato que según las encuestas tiene más opciones de llegar el primero, Oriol Junqueras, podrán o no salir de la prisión. El juez Pablo Llarena dará a conocer este lunes su auto y la decisión del magistrado del Supremo condicionará la estrategia de todos los partidos.

En ERC están convencidos de que tener a Junqueras en la cárcel les resta votos frente a un Carles Puigdemont que concederá entrevistas y que participará desde Bruselas por vídeoconferencia tanto en los mítines diarios como en los debates electorales. Incluso se estudia la posibilidad de recurrir a los hologramas para que el presidente cesado 'aparezca' en los actos.

Hasta ahora, el peso de la precampaña republicana ha recaído en la secretaria general, Marta Rovira, y si Junqueras no sale de la cárcel será ella quien seguirá ejerciendo de candidata. Los republicanos afirman que se ha acabado ya la autocrítica y que a partir de ahora su centrarán en insistir en que se puede ampliar la base del electorado independentista a través de las políticas sociales. El ejemplo más repetido será el de la ley antidesahucios y contra la pobreza energética, que se quedó en casi nada tras su paso por el Tribunal Constitucional.

En ERC aseguran que no habrá más declaraciones independentistas revestidas de solemnidad en el Parlament ni grandes proclamaciones. Es su manera de reconocer que la unilateralidad queda aparcada, sea por obligación (judicial) o por convicción. Una de las diferencias respecto a la estrategia de Puigdemont es que los republicanos no desdeñan la posibilidad de configurar un gobierno junto a los 'comuns' tras el 21D. La candidatura de Xavier Domènech confía en acabar siendo decisiva y tener la llave del próximo gobierno, incluso obteniendo menos escaños de los que obtuvo Catalunya Sí que es Pot.

Pocos actos conjuntos

El bloque independentista limitará los actos conjuntos a aquellos que tengan que ver con los políticos presos y al que se está preparando en Bruselas, coincidiendo con la manifestación que recorrerá el centro de la capital belga el próximo día 7. Tampoco habrá un programa electoral común, más allá de un par de puntos genéricos. ERC, PDeCAT y CUP se reunirán de nuevo este lunes para concretarlos pero, descontado el de la petición de liberación de los presos -si es que no salen antes-, se defenderá el “reconocimiento del 1-O” y un punto genérico en la línea de implicar a los ciudadanos en la creación de un “proceso constituyente”.

Puigdemont quiere una campaña presidencialista y reivindicar que su Govern es el único legítimo. Para insuflar ánimos entre el electorado independentista se apelará a plantar cara al “tripartito del 155”, en referencia a PP, PSC y Ciudadanos, y a la necesidad de no romper el bloque secesionista. “No hay 22 sin 21”, repiten los afines al president cesado. El PDeCAT ha quedado totalmente relegado y también el día 22 actuará en función del resultado que Puigdemont obtenga el día 21. La cúpula del partido heredero de Convergència intenta no ponerse en la tesitura de volver a depender de la CUP, la única que abraza con entusiasmo la vía unilateral.

El termómetro empresarial

En el otro frente, la pugna entre Ciudadanos y PSC promete ser uno de los duelos más atractivos de esta campaña. Inés Arrimadas logró el 27-S pasar de nueve escaños a 25, ahora aspira a ampliar aún más su representación y convertirse en el referente del llamado bloque constitucionalista. Confía en que si junto a socialistas y populares suman 68 diputados y ella obtiene más escaños que el PSC, los socialistas acabarán facilitando su investidura. Pero Miquel Iceta no se lo pondrá nada fácil.

El líder del PSC repite que sus votos no servirán para que haya un presidente independentista, tampoco uno de derechas, en referencia a Ciudadanos, y que no será por su culpa que se tenga que repetir los comicios. O sea, que en función del resultado, el PSC decidirá qué hacer. Los socialistas están convencidos de que pueden atraer a mucho exvotante convergente. El termómetro más reciente han sido las jornadas económicas que se celebran cada año en S'Agaró, un foro donde se dan cita los principales empresarios catalanes, y en el que el discurso de Iceta triunfó entre los asistentes.

En cambio, Xavier García Albiol, a quien las encuestas de momento no auguran un gran resultado, ha optado por un discurso duro que le permita solo fidelizar al electorado del PP en Catalunya. Albiol pisará mucha calle y hará menos mítines. Como Arrimadas e Iceta, busca el voto metropolitano antiindependentista pero, a diferencia de la candidata de Ciutadans y del líder socialista, no tiene opciones de acabar presidiendo la Generalitat.

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