La campaña transversal del 'sí' arranca en Tarragona con un baño de multitudes
¿Cada cuánto pueden pedirte “el voto de tu vida” sin que sea demasiado? Los partidos independentistas catalanes consideran que, al menos, una vez cada dos años. Así lo han puesto de manifiesto este jueves, en el acto de inicio de la campaña por el 'sí' en el referéndum del 1 de octubre, cuando ERC, el PDECat, la CUP, Demòcrates, Moviment d'Esquerres y las entidades han pedido el voto por la independencia de la misma forma que lo hicieron hace exactamente dos años, en la campaña para las elecciones del 27-S.
Sin llevar por nombre Junts pel Sí, la fórmula ensayada este jueves por el polo independentista ha sido exactamente la misma: aparecer juntos y pedir el 'sí'. Del president Carles Puigdemont al secretario nacional de la CUP, Quim Arrufat. Del vicepresident Oriol Junqueras, a la presidenta de la Asociación de Municipios Independentistas, Neus Lloveras. Del presidente de la ANC, Jordi Sánchez, a la diputada de Moviment d'Esquerres, Marta Casamitjana.
“Prometimos que construiríamos una mayoría social y una mayoría en las instituciones”, ha asegurado Junqueras. Y es esa mayoría la que se ha podido poner de manifiesto ante los cerca de 9.000 espectadores que reventaban la antigua plaza de toros de Tarraco Arena. Tener a todo el independentismo unido bajo el voto del 'sí' es una fórmula clásica de los referéndums de autodeterminación, como el escocés. Pero también es una fórmula que, sin haberse acordado nunca un referéndum con el Estado, en Catalunya ya es conocida.
Este hecho, que tiene como principal peligro empalagar, tiene también algunas ventajas competitivas. Por ejemplo, conocer de forma fehaciente sus propias debilidades. La campaña del 'sí' sabe que la comarca del tarragonés fue la tercera que peores resultados dio el 27-S a las formaciones independentistas, consiguiendo menos de un 37% de apoyo para las candidaturas que representaban el 'sí' en las pretendidas elecciones plebiscitarias. Así que han abierto la carrera con un baño de multitudes en la capital sureña.
Los independentistas han diseñado una campaña centrada en las grandes ciudades metropolitanas, allí donde históricamente lo han tenido más difícil. Calculan que es momento de valentía. Y, si eso no funciona, siempre queda el Gobierno español para mover a la gente a las urnas. Este jueves el Gobierno había advertido a los propietarios de la antigua plaza de toros tarraconense que la campaña estaba suspendida. La respuesta de los tarraconenses ha sido abarrotar el acto.
El president Carles Puigdemont ha comenzado echando gasolina al fuego: “¡Bienvenidos, querellados y querelladas!”. La sorna con la que el Govern ha respondido en los últimos días a la ofensiva judicial funciona entre su público.
“Dijeron que no comenzaríamos este camino, que no sumaríamos suficiente en las elecciones, que no tendríamos presupuestos, que no lo haríamos en 18 meses, que no haríamos la ley del referéndum, que no firmaríamos el decreto de convocatoria, y que no haríamos este acto”, ha enumerado, para acabar recordando que “ahora dicen que no votaremos”. El público ha respondido al unísono: “Votarem, votarem!” [“¡votaremos, votaremos!”].
Ese se ha convertido en el grito de guerra del independentismo, junto al de “no tenim por” que lo mismo sirve para conjurar el recuerdo del atentado de la Rambla que para advertir a la Fiscalía de la inquebrantable voluntad de los catalanes. Pero en la antigua plaza de toros de Tarragona, el grito más escuchado ha sido el que reclamaba la dimisión de su alcalde, Fèlix Ballesteros. El primer edil del PSC gobierna la ciudad gracias a un pacto con Unió y el PP, y fue uno de los primeros alcaldes socialistas que anunció que no pondría a disposición de la Generalitat locales para el 1-O.
A él le siguieron cerca de un centenar de ayuntamientos, un bloque en el que primeramente se contó al ayuntamiento de Barcelona, donde también gobierna el PSC junto a BComú. Pero este mismo jueves, el bloque municipal contra el referéndum ha sufrido una grieta importante al anunciar Colau y Puigdemont un acuerdo para abrir locales el 1-O, aunque sin explicar los detalles de cómo piensan hacerlo.
En la vigilia de la campaña hacia el referéndum, todo ha parecido ser buena noticia para los independentistas. Pero, a diferencia de lo que ocurre en una campaña ordinaria, en los próximos 16 días los partidiarios del 'sí' no lucharán contra los del 'no', sino contra la abstención, su principal enemiga. Y, más aún, contra el Gobierno español que, parapetado tras los tribunales, amenaza con llevarse el Scattergories cuando los independentistas ya han empezado la partida.