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La estrategia de Colau: surfear el tsunami del 1-O sin jugarse el cargo

Colau y Puigdemont anuncian que en Barcelona se podrá votar el 1-O sin detallar cómo

Neus Tomàs

¿Qué hará Ada Colau? Esta era una pregunta que se hacía el independendentismo desde hacia meses. Evidentemente no era una simple curiosidad. Carles Puigdemont necesitaba que Barcelona no quedase fuera del tablero del 1-O porque hubiese significado un fracaso que no podía permitirse. Colau lo sabía y lo ha aprovechado para imponer su relato, diferente al del constitucionalismo que simbolizan PP, Ciudadanos y PSC, pero sin arriesgarse a una inhabilitación como lo han hecho los alcaldes del PDECat, ERC y la CUP. Si no es la cuadratura del círculo, se le asemeja bastante.

El analista Francesc Marc Álvaro resume el pacto anunciado esta semana entre la alcaldesa de Barcelona y el presidente de la Generalitat como un win win táctico entre Colau y Puigdemont. No hay detalles del acuerdo, los vecinos de la capital catalana aún no saben dónde votarán si hay referéndum el 1 de octubre, pero el mensaje de ambos es el mismo: en Barcelona se podrá votar. Como en la inmensa mayoría de ayuntamientos socialistas, tampoco se cederán locales municipales. La diferencia es que el PSC ha hecho bandera de su rechazo a la petición que les hizo el Gobierno catalán.

Colau hará lo mismo que los alcaldes socialistas, pero sin aparecer como una traidora a ojos de una parte del secesionismo. “No se compromete a nada, no comete ninguna desobediencia y no arriesga. Es una maniobra muy rentable para ella”, concluye el analista Jordi Mercader.

El independentismo compra su calculada ambigüedad porque no puede permitirse lo contrario. “Colau ha negociado sabiendo que los independentistas la necesitaban y ha decidido que estaría como ella quisiera”, resume Álvaro.

La alcaldesa de Barcelona no es independentista. Tampoco unionista. Su apuesta es lo más parecido al federalismo asimétrico que Pasqual Maragall intentó impulsar sin éxito. Pero, examinando las encuestas, se comprueba que su proyecto político es el preferido por la mayoría del electorado de los 'comuns' (cuyo referente indiscutible es ella).

Según el sondeo que Centre d'Estudis d'Opinió publicó en julio, prácticamente la mitad de los votantes de Catalunya Si Que Es Pot (el referente parlamentario de los 'comuns') se consideran más federalistas que autonomistas. Los que se definen como independentistas representan el 14% y si se analiza la tendencia se comprueba que este porcentaje ha ido a menos. Esa misma encuesta arrojaba un dato que dos meses después se ha demostrado certero puesto que coincide con lo que el partido ha hecho para fijar su posición de cara al 1 de octubre: seis de cada diez están dispuestos a votar en un referéndum unilateral.

Todos estos porcentajes ayudan a explicar la estrategia de Colau. Participar en el referéndum pero sin abrazar la causa independentista. Criticar el régimen del 78, desde proyectos distintos. Apelar a la democracia, aunque cada uno a su manera. En esas andan el 'colauismo' y el secesionismo. De ahí la carta firmada con Puigdemont, Oriol Junqueras y Carme Forcadell y enviada a Mariano Rajoy con copia al rey reclamando un referéndum pactado.

No son lo mismo pero ahora les conviene entenderse. Ese es el win win de Puigdemont y Colau. Eso es también la política.

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