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La disputa entre sectores de la ANC reaparece en torno a la movilización de la próxima Diada

El presidente de la ANC, Jordi Sánchez

Arturo Puente

Pasó con la cadena humana de 2013, con la V gigante de 2014 y con la Meridiana de 2015. Al filo de cada verano los ánimos del movimiento independentista parecen estar desinflándose y llegan las dudas sobre si será capaz de volver a superar la manifestación de la Diada anterior. Si bien hasta ahora cada 11 de septiembre ha cumplido las expectativas, el reto ha vuelto a presentarse en este 2016, a las puertas de la asamblea general que este domingo celebrará la ANC.

La disputa diferentes sectores en la entidad, en pugna interna desde hace varios meses, han cristalizado en torno a cómo debe ser la movilización de la próxima Diada. La comisión buscó fórmulas para escapar de su propia espiral, que le obliga a superarse cada año y que algunos socios consideran ya insostenible, y promovió una manifestación descentralizada. Sin embargo, esta propuesta no recibió el beneplácito de la mayoría del secretariado nacional, que devolvió la propuesta la comisión de la Diada. Este viernes el secretariado nacional se volvió a reunir para decidir la cuestión. A última hora trascendió un principio de acuerdo que llevaría la manifestación en Barcelona, con un marcado acento internacional. La propuesta debe ser expuesta como muy tarde este domingo a los socios.

“No debemos buscar el crecimiento constante en número de manifestantes, esto es insostenible”, explicaba un miembro del secretariado nacional antes de la reunión del viernes. Según exponía, la opción descentralizada en diversos municipios catalanes permitiría al independentismo evitar de la guerra de cifras contra sus marcas de años anteriores, al tiempo que facilitaría que más gente acudiera a las protestas al no tener que desplazarse.

La otra opción sobre la mesa es continuar la línea seguida hasta ahora y convocar una gran acción unitaria. El problema, según se reconoce en el seno de la Assemblea, es que el escenario catalán ha cambiado después de la victoria de Junts pel Sí y el horizonte de la desconexión ya es un objetivo compartido, al menos sobre el papel, con el Govern. Este contexto y el hecho de que el año pasado la Diada se convirtiera en el primer acto electoral del independentismo, el relato de que las acciones de la ANC y Òmnium sirven para “empujar” a las instituciones hacia la independencia se ha roto.

La discusión sobre cómo debe ser la movilización de este Onze de Setembre es el reflejo de una pugna soterrada entre familias de la entidad. El presidente, Jordi Sánchez, está apoyado por el aparato de la organización y, según le reprochan sus críticos, por David Madí, hombre de confianza de Artur Mas. Entre los críticos no hay voces que destaquen, fuera de la ganadora de las elecciones del año pasado, Liz Castro. El tercer sector es el representado por Pere Pugès i el exvicepresidente de la entidad, Jaume Marfany, a quien muchos consideran que fueron artífices de la presidencia de Sánchez en 2015.

El debate de la presidencia en el fondo

La asamblea de este domingo servirá para más cosas que dar a conocer la acción que se convocará la próxima Diada. Entre otras cosas, la entidad debe renovar los estatutos, aprobar la llamada “hoja de ruta” anual, aprobar la gestión económica y convocar elecciones. Es este último aspecto sobre el que están fijadas todas las miradas, hasta tal punto que algunos de los sectores promueven un cambio de modelo electoral. Hasta ahora, los socios votan directamente al secretariado nacional y es este quien posteriormente elige al presidente. Este modelo ha dado lugar a episodios como el del año pasado, cuando Liz Castro fue la más votada por los socios pero el secretariado se decantó después por Jordi Sánchez, el actual presidente.

El domingo, los socios votarán si desean un cambio en el método de elección, para elegir directamente al presidente, e incluso un peso territorial diferente en el secretariado. Según afirman los críticos con Sánchez, la elección directa beneficiaría al actual presidente, por la inercia y por ser más conocido que cualquiera de sus competidores. De hecho, una candidatura rival a la del actual presidente se da por descontada, aunque hasta ahora ningún nombre propio ha dado el paso de postularse para el cargo.

Los críticos con Sánchez reprochan su papel durante su primer año de mandato, que ven excesivamente institucional y cercano al Palau de la Generalitat. Consideran que la ANC quedó paralizada durante los largos meses de negociaciones entre Junts pel Sí y la CUP, como también lo hace ahora cuando CDC pisa el freno sobre el calendario independentista. Observan, en definitiva, que la entidad ha perdido autonomía y frescura. Los acólitos a Sánchez, en cambio, destacan el giro social emprendido por la Assemblea, así como la lista unitaria del 27-S, que califican de éxito rotundo.

Partidismo, lista única y unilateralidad

Uno de los asuntos que más han tensionado la ANC en el último año, el de la lista única independentista, también será votado este domingo. La ponencia que propone la entidad aboga por formar una candidatura “de máxima unidad independentista” en el caso de que se repitan las elecciones generales, una propuesta coincidente con en la línea en la que se ha manifestado el candidato de Convergència el pasado 20-D, Francesc Homs. Diversas asambleas territoriales, hasta 9 de ellas, han presentado enmiendas en contra de este propósito, con argumentos que van desde la inconveniencia estratégica hasta acusaciones directas de instrumentalización de la ANC por parte de los partidos.

El asunto de la instrumentalización partidista no es la primera vez que aparece en los debates de la Assemblea, pero desde las últimas elecciones al Parlament ha ganado importancia entre algunos sectores, que consideran que CDC ha arrastrado a la entidad a sus postulados. El papel de la ANC durante la confección de la lista de JxSí, participando en las reuniones en las que se le dio forma, así como algunas declaraciones del presidente durante las negociaciones de investidura entre Junts pel Sí y la CUP, el pasado invierno, no han gustado a todos los socios y en privado hay quien ha elevado quejas al considerar que la entidad entró demasiado en cuestiones electorales.

Otro de los puntos que crean controversia y serán votados el domingo mediante enmiendas al documento político es en cuanto a la hoja de ruta de JxSí, que el Govern de Puigdemont ya ha adelantado que incumplirá al rechazar la vía unilateral para esta legislatura. Algunos núcleos consideran, y así lo exponen en enmiendas, que la hoja de ruta de JxSí debe cumplirse y rechazan incluso cambiarla ante la oferta de un referéndum por parte del Estado. La ponencia propuesta por la entidad, sin embargo, apuesta por sentarse a negociar los términos de ese referéndum en le hipotético caso de que sea propuesto.

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