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Catalunya vive su primavera cooperativista

Las cooperativa biciclot ha recibido una subvención para restaurar un edificio histórico donde ubicará un 'hub' de la bicicleta

Tomeu Ferrer

La economía social vive uno de sus mejores momentos en Catalunya y específicamente en Barcelona. El sector goza de una verdadera primavera cooperativista. La Generalitat, a través del departamento de Treball, Benestar i Famílies, ha multiplicado en dos años por más de 6 el presupuesto destinado a la economía social. Si en 2015 aportaba 2,4 millones, en 2017 contempla una partida global de 16,4 millones. Por su parte, el Ayuntamiento de Barcelona, que antes del último mandato no destinaba nada a la economía social, ahora dedica 4 millones anuales, más 8 millones destinados a inversiones, según fuentes del comisionado de Economía Social i Solidària.

La pregunta que alguien se puede hacer es: ¿qué tiene la economía social para recibir la atención de las administraciones? Durante la crisis algunas empresas de economía social, especialmente las cooperativas, han resistido mejor que el resto.

Perfecto Alonso es un cooperativista histórico y como tal presidente de la Confederación de Cooperativas de Catalunya. Coincide en la apreciación que nunca hasta ahora se había dado con tanta fuerza una apuesta económica y de apoyo de las instituciones catalana y de Barcelona en favor de la economía social: “Yo creo que una de las razones puede ser que el modelo coincide con la ideología de los grupos que gobiernan las dos administraciones”, constata.

Ateneos cooperativos

Una figura nueva, surgida de la apuesta pública por la economía social, son los ateneos cooperativos. Se definen como “el espacio de encuentro, coordinación, aprendizaje y discusión, cooperación y transformación social con unos principios comunes: justicia social, democracia directa, deliberativa y participativa”. Cuando el programa se haya completado, habrá diez en todo el territorio catalán. Por poner una cifra, este año Treball destina 12,7 millones a impulsar los ateneos. Y la inversión no se hace en inmovilizado sino que se destina sobre todo a impulsar el cooperativismo en el territorio.

En relación con los ateneos, Alonso cree que el objetivo es arraigar y desarrollar el cooperativismo más allá de la área metropolitana de Barcelona. También coincide en la consideración de que varios sectores han visto el comportamiento positivo de la economía social durante la crisis y de ahí los apoyos. Un tercer elemento que explicaría la apuesta por la economía social es que sectores jóvenes y dinámicos han redescubierto la economía solidaria como una alternativa posible al capitalismo más descarnado. “Pienso que los jóvenes han pasado de ver el cooperativismo como un movimiento antiguo, de gente de pueblo, a algo perfectamente alineado con las tendencias más modernas del siglo XXI”, afirma Alonso. Y la prueba de ello es que las nuevas cooperativas acogen muchos universitarios que al plantearse el modelo de empresa a partir del cual quieren desarrollar su futuro, optan por este, “porque se ven reflejados en él”, asegura.

Josep Vidal, director general de Cooperativas de la Generalitat, admitía que quizá el impulso a la economía social tiene que ver con la visión ideológica que su partido, ERC. Este grupo político tiene sus raíces en la combinaciones del viejo socialismo utópico y el movimiento solidario formado por mutuas y cooperativas: “para nosotros hablar de ateneos y cooperativas forma parte del ADN fundacional”, afirma.

Ivan Miró es un cooperativista de larga trayectoria. Fundador de la cooperativa la ciutat invisible, su mano se puede ver detrás de muchas iniciativas en este campo. “Creo que lo más destacado de las aportaciones públicas al movimiento cooperativista son los ateneos cooperativos”, afirma. Pero en su intervención hay un matiz, “esta es una larga reivindicación del movimiento, que ahora se ha materializado. Durante años hemos ido estructurando la intercooperación, entre colectivos de economía social y entidades de los barrios y ciudades. Ahora todo ha cuajado”, asegura.

Miró recuerda que el proyecto Coòpolis, el ateneo cooperativo de Barcelona, que cuenta con ayuda del Ayuntamiento de Barcelona y de la Generalitat, comenzó con las campañas de base para vincular las diversas cooperativas y entidades del barrio de Sants.

Ivan Miró asegura el cooperativismo de base está detrás de los programas que ahora toman cuerpo: “a inicios de 2015 desde la Xarxa d’Economia Solidària (XES) elaboramos los 14 puntos para desarrollar este tipo de economía y muchas de estas propuestas ya forman parte de los programas de gobierno del ayuntamiento y de Treball”, señala. El cooperativista añade que algunas de aquellas propuestas “han servido para forjar el nuevo paradigma que pretendemos, que es impulsar una economía publico-cooperativa y comunitaria, mientras que en anteriores mandatos se planteaba solo una economía publico-privada”.

Coincide Miró en situar el impulso a la economía solidaria que se da en Catalunya con la transversalidad de los apoyos que recibe. “Hay una red de municipios que impulsan la economía social, formada por 48 ayuntamientos en los cuales se dan los colores de los sectores progresistas”. En este soporte ha jugado un papel clave la resistencia del cooperativismo a la crisis y el arraigo de las empresas de la economía social en el territorio: “las cooperativas no deslocalizan”, concluye.

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