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OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

La precariedad laboral se confiesa en Internet

Una trabajadora limpia las instalaciones de un centro oficial,  Foto: ENRIC CATALÀ

Siscu Baiges

Barcelona —

“Llevo tres semanas trabajando en una hamburguesería muy conocida. Me hicieron un contrato de 20 horas y me pagan 4,80 euros brutos la hora. Las horas extras pagan lo mismo. No pagan la nocturnidad. Cierran el local a las tres de la madrugada. Tienes que limpiar todo y pasada esa hora no te pagan las que te quedes limpiando (que pueden ser una o dos). Hoy mismo me han echado por negarme a trabajar sin cobrar. ¿Qué puedo hacer? ”. Quien escribe esto se presenta como 'laylee' en un foro de Internet donde se comparten preocupaciones por las condiciones laborales de los participantes. Este 'post' se colgó el pasado 20 de junio.

El mismo día 'janira' dejaba esta nota: “Trabajo en un restaurante desde hace un mes y medio con un contrato de cocinera por 40 horas. Todas las semanas trabajo unas 50 horas como mínimo. Las horas que hago de más ni se pagan ni se vuelven pero mi jefe dice que esto es lo que hay y como tenemos un contrato con periodo de prueba de un año, nos dice que si no nos gusta, nos vayamos. ¿Qué podemos hacer? Estoy segura de que esto es ilegal”.

No pagar horas extras es ilegal pero, según los comentarios que aparecen en este y otros foros de Internet, es muy habitual. La denuncia del impago del tiempo que se trabaja más allá del horario pactado con el empresario se añade a las quejas frecuentes por unos sueldos que se consideran demasiado bajos. Hay foros específicos de trabajadores de grandes empresas como ‘El Corte Inglés’, ‘Burger King’ o ‘McDonalds’ y otros más genéricos. Podemos encontrarlos incluso en revistas como Vogue o en portales con la opción de consulta gratuïta en Internet como expertolaboralonline.com

'darke' escribe: “¿Cómo puedo solicitar una inspección a una empresa donde trabaja un familiar? Es por no comprometerlo y le despidan ya que necesita el trabajo. Trabaja de 7 de la mañana a 7 de la tarde, cuando su contrato dice que debería plegar a las 15 horas. Es un abuso y le pagan el salario mínimo. Obviamente las extras no las pagan y los obligan a quedarse. Es muy frustrante la impotencia de no poder hacer nada ante esta lacra de empresarios”.

Hay quien hace frente a esta frustración con un esfuerzo físico y psicológico espectacular. Leamos la actitud de la mujer que en diciembre del año pasado aportaba esta explicación: “Como mujer de la limpieza gano 1.300 euros al mes. De lunes a viernes, de 8 a 11 de la mañana voy a una casa que me paga 300 euros. De 11 a 14 horas voy a otra, donde me pagan 400 euros. De 16 a 17 horas voy a planchar una hora y cobro 100 euros mensuales. De 17 a 20 horas, de nuevo a limpiar. Los sábados voy tres horas y cobro 100 euros al mes y los domingos voy a las 5 de la mañana a limpiar un despacho y cobro 80 euros. Así llevo seis años. Con la limpieza se gana dinero pero vas corriendo y cambiándote de ropa todo el día. Si quieres aspirar a trabajos mejores hay que esforzarse”. ¿Se puede aguantar este ritmo muchos años sin enfermar?.

Lejos de la actitud de esta mujer encontramos a esta otra, del mismo sector: “Hoy acabo de cobrar mi 'sueldo': 250 euros por limpiar una casa tres horas diarias, de lunes a viernes, sin contrato y aguantando a una pija odiosa que encima se queja de todo. En diciembre no tengo que ir porque tienen vacaciones y no sé si en enero me llamarán. Tengo que pasar dos meses con 400 euros y aún gracias que tengo algo de dinero ahorrado”. Un usuario de la página web le replica: “No te quejes. Al menos tienes un sueldo... Yo trabajo en un bar. Me pagan por horas, sin contrato. 4 euros la hora. Me pagan por semanas. Y encima lo cobro en tres o cuatro veces. Eso si paga... ”.

También la envidia otra usuaria: “250 euros por tres horas diarias. ¡Deberías sentir afortunada! Yo cobro 300 al mes por cinco horas diarias, de lunes a viernes, por limpiar y cuidar de un niño”. O este otro: “Yo tengo contrato y cobro 4,4 euros/hora. Así que te entiendo. Lo único que tiene de bueno es que al menos tengo seguridad de cobrar cada mes. Este país se va a la mierda, pero, claro, según el gobierno estamos reduciendo el paro y saliendo de la crisis”.

'Mary' también se queja de explotación laboral: “Estoy trabajando desde noviembre en un restaurante hamburguesería. Cuando me contrataron las condiciones eran buenas. Tenía 40 horas, dos días de fiesta a la semana y lavaba los platos cuando mi compañero tenía fiesta. Éramos cinco en la cocina, pero en tres meses sólo somos 3 y tengo que limpiar los platos todos los días. Hay días que hago horas extra pero no me las pagan ni me las devuelven. Hay noches que me quedo sola y tengo que atender a los clientes y lavar los platos. Quiero saber si tengo derecho a que me suban el sueldo porque tengo la sensación de que me están exprimiendo más que una naranja”.

La imposibilidad de la conciliación familiar o de saber cuándo se tendrá un momento de descanso en el trabajo, días festivos o vacaciones también está presente en muchos de los comentarios. ‘Ann': “Tengo un bebé de seis meses y mi jefe no me quiere dar un horario fijo. No quiere negociar el horario y no quiere hacer nada por escrito. Me dice que de lunes a viernes tengo un horario y el fin de semana, otro. Sólo publica el horario semanal. A veces, no lo publica y lo envía por correo de un día para otro”. Lo mismo le pasa a 'Judith', que el 26 de mayo explicaba: “Soy una trabajadora que tiene jornada parcial de 30 horas desde que empecé a trabajar en una empresa hace dos años y medio. Pacté verbalmente con mi superior que, como tengo dos hijos y estoy separada, trabajaría por las mañanas cuando me tocaran los niños y por las tardes cuando no me tocaran. Ahora me quieren invertir el turno y no podré estar con mis hijos”.

Si a las condiciones laborales precarias se añade una relación difícil con los superiores, la situación se vuelve más angustiosa. Un usuario escribía el 21 de julio del año pasado sobre su trabajo en una hamburguesería de renombre: “Estuve trabajando y, además del trato desagradable del gerente y el resto de personal, la explotación era muy seria, el horario una mierda y me pagaban 4 euros la hora. A menos que toque fondo no volveré a trabajar en semejante porquería”.

También se angustió la mujer que trabajaba en unos grandes almacenes comerciales y se preguntaba “¿Es lícito que te formen una bronca de mil pares si bajas un segundo al almacén sin avisar a tu jefe y te amenacen con la suspensión de empleo y sueldo?”.

Leyendo estas reflexiones se entiende que la precariedad laboral aumente los cuadros clínicos de ansiedad y depresión. Claudi Camps, responsable de la Red de salud mental en Girona, declaraba recientemente que “al principio, estos trabajadores intentan adaptarse a la situación haciendo un sobreesfuerzo para combatir la ansiedad y el insomnio y se niegan a aceptar la precariedad de su puesto de trabajo porque lo necesitan y porque creen que se podrán adaptar a las condiciones”. También explica que muchas personas se presentan a su consulta después de tres o cuatro años de relación laboral precaria, que han repercutido de forma nefasta a nivel personal y familiar. Recomienda que se acuda al especialista cuando aparezcan los primeros síntomas. El mejor remedio, sin embargo, es erradicar las condiciones laborales que los generan.

“En un estado de necesidad nadie se atreve a reclamar. Existe un miedo terrorífico a las empresas”, explica Gonzalo Fuentes, responsable de Política Institucional de la Federación de Servicios de Comisiones Obreras. En el caso del personal de limpieza de los hoteles, CCOO ha detectado situaciones en las que se paga entre 1,5 y 2 euros para arreglar cada habitación. Lo expone muy claramente, también en Internet, una de estas trabajadoras: “Trabajo como camarera de hotel y eso no es trabajo; es esclavitud. No hay derecho a lo que nos hacen. Nos están explotando y cada vez exigen más y más, por un salario de porquería, que no nos da ni para comer. Cuando llego a casa no me puedo ni mover del daño que me hacen la espalda, las piernas, los brazos y las manos. Sólo les falta el látigo”.

El principal remedio para los sindicalistas es dar marcha atrás en la reforma laboral vigente. Jesús Lodeiro, de la Federación de Comercio, Hostelería y Turismo de la UGT de Cataluña, responsabiliza de la actual situación de precariedad a las reformas aprobadas por los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Cree que también habría que combatir la subcontratación de servicios a la que apelan muchos establecimientos hoteleros y aumentar el número de inspectores de trabajo que velan por los derechos de los trabajadores. Según él, el descontrol existente facilita los abusos laborales: “casi un derecho de pernada’.

Su compañero de sindicato, Toni Díaz, secretario general de la Federación de trabajadores de Grandes Almacenes, denuncia que la precariedad en este sector se acentúa por el convenio firmado entre los sindicatos amarillos Fasga i Fetico y la patronal ANGED, que congeló los salarios. Internet también es el canal para la protesta de los trabajadores disconformes. Han creado el portal de facebook: ‘PAFF. Plataforma de Afectados por Fetico i Fasga’.

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