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Muy bien, ya lo hemos entendido, no es preciso que lo repitan: imputado no significa condenado. Imputado significa imputado. La administración de justicia encuentra indicios suficientes de delito para procesar a un imputado y el juez determinará si es culpable o inocente de la acusación. Todo el mundo es inocente hasta que no se demuestra lo contrario y los vericuetos de la justicia son a menudo imprevisibles. Ahora bien, resulta que el imputado Oriol Pujol Ferrusola es el secretario general del partido del gobierno, jefe de su grupo parlamentario, “hereu” político de su padre y centro del famoso “pinyol” de Convergència que propulsó la figura sucesoria de Artur Mas. También resulta, simultáneamente, que el secretario de organización del otro partido de gobierno, el socialista Daniel Fernández, está imputado en el mismo momento por el mismo delito, tráfico de influencias, que es la forma legal y educada de llamar a la mala costumbre de sacar tajada del cargo que se ocupa. También resulta, en tercer lugar, que la imputación se produce en un momento de aguda multiplicación de esas acusaciones y en un clima de severa crisis económica, que unos padecen mucho más que otros, sin que la clase política –imputada o no– ofrezca las soluciones que forman parte de su trabajo remunerado.
Dicho esto, tampoco debe delegarse en la administración de justicia toda la tarea de saneamiento de la vida pública, porque sería una ilusión frustrada. La oleada del movimiento de jueces Manos Limpias provocó entre 1992 y 2000 en Italia una insólita cantidad de procesos contra políticos corruptos, que desembocaron en la desaparición de todos los grandes partidos, sometidos a un cambio cosmético de siglas. La esforzada limpieza judicial no sirvió de nada duradero y hoy Italia y su clase dirigente están igual que antes. La moralización de la vida pública –y la privada– sigue siendo el cambio pendiente más determinante, sin el que todo lo demás se convierte, comprobadamente, en humo de hojarasca. Este cambio no lo pueden conducir solamente los jueces, sino la postura de la mayoría social, expresada sobre todo en las urnas. Por ahora, de las urnas siguen saliendo muchos políticos imputados.
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