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Artur Mas no sólo ha perdido el plebiscito de su giro estratégico independentista sino que ahora sufrirá de lo lindo para gobernar el país. La voluntad de un pueblo, con más ganas de votar que nunca, ha decidido tirarle de las orejas de una modo desgarrador. La manifestación de la Diada ha sido un espejismo a estas alturas difícil de digerir. Después del 25N, CiU representa una parte aún más pequeña de Cataluña. El “Gobierno de los mejores” sacó casi los peores resultados de CiU y, lo que es más importante, con un retroceso en el área metropolitana de Barcelona que habrá que estudiar a fondo, ya que sin la hegemonía en la yema del huevo del país difícilmente se puede construir una mayoría social favorable a la independencia.
En los próximos días, con el análisis detallado de los datos, habrá que estar atento a las valoraciones de Josep Antoni Duran Lleida. La convocatoria electoral en clave plebiscitaria e identitaria tan sólo ha servido para engordar el independentismo de ERC y el antinacionalismo catalán de Ciudadanos, éste a espaldas del PSC. Duran puede pasar factura al pinyol (el hueso) convergente (Oriol Pujol, Felip Puig, Quico Homs ...) y poner el dedo en la llaga de un liderazgo, el de Artur Mas, a estas alturas más debilitado que nunca. El sueño de Ítaca se desvanece y la nave convergente ha quedado varada en la Sicilia de las contiendas mafiosas.
El fracaso de CiU no puede esconder el batacazo del PSC (ojo al resultado de la ciudad de Barcelona!), y su necesidad urgente de refundación en un nuevo escenario marcado por el soberanismo y la lucha contra los recortes. La propuesta de reformar la Constitución para introducir el derecho a decidir de los catalanes (la llave de la caja y de la casa) puede representar la vía de salida del atolladero actual con el apoyo de una mayoría abrumadora en el Parlamento, que puede sumar hasta 107 diputados.
El aumento de un tercio de los diputados de ICV-EUiA (con la recuperación del escaño por Lleida) y la entrada de las CUP en el Parlamento sitúan, más allá del debate identitario, el rechazo a las políticas de austeridad fiscal y de recortes sociales indiscriminados. Con el resultado electoral de este domingo, el aumento del 66% de las tasas universitarias no se hubiera producido.
Tras semanas de hablar de la soberanía ahora toca, de manera prioritaria, hablar del gobierno. Mas no lo tendrá fácil después de haber dinamitado los puentes con el PP, destrozar al PSC y menospreciar ERC. Vuelve la política y el arte de lo posible
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