Dos años son una eternidad. Artur Mas ha pronunciado su discurso como candidato a la investidura justo dos años después del inicio de su primer mandato. Pero nada es igual. El president de la Generalitat mostraba en su rostro el peso del Gobierno y de la legislatura que empieza. En un tono nada épico ha anunciado la celebración de la consulta por el derecho a decidir y la hoja de ruta que deberá llevar Cataluña a la independencia. Y en un tono aún más bajo, Artur Mas ha desgranado un programa económico socialdemócrata, muy alejado del neoliberalismo que marcó su Gobierno hasta ahora.
La épica y la convicción quedaron para Oriol Junqueras. Fue la escenificación de la legislatura que empieza. ERC escribe el guion y el gobierno de CiU lo ejecuta. En el fondo y en la forma, el mensaje escuchado en el Parlament es el de los republicanos. Al finalizar el segundo Tripartito, Josep-Lluís Carod Rovira dijo que su principal frustración fue no haber conseguido que el PSC abrazara la causa soberanista. Pero ERC ha encontrado ahora en CiU a un aliado mucho más poderoso y aquella utopía de celebrar un referéndum en el 2014 aparece hoy en la agenda política. Y, por añadidura, Junqueras ha logrado que CiU asuma, a contrapié, medidas claramente progresistas.
La alianza entre la coalición central y hegemónica en Catalunya (CiU) y el partido que encarna desde siempre el proyecto independentista (ERC) toma forma en el Parlament y constituye un formidable desafío a España y a Europa. En el fondo, buena parte de los discursos de Artur Mas y de Oriol Junqueras fueron mensajes dirigidos a los actores políticos que deberán, en su día, encajar la apuesta independentista de Cataluña. Y fueron mensajes amargos. Para Artur Mas, la deslealtad repetida del Estado empuja a Cataluña a la independencia. Para Oriol Junqueras, la única posibilidad de salir de la crisis reside en la conquista de la plena soberanía.
Las cartas quedan encima de la mesa por parte de una mayoría política en el Parlament. Ahora es el momento de las respuestas desde España. Una de las respuestas surgirá como siempre desde las cavernas y resuena cada día en algunas portadas y en los ministerios. Falta la respuesta de la izquierda. Porque el gran error sería sucumbir al cansancio e inhibirse del proceso que vive Cataluña. Un proceso plural y complejo que no admite caricaturas fáciles. Artur Mas recuerda que “la última palabra la tiene el pueblo” y este principio lo comparte una mayoría social en Cataluña. Pero a la hora de decidir, la izquierda española tiene la responsabilidad histórica de ofrecer una alternativa al todo o nada en la relación entre Cataluña y España.
Faltan dos años para que se celebre el referéndum en Cataluña. Dos años son una eternidad, pero el trabajo es ingente y es necesario no perder ni un solo minuto a la hora de reconstruir los puentes que unos y otros han derribado.
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