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La rúa de los “Reyes Manteros” pide un 2017 sin racismo institucional y sin CIE

Los "Reyes Manteros", como se han autodenominado los vendedores ambulantes

Yeray S. Iborra

“¿Por qué los reyes blancos siempre van pintados de negro? ¡Nosotros lo haremos al revés!”, comenta Aziz, uno de los portavoces del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes, en una de las asambleas que el colectivo realiza religiosamente cada semana. Lo que en un primer momento parece una broma se torna, días después, en la primera acción del año del sindicato. Los “Reyes Manteros” –como se han autodenominado– se han hecho este jueves por la tarde con la Rambla de Barcelona.

“Ya llegaron los manteros, caminito de la Rambla”, cantan una decena de niños mientras tres vendedores ambulantes, Reyes Magos para la ocasión gracias a unos disfraces caseros, suben hasta sus improvisados tronos: tres sillas al lado de Canaletas. Los manteros, dos de ellos portavoces del colectivo, reparten caramelos entre sonrisas.

No pasa desapercibida la peculiar protesta ante una Rambla abarrotada: los turistas, atónitos, pasean arriba y abajo –y los paquetes de regalo, también arriba y abajo, de su mano, y de la de los locales–. Mientras, decenas de mantas tendidas al suelo en los aledaños de la fuente de Canaletas, y otras tantas extendidas por todo el perímetro de la Plaça de Catalunya. Todos los vendedores siguen con ahínco la acción. “Lo hacemos por los compañeros”, se expresa uno de los manteros disfrazados, el único que conservaba la cara sin pintura.

Además de los turistas, algunos activistas y miembros de la CUP de Barcelona presencian la acción, que concluye con la lectura de un manifiesto, una historia revisada de la leyenda de los Magos de Oriente. “Hemos recibido vuestras cartas, pero en la frontera de Melilla no nos han dejado entrar: había cuchillos afilados”, relata Aziz, que lee la carta, plagada de referentes a la ley de inmigración y los Centros de Internamiento para Estranjeros. Dentro del teatrillo preparado por los vendedores, los dos reyes blancos acaban detenidos tras dicha lectura por “usurpar” la identidad de dos europeos.

Una decena de policías han seguido de cerca la progresión de la concentración –sin intervenir– de los manteros, que se ha convertido en una rúa hasta la Boquería pasadas las 17h. Unos metros más allá de Canaletes, la policía sí disolvía a los vendedores.

“Son buenos días para la venta, aunque escabullirse de la Guàrdia Urbana es prácticamente imposible en el centro de la ciudad”, comentaba uno de los manteros poco antes que la marcha arrancara; especialmente este jueves es difícil escabullirse, un dispositivo especial para la cabalgata cubre de amarillo fluorescente el centro de Barcelona.

La situación de hoy es más cruda, pero no dista demasiado de la rutina de los vendedores, según fuentes del colectivo. Los manteros se encuentran inmersos en la segunda campaña más importante del año: la Navidad.

El recuerdo de un verano movido –se han producido diferentes redadas y detenciones– todavía pesa. Y el ambiente en la ciudad sigue enrarecido: los manteros denuncian desde hace semanas el incremento de la presión policial en el núcleo principal de venta cuando llega el frío, las Ramblas y la plaza de Catalunya. Quieren que cambie la situación: “Desde hoy este ya no es solo un espacio para correr ante la policía, es un espacio lúdico. Los vendedores se lo han apropiado”, zanjan.

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