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Aromáticas, setas de cardo o la resina del pino, alternativas laborales en Guadalajara

Lavanda

Carmen Bachiller

Los habitantes del medio rural se reinventan con oficios vinculados a la naturaleza que han venido a paliar las condiciones de la dura crisis. No son la panacea pero a algunos les ha dado un respiro en la economía familiar. Es lo que ocurre en la provincia de Guadalajara, en concreto, en la comarca de la Alcarria.

Las plantas aromáticas se están convirtiendo en una actividad económica alternativa. El próximo 2 de julio, la Diputación provincial en colaboración con la Asociación Provincial de Agricultores y Ganaderos (APAG) y la empresa Alcarria Flora celebra un curso para dar a conocer a futuros interesados las ventajas de la actividad. “Queremos que la riqueza de la provincia sirva para crear puestos de trabajo”, asegura la diputada de Agricultura y Medio Ambiente Lucía Enjuto.

El curso hará un recorrido por las técnicas del cultivo del espliego y la lavanda, sus rendimientos o sus distintos aprovechamientos. También se hablará de los aceites esenciales en el mundo del perfume. Será impartido por Juan José López, de la empresa Alcarria Flora, quien explica que la actividad tiene mucho futuro pero hay conocer también sus inconvenientes. “Es necesaria una inversión inicial fuerte de unos 2.000 euros por hectárea”, explica, y la rentabilidad se mide pasados diez o 12 años pero “el desembolso hay que hacerlo al principio y el mundo agrario no pasa por sus mejores momentos”.

Se trata de un cultivo que, desde 2009, recibe ayudas PAC (idénticas a las del cereal) pero es frecuente que la inversión inicial condicione a los interesados. “El problema es que al agricultor le ha acomodado la política PAC. No es un inversor, no está educado así. Su mentalidad pasa por preguntarse cuánta subvención va a recibir”. Por eso, Banco Santander se ha  involucrado en la iniciativa y lanzará una línea de ayudas a quienes apuesten por esta actividad, explica Juan José López.

La rentabilidad por hectárea en los últimos diez años no ha bajado de los 1.000 euros netos a partir del tercer año. Es superior a la de otros cultivos tradicionales como el cereal o el girasol pero  hay que pensar que solo se logra “a medio plazo”. El primer año no hay cosecha, el segundo se consigue un 25% de productividad, el tercero se llega al 80% pero el  100% no se consigue hasta el cuarto año.

Entre sus ventajas, las aromáticas no necesitan grandes recursos de agua y “el precio está acompañando en los últimos años porque  se ha incrementado hasta en un 50%” y en la actualidad se cultivan hasta ocho variedades de lavanda.Ya hay grupos inversores interesados en la siembra de estas plantas para rentabilizar terrenos aunque de momento no han llegado a Guadalajara. En cambio, sí están presentes ya en  otros puntos de Castilla La Mancha como Albacete o Valdepeñas.

El cultivo de las plantas aromáticas se extiende poco a poco por toda la provincia de Guadalajara pero si hay un referente es el entorno de Brihuega. En verano, sus campos se tiñen de color violeta. Un paisaje que está atrayendo cada vez más al turista. “Ahora nos centramos en el turismo porque genera tres o cuatro veces más dinero el turismo en torno a la palabra ‘lavanda’ que su propia producción”, asegura López. Y es el mes de agosto cuando el “potencial” de las aromáticas se multiplica porque los campos se encuentran “en su máximo esplendor”.

Resineros que ‘vigilan’ el monte

Pero la relacionada con las plantas aromáticas no es la única alternativa al desarrollo económico en Guadalajara.  La Diputación Provincial acaba de clausurar un curso de resinación en colaboración con el Ministerio de Agricultura. Es la primera vez que han venido alumnos de otras provincias como Málaga o Galicia. Es ya la cuarta edición de este curso.

“Buscamos aprovechamientos distintos y que la gente se involucre con el mundo rural”, asegura Lucía Enjuto, quien piensa que puede ser una salida laboral más debido a la amplia extensión de pinares en la provincia. Tan solo una pega.  Falta ordenar los montes de forma que se optimice más la actividad. Mientras tanto, una veintena de resineros ‘peinan’ los bosques de la Sierra Norte y la Comarca de Molina de Aragón en verano.

 “El hecho de tengamos gente resinando implica que hay personas trabajando en el monte en una época como es el verano. Vigilan cualquier cosa porque por desgracia en Guadalajara tenemos incendios”, sostiene Enjuto, quien aboga por que se ayude a fomentar la actividad “desde todas  las instituciones” y en este sentido reconoce la ayuda por parte de los técnicos de la Junta de Castilla-La Mancha. “Están colaborando incluso con las tasas por la explotación de los pinos para que puedan hacer la mínima inversión. Un resinero no saca dinero hasta que no vende el producto”.

Cree que puede ser una segunda actividad para compaginar con otra como pueda ser el turismo rural, la apicultura, las labores agrícolas… porque “nadie se va a hacer millonario pero en algunos casos es un complemento. Es un trabajo duro pero queremos que el medio rural se mantenga”.

El cultivo de setas de cardo

Otra de las actividades que están despertando interés es la de siembra de seta de cardo. En abril, la Diputación de Guadalajara celebró un curso que “fue un éxito y hubo gente que se quedó fuera”, explica Lucía Enjuto. Habrá nuevas ediciones porque hay demanda y porque se ha convertido en salida laboral en la Sierra Norte, sobre todo en el entorno de Sigüenza y en la comarca de Molina de Aragón.

“Se puede sembrar en tierras agrícolas pero también en las que no lo son y por eso se abrió a empresarios que regentan negocios en el medio rural”, explica la diputada porque en la provincia de Guadalajara sobran terrenos, sobre todo aquellos que ya no se cultivan con cereal. “Todo son complementos,  todo suma”. Sobre todo, cuando la necesidad aprieta.

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