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Por qué Castilla-La Mancha es líder en pobreza energética

Foto: Europapress

Francisca Bravo Miranda

Hasta 2012, el término pobreza energética prácticamente no se usaba en España. A diferencia de en Inglaterra, donde se acuñó el término tras valorarse como una problemática de las más importante en el ámbito de la vivienda inglesa, los problemas de pobreza energética han sido tratados por un número casi inexistente de colectivos, con excepción de la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA) que ha realizado ya dos estudios a nivel estatal para analizar la situación de este tipo de pobreza en España, u otros como EcoServeis.

Una de las conclusiones más tajantes del ponente Luis Jiménez Meneses, miembro de ACA y encargado del segundo estudio estatal de la pobreza energética, dentro del evento “La pobreza energética en Castilla-La Mancha y España”, parte del ciclo “Jornadas sobre soberanía energética, medio ambiente y empleo” es que Castilla-La Mancha es la región más afectada por esta difusa condición. Los datos acuñados por el estudio de 2014 de esta Asociación indican que con un 35% de los hogares de la región que destinan más del 10% de sus ingresos al pago de la energía doméstica, los castellanomanchegos son los más pobres energéticamente. En personas, esto implica que son 720.000 ciudadanos los que se dejan una parte importante del sueldo en el pago de la energía, mientras que 278.000 son incapaces de mantener una temperatura adecuada en su hogar.

Un hogar en pobreza energética implica que la familia se ve incapaz de pagar la energía suficiente para satisfacer las necesidades domésticas o, en otro caso, se ve obligada a destinar una fracción excesiva, determinada en más del 10%, de los ingresos totales para pagar los gastos energéticos de la vivienda. Existen tres determinantes para alcanzar esta condición: la calidad de la vivienda, los precios de la energía y, por supuesto, la renta familiar. Los estudios realizados por la Asociación de Ciencias Ambientales han ampliado el marco teórico, con una condición que han llamado “vulnerabilidad energética”, que es cuando la familia y el hogar son susceptibles de llegar a sufrir esta condición de pobreza energética.

Según lo indicado por Jiménez, la vulnerabilidad se determina también por factores como las necesidades de cada familia o las prácticas sociales de la energía. Además, por supuesto, la vulnerabilidad energética puede alterarse por el aumento en el precio de la luz o de otras facturas energéticas en los hogares españoles. Cualquiera de estas dos condiciones tienen un carácter doméstico, difuso y difícil de medir, y se ha llegado a conclusiones como que no es adecuado relacionarla siempre con la exclusión social, a pesar de que los hogares con miembros en paro son históricamente más susceptibles de sufrirla. Ante esto ACA propone la rehabilitación de viviendas como la solución a largo plazo, además de ser una palanca también para la generación de empleo.

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