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Conventos de Toledo, sin solución para un patrimonio en peligro de extinción

Convento en Toledo

Carmen Bachiller

Es uno de los debates surgidos en los últimos años que se ha avivado en los últimos tiempos. Los conventos son uno de los elementos característicos del patrimonio de Toledo. ¿Están en peligro? El profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), Carlos Vizuete dice ser “pesimista”. Apunta a datos “objetivos” y muy concretos relacionados tanto con la demografía conventual como con la crisis económica por la que atraviesan que, aclara, “nada tiene que ver con la del ladrillo”.

Los monasterios están en dificultades hasta el punto de que cada mes se cierra un convento de clausura en España. Si en 2007 había 880, en 2016 el número descendió a los 770. Lo más “preocupante”, dice el profesor, es la edad media de las religiosas que supera los 80 años. Y no es que se cierren los conventos, es que la falta de monjas obliga a cerrarlos pero, sostiene, nada tiene que ver la falta de vocación. “No está en peligro la vida religiosa sino la manera de vivirla, tal y como la hemos entendido hasta ahora”.

La clausura pierde fuelle a favor de otras formas de vida religiosa, señala el profesor. Algunas ya han pasado de la vida contemplativa de la clausura a la vida activa, sobre todo las jóvenes que optan por la 'oferta' del modelo 'Iesu Communio'. Vida religiosa sí, pero sin encerrarse tras los muros del convento.

Toledo no es ajeno a un fenómeno que parece poner en cuenta atrás la vida en clausura. En su amplio Casco Histórico, los conventos han sido históricamente, una de sus señas de identidad pero de los 23 que había allá por 1787 se ha pasado a los 14 actuales, de los que 12 están en el corazón del Casco. Todos están habitados por mujeres. Las monjas clarisas de Santa Clara y las agustinas de Santa Úrsula han sido las últimas en marcharse, dejando cerrados a cal y canto los edificios que habitaban y, sobre todo, mantenían.

Hace cien años había 18 conventos y parece que el hecho de que ahora queden 14 no es demasiado significativo. Pero lo que sí lo es el número de personas que habitan en ellos. En el siglo XIX el censo de religiosas era de unas 450, cien menos ya en el siglo XX y en la actualidad no pasan de 179. La media por convento es de unas 10 o 12 monjas, aunque en el caso de las Comendadoras de Santiago se dobla esa media porque cuenta con 20 religiosas. “Va a ser una constante a la baja”, asegura Vizuete, y eso a pesar de los ‘trasvases’ entre conventos. Al de las Concepcionistas llegaron recientemente tres procedentes de Escalona. Hoy suman 15. Las Agustinas Gaitanas son ocho y dos de ellas proceden del desaparecido convento de Santa Úrsula.

Al problema demográfico se suma el económico. A la cada vez más escasa comunidad se une la elevada media de edad. Pocas pueden hacer trabajos físicos complejos. Y sin trabajar, sus ingresos merman. Las escasas alternativas económicas para mantenerse terminan provocando su marcha.

¿A qué se dedican las monjas? En Toledo, la elaboración de dulces, en particular mazapán, ha sido una de las salidas más socorridas. En otras épocas optaron por talleres de encuadernación o por realizar trabajos de damasquinado. Se dedicaron al alojamiento de estudiantes o a tareas de limpieza de las prendas textiles utilizadas en hoteles o restaurantes. Todo ha ido desapareciendo casi en la misma medida en la que lo han hecho las donaciones que les mantenían a flote. Y de ahí al éxodo y abandono de los conventos.

Si las monjas se van…¿Qué hacer con los edificios?

El problema de fondo que plantea esta situación en Toledo es el futuro para los edificios vacíos. Algunos de ellos tuvieron salida tras ser comprados por distintas administraciones públicas. Dos de los casos más conocidos son el del Convento Madre de Dios, adquirido por la Universidad de Castilla-La Mancha y que hoy es sede de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. O el convento de Jesús y María, cuyas religiosas se trasladaron desde el Casco Histórico hasta la zona del cementerio toledano cuando el Estado les compró el edificio y lo dedicó a Archivo Histórico Provincial, con sede en la toledana calle Trinidad.

Otros corrieron peor suerte, como el ya desaparecido San Miguel de los Ángeles. En su lugar hoy existe un edificio residencial en la zona de un conocido establecimiento del Casco Histórico, el Café del Fin. Los conventos de Santa Úrsula y las Clarisas han sido los últimos en cerrar. ¿Qué futuro les espera? Quizá el mismo que se atisba a corto plazo para otros monasterios mucho más ricos tanto arquitectónicamente como en bienes muebles. Quién sabe lo que puede ocurrir con las pinturas o la orfebrería de alto valor que permanecen en los conventos de San Clemente y Santo Domingo El Real.

“¿Quién va a comprar un monasterio de estas características si se queda vacío?”, se pregunta el profesor Vizuete. “Imagine que un empresario quisiera construir un hotel en el convento de Santa Úrsula, podría serlo de cinco estrellas. Pero tenemos 12 monasterios más”. Todo tiene sus límites.

El turismo puede ser una salida para la economía conventual pero, con matices. “Realizar visitas turísticas supone perturbar la vida ordinaria de las monjas y en todo caso los conventos tendrían que incluirse en los itinerarios habituales de los visitantes”. Otra posibilidad sería la creación de un establecimiento único que comercializase los productos de los conventos. Quizá musealizar parte de sus bienes patrimoniales. Vizuete desconoce “si esta idea se le ha ocurrido a alguien y si tendría éxito entre las grandes masas de turistas que vienen a ver la catedral, el cuadro del Greco y San Juan de los Reyes y de ahí no salen”.

En todo caso se suma a las tesis de Juan Ignacio de Mesa, presidente de la Real Fundación de Toledo, sobre la necesidad de contar con un “plan” y con un “inventario de los objetos de arte” (eso es algo que también reclama la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, (RABACHT), incluso para los propios edificios del Casco Histórico) porque los conventos “se van a seguir cerrando” y va a ser un “goteo inexorable”.

El patrimonio conventual está “en peligro” porque, insiste, “va a desaparecer la misma forma de vida de las religiosas que son los que los mantienen en pie”. Resalta la labor realizada por el Consorcio de Toledo para conservar estos edificios pero, advierte, “si las monjas se van… Y ya no es solo que se vayan a llevar los cuadros u otros bienes”.

“Hasta ahora en Toledo no nos habíamos preocupado pero el problema se viene gestando ya desde los años 90”. Y por desgracia, señala, tampoco sirve el ejemplo de otras ciudades como Sevilla, con un problema similar e incluso más avanzado, que buscan dinero a través del crowdfunding, sin demasiado éxito por el momento.

Llamamiento a la sociedad civil, la Iglesia y la Administracion Pública

Esta semana, Vizuete participaba el curso de verano ‘Las Ciudades Patrimonio de la Humanidad en perspectiva histórica’ organizado por la UCLM y bajo la dirección del catedrático Ricardo Izquierdo. En su ponencia, el profesor ponía en entredicho el futuro de estos edificios justo en este 2017 en el que se cumplen 30 años de la declaración de Toledo como ‘Ciudad Patrimonio de la Humanidad’ y no es el único.

La Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas daba a conocer que ha elaborado un documento en el que realiza un llamamiento en favor de los conventos de Toledo, invitando a las distintas administraciones, la Iglesia y la propia sociedad civil para que estos edificios “no desaparezcan y permanezcan vivos, custodiando de la mejor manera posible la memoria y el ingente Patrimonio cultural que han generado y atesoran”.

En su opinión, es a la Iglesia católica a quien le corresponde “liderar” el proceso para que las órdenes religiosas permanezcan, lleguen otras nuevas y contribuyan a mantener el patrimonio. Mientras, al Ayuntamiento le piden que realice “el planeamiento sobre el futuro de la población” y que se impida que la “presión turística” acabe con esta realidad conventual porque, advierten es “vista por algunos como una simple oportunidad de espacio urbano disponible en el corazón de la ciudad histórica”.

Al Estado le piden que se implique “de forma decidida” en una realidad que supera el marco autonómico o local y pide que “facilite los contactos internacionales necesarios”. La academia asegura que se encargará de “sensibilizar” a la población para que Toledo mantenga su “seña conventual”.

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