Cospedal utiliza un edificio público para una fiesta privada del PP incumpliendo su propio reglamento
María Dolores de Cospedal ha utilizado el Palacio del Infantado, palacio del siglo XV y el más emblemático de Guadalajara, para una fiesta privada del Partido Popular en la que participaron gran parte de los cargos regionales del partido. El edificio se alquila para eventos privados, pero hace falta cumplir unas normas que se vulneraron en esta ocasión. En teoría, el Palacio del Infantado no se puede usar más allá de las 20:30. Sin embargo, el PP comenzó su fiesta el sábado a las 21:30 y se prolongó hasta la medianoche. De hecho algunos cargos del partido quisieron que las fotos no aparecieran y se empeñaron en echar a los periodistas y tapar los objetivos de las cámaras.
No fue la única irregularidad de la fiesta. Contra lo que suele ser habitual, se abrió la puerta principal del palacio, que lleva cerrada desde julio de este año por orden de Cospedal. De hecho la ley que rige ahora el uso del palacio es reciente, aprobada en julio de este año, hace menos de tres meses. En el cambio se estipulaba el cierre de la puerta principal a los ciudadanos (hasta entonces siempre estaba abierta, y ha estado cerrada hasta el sábado para recibir a los cargos del PP), la posibilidad de alquilar el recinto siempre que se atuvieran a las condiciones y el pago a quien quisiera entrar en el palacio de una entrada de 3 euros (hasta entonces la entrada era gratuita para cualquier persona).
No ha sido el primer caso ni mucho menos: hace menos de un mes la Diputación de Toledo abría el edificio Bargas, de su propiedad, para que los invitados a la boda del alcalde de Seseña, Carlos Velázquez, pudieran aparcar los coches más cerca de la iglesia y tuvieran que andar menos. También en este evento estaba presente De Cospedal.
El aparcamiento está cerrado al público y solo los trabajadores de la Diputación pueden aparcar ahí, pero el sábado 20 de septiembre se convirtió en el parking para los vehículos del Partido Popular. De hecho el usar este aparcamiento obligó a que un funcionario tuviera que ir a trabajar para abrir y cerrar las puertas del centro, es decir, de “aparcacoches”. Es, por otro lado, la enésima salida de tono de Arturo García-Tizón, un presidente de la Diputación toledana que ya acostumbra a desmanes y despropósitos como invitar a una becerrada a familiares y enfermos de Alzheimer cuando mantiene su residencia cerrada por orden suya.
El PSOE de la región ya ha adelantado que va a preguntar en sede parlamentaria por el uso del Palacio del Infantado y del edificio Bargas de Toledo, sobre el que Arturo García-Tizón ha comentado que “lo investigaremos”.