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El Quijote es un acertijo en el que Cervantes esconde que el lugar es Toledo
El Quijote es un libro de acertijos en el que Cervantes oculta desde sus primeras líneas que la ciudad es Toledo, la única con permiso de culto de las tres religiones en el siglo XVI, con lo que los musulmanes comían lentejas el viernes, los judíos ayunaban el sábado y los cristianos comulgaban el domingo.
Es lo que defiende Santos Neira, que no es “un lector empedernido” ni un experto en literatura o lengua, sino un diseñador de interiores manchego, amante de la historia y del siglo XVI, que el año pasado se topó con el Quijote oculto “por auténtica casualidad”, buscando la indumentaria que utilizaba el hidalgo.
Se percató, según ha explicado en una entrevista, de que Miguel de Cervantes escribió “un libro de jeroglíficos” en el que cada capítulo lleva por título el enunciado de una adivinanza.
Así, el primer capítulo del Quijote es un “manual de instrucciones” de todo el libro y la primera frase -'En un lugar de la Mancha'- advierte de que es un libro de adivinanzas en el que “en muchas más ocasiones” Cervantes habla de Toledo.
Según Neira, a Toledo se refiere Cervantes cuando describe lo que comía el hidalgo, porque, en realidad, habla de la alimentación de la única ciudad que tenía permitidas tres religiones cuyos días sagrados son viernes (musulmanes), sábados (judíos) y domingos (cristianos).
El libro recogería, por tanto, las comidas de los fieles durante esos tres días: el viernes es típica la sopa de lentejas para los musulmanes; el sábado los judíos hacen ayuno, y el domingo los cristianos acuden a misa y toman la comunión (palomino).
También habla Cervantes de Toledo en el capítulo II, según Neira: la venta sería la Catedral de Toledo; las dos mozas, las torres de la Puerta de Bisagra, y la estrella que le encamina hasta los alcázares es la ermita de la Virgen de la Estrella (próxima a Bisagra) que conduce al Alcázar.
Santos Neira sugiere leer el libro “poco a poco” y tener en cuenta que Cervantes “se burla” un poquito de nosotros mientras va dando pistas al lector.
También recomienda “estar muy atento” a las palabras de Sancho y tiene claro que el libro oculto que él dice que hay dentro del Quijote “es un libro de geografía e historia”, que va desde Sierra Morena hasta la reconquista de Andalucía, y no tanto un libro de literatura.
Neira es consciente de que su teoría, que quiere publicar este primer trimestre del año en que se conmemora el cuarto centenario de la publicación de la segunda parte del Quijote, puede resultar controvertida.
“Meteré la pata en cosas, pero voy a asumir el riesgo. Quiero publicarlo porque creo que va a ser interesante y entretenido; pero no por mí, si no por lo que pone en el Quijote”, afirma.
Otra prueba que, en su opinión, avala que el Quijote es un libro de adivinanzas es que durante cuatrocientos años todo el mundo ha estado buscando cosas en el Quijote, con lo que sí han entendido que “hay que buscar”.
Al tratarse de un texto en clave, Neira critica la publicación del Quijote que acaba de adaptar para la RAE Arturo Pérez-Reverte porque si se resume el libro “todas las pistas desaparecen”.
“Estoy que no quepo en mi camisa por haber descubierto el libro oculto que hay debajo del Quijote”, afirma Neira con humor, y también elogia los descubrimientos sobre el Quijote que han realizado en los últimos meses el historiador Javier Escudero y la arqueóloga Isabel Sánchez Duque.
El pasado verano desvelaron que habían localizado el lugar en el que se alzaba el mesón donde se armó caballero Don Quijote de la Mancha y en noviembre hicieron públicos nuevos documentos históricos que avalan la historia del Quijote y en quienes se basó Cervantes: dos hidalgos y un regidor.
De hecho, este próximo miércoles Escudero y Sánchez Duque estarán en la Biblioteca de Castilla-La Mancha, en el Alcázar de Toledo, para hablar de sus últimas investigaciones sobre el Quijote y quien inspiró a Cervantes.
Santos Neira opina que se están defendiendo “diferentes teorías”, lo cual también tiene mucho que ver con todo lo que aún esconde el Quijote. Lidia Yanel