Vitápolis: comunidad, independencia y seguridad
En “Et si on vivait tous ensemble?” (¿Y si vivimos todos juntos?), el director francés Stéphane Robelin retrató la decisión de cinco amigos, Annie, Claude, Jean, Jeanne y Albert, quienes, ante la perspectiva de una residencia, y la consecuente soledad y falta de independencia que entrar e uno de estos centros podría conllevar deciden irse a vivir todos juntos. Una casa grande, rodeada de jardines, donde los personajes forman un hogar donde pasar sus últimos años. “Antiguos amigos, nuevos compañeros de piso”, era el lema de la obra. Es este, precisamente, el espíritu que ha movido el proyecto cooperativo Vitápolis.
La iniciativa nace por la inquietud de un grupo de personas, entre los que se cuentan arquitectos, abogados, contables y, por supuesto, personas que, viendo que comienza una nueva etapa de su vida, decidieron construir una alternativa que cubriera todas sus necesidades, proveyendo, además, un espacio propio, en el que la independencia, la libertad y la seguridad van por descontado. El proyecto se trata, a grandes rasgos, de un edificio de apartamentos que contarán con atención sociosanitaria garantizada, 24 horas al día. Sin embargo, más allá de los tecnicismos del proyecto están las voces y caras de aquellos que buscan dar un vuelco a la nueva etapa, tomando en su propia mano su futuro.
Maricarmen Villarrubia, Sagrario Gómez, Ángel Pantoja, Luisa Mora y Grego López, presidenta de la cooperativa, son todos parte del proyecto. Tal como señalan, entre ellos hay matrimonios, solteras y viudas, porque el estado civil, así como el sexo, la edad y las convicciones no han sido, en ningún momento, un condicionante para empezar este proyecto. “Lo que me atrajo principalmente de la cooperativa es la posibilidad de unir la posibilidad de ser independiente con una asistencia sanitaria garantizada”, asegura Luisa Mora. Todos coinciden en que, en esta etapa de su vida, se es fundamental sentirse seguro. “Todos tendríamos mecanismos para avisar de cualquier urgencia”, asegura Grego López, “por lo que la seguridad está garantizada en cualquier momento, lo que es un alivio para todos los que viviríamos en el edificio”.
El barrio de Santa María de Benquerencia, el polígono residencial de Toledo, se presenta también como la localización perfecta. “Las residencias a veces parecen un gueto, siempre en las afueras, por lo que las visitas siempre tienen que desplazarse con gran esfuerzo”, señala Grego. Por eso el proyecto se ha visualizado en el centro del barrio del polígono residencial, a distancias apropiadas de centros comerciales, piscinas, centros deportivos y, como señalan entre risas, los bares. La importancia de permanecer dentro de la comunidad de la ciudad es una prioridad para todos. “Esta sería nuestra casa, un piso, donde podemos invitar a quienes queramos”, asegura Maricarmen.
La formación de una comunidad es relevante. El edificio proyectado se adaptará a la zona en la que se construirá, de modo que el resto de los vecinos también podrán ser parte, en cierto modo, de la vida que se formará a través de esta cooperativa. “Nos interesa impulsar actividades sociales, como la lectura con niños, teatro, manualidades”, explica Sagrario. Y lo importante de esto, señalan, es que no importan las creencias políticas o religiosas, sino que crear un sentimiento de compañía y de utilidad para toda la población.
Dignificar la tercera edad es el leitmotiv que mueve esta cooperativa, todo a través de un fondo común, sin inversores privados. “Al construirse en un suelo municipal, el lucro queda totalmente fuera de cuestión”, asegura Grego. El alquiler de los apartamentos es otro de los puntos a favor de la iniciativa: a partir de 500 euros los convierten en una opción competitiva, tan competitiva que aseguran “los que no han querido formar parte de esto, se arrepentirán”. “Se trata de un lugar para vivir, no para especular”, finalizan.