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La depuración natural del Tajo, dañada por la extracción “masiva” de agua para Levante

Vista del río Tajo en la provincia de Toledo, febrero 2016

Alicia Avilés Pozo

Todos los ríos están sujetos a variaciones estacionales del caudal que se notan sobre todo en primavera, con las riadas, y de forma contraria, en verano, por las sequías. Se trata de una dinámica de subidas y bajadas de caudal que condiciona la comunidad de organismos invertebrados que hay en el agua y que propician la depuración natural de las aguas, sobre todo en las riberas. El río Tajo es una excepción en España. Tiene graves carencias de estos organismos debido a su “escaso y homogéneo” caudal, obra de la “extracción masiva” de agua a Levante a través del trasvase Tajo-Segura.

Así lo explican José Luis Yela y María Romero en dos nuevos estudios realizados por el Departamento de Ciencias Ambientales, Área de Zoología, de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). Ambos informes se han presentado en la Real Fundación de Toledo dentro del Ciclo de Conferencias ‘Investigando el Tajo’ del Grupo de Investigación de la Universidad regional.

El estudio ‘Invertebrados de las riveras como indicadores del estado del agua del río Tajo en su tramo medio’ del profesor Yela se centra en el análisis de estos organismos y en cómo condicionan el estado actual del río. Según ha explicado a eldiarioclm.es, el análisis se ha basado en determinar la calidad del agua desde un enfoque biológico, usando para ello los datos que ofrece la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT), así como otros provenientes del Servicio Integral de Asesoramiento al Regante (SIAR) y el Sistema de Información del Anuario de Aforos, del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente.

Por su parte, María Romero, graduada en Ciencias Ambientales, ha presentado el proyecto ‘La calidad del agua del Tajo en su tramo medio: variación de los índices biológicos’ donde ha analizado los datos que publica la CHT en decenas de localidades y los ha analizado y cruzado para realizar una estadística de los mismos.

La variación de los índices biológicos más usados sirve para caracterizar la calidad del agua libre en el río Tajo y en los afluentes de su tramo medio en relación con la variación estacional y entre localidades de ciertas variables físico-químicas, “las cuales reflejan la contaminación de las aguas”. La principal conclusión es que ni la variación de la temperatura media de cada estación del año, ni la del caudal del Tajo -que apenas oscila estacionalmente “debido a su alta regulación” - explican estas diferencias entre los resultados de primavera y otoño, luego lo más plausible es que la “causa fundamental de las diferencias sea simplemente la variación de la concentración de contaminantes”.

En segundo lugar, en el estudio se incorpora la estructura del agregado de invertebrados presente en el río y en el agua en un meandro representativo del tramo medio del Tajo, en concreto en La Puebla de Montalbán, aguas debajo del Embalse de Castrejón. Para poder realizar una comparativa, se realizó el mismo análisis en los ríos Ebro, Bidasoa y Garona. La conclusión: que en el tramo medio del río Tajo, el “agregado de invertebrados está muy empobrecido” respecto a lo que ocurre en las otras cuencas estudiadas, que sin embargo muestran “niveles análogos de contaminantes químicos”.

Por ello, el rasgo diferencial de la cuenca media del Tajo es su “ausencia de dinámica hidrogeológica” debido a su bajo caudal, cuya “manifestación más clara es la ausencia de riadas primaverales”. Yela atribuye esta cuestión principalmente a las extracciones, al abastecimiento de Madrid y a la regulación del cauce por el efecto de los embalses.

“El Tajo presenta un caudal escaso y homogéneo. Tanto por la regulación que sufre como por la extracción masiva del agua que va a la cuenca del Segura. No se ha respetado su caudal, y el mal llamado ‘ecológico’ establecido no deja de ser una cifra que se ha hecho con otros criterios que no tienen nada que ver con dinámica natural del río”.

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